Personalidad masoquista: cuando el problema soy yo
Una persona con personalidad masoquista piensa que los problemas son culpa suya. Pero, no los problemas que puedan acaecer solo a su alrededor, sino también problemas en los que no tiene nada que ver.
Seguro te suena alguna situación en la que alguna persona da a entender que alguien tiene la culpa. La persona con personalidad masoquista se daría inmediatamente por aludido, aunque no fuese el culpable directo.
“La culpa no está en el sentimiento, sino en el consentimiento”
-San Bernardo de Claraval-
Como la persona masoquista se sentirá siempre culpable, reconstruirá situaciones en las que será inevitablemente lastimada. Ella buscará ese daño que cree merecer, aunque no sea así.
Rasgos de una personalidad masoquista
Quizás ahora mismo te estés preguntando si tú tienes algo de esta personalidad masoquista, o si alguien cercano a ti lo es. Lo cierto es que no es muy sencillo identificarlas, a menos que seamos nosotros mismos.
Las personas masoquistas llevan esa culpabilidad por dentro y, en ocasiones, muchas personas las utilizan para echarles encima culpas que no son ciertas.
¿Qué características presenta una persona con personalidad masoquista?
- Se culpan por todo, siempre piensan “es culpa mía, merezco el castigo”.
- Cuando están cerca de alcanzar el éxito se autoboicotean para que las cosas salgan mal.
- Las situaciones placenteras en vez de celebrarlas, las menosprecian.
- Construyen sus desgracias, buscando el dolor y buscando el papel de víctima.
- Se sacrifican para sentirse útiles.
- Son falsamente humildes, pues tienen un componente narcisista.
- Viven con el miedo de que siempre habrá un final trágico para todo.
Las personas masoquistas viven rodeadas de miedo, de inseguridad y son muy dependientes, pero no en el sentido en que vemos la dependencia, sino en el sentido de que necesitan que alguien sea testigo de sus sacrificios.
En realidad, esta personalidad cree que su vida debe ser como la de un mártir. Someterse a los demás, sacrificarse es lo que le brindará la felicidad el día de mañana. Pero… nunca llegan a alcanzarla.
La falta de egoísmo, pensar demasiado en los demás, dudar de todo con respecto a uno mismo, hacen que sea una persona muy insegura que busca el sufrimiento, el dolor y la culpabilidad para sentirse bien.
“Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior”
-Frida Kahlo-
Libérate del sufrimiento
Después de identificar cómo es la personalidad masoquista es el momento en el que te plantees si realmente eres feliz actuando así. Es cierto que ayudar a los demás y, a veces, sacrificarse te hace sentir bien. Pero, ¿ser culpable de todo? ¿Permitir que tú sufras para que los demás sean felices?
No estás siendo feliz, ¿verdad? De hecho, llegará el día en el que te veas sumido en un pozo muy hondo del que querrás salir, pero no podrás. Nadie pensará en ti. Tan solo seguirán haciéndote daño.
Mientras tú velas por tu sufrimiento, las demás personas tomarán eso para hacerte sufrir más. Si tú no te preocupas en ser feliz, en estar bien, nadie más lo hará. Debes preocuparte por ti. Ser mártir no te hará ser feliz.
“Toda la felicidad que la humanidad puede alcanzar está, no en el placer, sino en el descanso del dolor”
-John Dryden-
Piensa en ti por un momento. ¡No estás haciendo nada malo! Practica ser un poco egoísta, pensar en ti y verás cómo te sentirás mejor. Es más, incluso abrirás los ojos ante esa realidad que tú mismo te has creado.
No eres una mala persona. Si sufres, si te sometes, si lo das todo, ¿cómo puedes seguir sintiéndote culpable? Libérate de esa culpabilidad que reside tan solo en ti. Tú eres el culpable de ese sufrimiento porque tú lo permites.
Todos buscamos la felicidad, incluso tú. Claro que habrá situaciones en las que nos toque sufrir, pero esto ¡no es una máxima para cada día! Sé un poco egoísta, piensa en ti y estate seguro de ti mismo.
No te permitas hacerte sentir culpable de todo, no te permitas pensar que eres una mala persona por no darlo todo por los demás. Tú vales mucho. Tienes que pensar en ti. Nadie merece aprovecharse de tu personalidad para hacerte aún más daño. Estás aquí para ser feliz, no estás en este mundo para sufrir.