Personas que niegan sus problemas: ¿cómo ayudarlas?
Enfermedades, trastornos mentales, adicciones o situaciones de dependencia emocional… Son muchas las personas que niegan sus problemas y que rehúyen recibir ayuda porque asumen que no la necesitan. Ante situaciones de este calibre hay quien opta por la rendición. Al fin y al cabo, ¿cómo auxiliar al que no desea ser auxiliado?
Es cierto, siempre es más sencillo aceptar la realidad ajena y darse la vuelta, no “mojarse”, dejar estar a cada cual en sus abismos personales. Ahora bien, la mayoría de esas veces quien sufre es un ser cercano. No es sencillo volver el rostro ante alguien que queremos y que se autodestruye o camina en una deriva claramente adversa o peligrosa.
Lo cierto es que hay muchas razones por las que alguien no ve o no quiere ver su problema. Factores como la negación, la minimización de los síntomas, la vergüenza o incluso la anosognosia (falta de percepción ante los propios déficits) están detrás de esa resistencia.
Por tanto, sabiendo esto, ¿es posible hacer algo? En efecto, hay una serie de estrategias que podemos aplicar en estos contextos. Los analizamos a continuación.
Pocas cosas son más difíciles que asumir que uno mismo necesita ayuda. Contar con el apoyo del entorno, libre de juicios, es clave para dar ese paso tan decisivo.
¿Cómo ayudar a las personas que niegan sus problemas?
Podemos prestar ayuda a las personas que apreciamos de muchas maneras. A veces incluso el mejor modo de auxiliar a alguien es no haciendo nada, no interviniendo. Con esto queremos decir algo muy sencillo: hay que saber cómo y cuándo prestar nuestro apoyo a ese ser cercano y que nos preocupa.
El simple hecho de “saber estar” es ya todo un arte terapéutico que todos deberíamos saber aplicar. Es más, trabajos como los realizados en la Universidad Estatal de Nueva York, por ejemplo, nos indican algo interesante. Las personas con depresión asociada a las enfermedades crónicas evidencian mejoras significativas cuando disponen de un buen apoyo social.
Sin embargo, algo que nos encontraremos con frecuencia son a amigos, parejas o familiares que no desean de nuestra intervención. Y no la quieren porque niegan su trastorno mental, su relación de dependencia, su adicción o incluso esa dolencia que no desean asumir. Por ello, si nos preguntamos cómo ayudar a las personas que niegan sus problemas, es conveniente tener en cuenta unos sencillos aspectos.
1. Aceptar el problema es responsabilidad única de quien lo sufre
Cuando vemos a alguien significativo pasar por un mal momento nos encantaría aliviarle pesos. Nos gustaría amortiguar sus sufrimientos e incluso, por qué no, resolver por él aquello que turba su equilibrio. Pero no es posible. Es necesario tener presente que la responsabilidad única de afrontar el problema es por parte de quien lo sufre, nunca nuestra.
Esto significa que no podremos ni deberemos cargar sobre nosotros tareas que no nos pertenecen. Por ejemplo, no podemos concertarle una cita con médico o un psicólogo si esa persona no ha accedido. Tampoco es lícito ponernos en medio de su problema familiar, de pareja o laboral. Podemos facilitar medios, apoyos y recursos, pero no ponernos en la piel del otro para resolver su situación.
2. Indagar sobre cuál es el origen de esa resistencia
Las personas que niegan sus problemas pueden hacerlo por muchas razones. De nada sirve presionar o discutir con ellas si no entendemos el porqué de su resistencia. Es más, cuanto más presionemos, más muros alzarán. La clave está en comprender, en ser sensibles y averiguar qué puede haber detrás de esa conducta defensiva.
Por lo general, suelen estar las siguientes dimensiones:
- Temor, no saber cómo afrontar la realidad de lo que les sucede.
- Vergüenza. Algo común, por ejemplo, a la hora de reconocer una adicción.
- No querer ver la realidad de su situación (como estar en una relación abusiva). Esa forma de negación es frecuente en situaciones muy traumáticas.
- Por otro lado, tampoco podemos descartar causas psicopatológicas, como el trastorno de despersonalización o la anosognosia.
Una vez comprendamos qué causa esa conducta actuaremos en consecuencia. La empatía, la conexión emocional y saber acompañar (sin presionar o pautarle un plan de ruta sobre lo que deberían hacer) son esenciales.
Detrás de quien niega un problema suele estar el miedo a no saber cómo manejar lo que les sucede. Recordarles que estamos a su lado pase lo que pase facilitará alivio y consuelo.
3. Intentar no juzgar a las personas que niegan sus problemas
Las personas que niegan sus problemas no son ingenuas o despreocupadas; solo tienen miedo. Quien niega lo que les sucede no es un cabezota o un caso perdido. Es alguien que necesita toda nuestra ayuda, pero le da vergüenza reconocer la situación en la que se encuentran.
Lo último que debemos hacer cuando alguien no asume su realidad personal es juzgarla. No hagamos uso de etiquetas o epítetos dañinos. El juicio no ayuda, daña. Aprendamos a ser un espacio seguro y no un campo minado.
4. Ser refugio, ser espejo, y la mano que siempre ayuda
Todos estamos obligados en algún momento a convertirnos en el refugio de alguien. Ser un espacio emocional de paz y equilibrio al que puede acudir quien sufre es el pilar más básico en materia de apoyo social. Asimismo, es bueno aprender a ser un espejo, esa superficie que ve con claridad el reflejo del otro para intuir sus emociones y necesidades.
Por último, y no menos importante, hay que saber tender la mano cuando ese ser querido pide sostenerse cuando sienta que se está cayendo. Y para ese momento no hay prisas. Las personas que niegan sus problemas no están bien y en algún instante sucederá. Se vendrán abajo y estaremos allí para sostenerlas, para guiarlas a la hora de pedir ayuda. Sin embargo, eso será cuando ellas digan y se sientan listas; no cuando queramos nosotros.
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