Las personas sanas también experimentan alucinaciones
El estigma que rodea a las alucinaciones continúa siendo importante hoy en día. Generalmente consideramos que solo quienes padecen un trastorno mental severo sufren este tipo de fenómenos. Sin embargo, son mucho más comunes de lo que se cree, e incluso las personas sanas también experimentan alucinaciones.
Se estima que entre el 20 % y el 50 % de la población general ha sufrido alucinaciones en algún momento de su vida. Oír, ver, oler o sentir algo que no se encuentra realmente presente no es tan infrecuente ni es privativo de quienes padecen esquizofrenia u otros tipos de psicosis.
Sin embargo, es un asunto del que pocas veces se habla con libertad. Para tratar de eliminar este tipo de mitos queremos compartirte algunas de las situaciones más comunes en las que una persona sana puede sufrir alucinaciones.
¿Qué son las alucinaciones y por qué se producen?
Las alucinaciones son una alteración de la percepción por la que la persona percibe un estímulo que realmente no existe o no está presente. Pueden aparecer en cualquier modalidad sensorial (visual, auditiva, olfativa, táctil…) y deberse a diferentes causas.
Para comprender el fenómeno de las alucinaciones es importante considerar que en el cerebro se activan las mismas áreas durante las alucinaciones que en respuesta a un estímulo exterior real. Así, el mecanismo que permite distinguir una producción interna de un estímulo externo falla y la persona experimenta la alucinación como completamente vívida y cierta.
Las personas sanas también experimentan alucinaciones en diversos momentos
Muchas personas han experimentado alucinaciones durante su vida cotidiana sin apenas darle importancia. Incluso es posible que a ti te haya sucedido.
Por ejemplo, cuando caminamos por la calle y escuchamos que alguien grita nuestro nombre sin que esto haya llegado a ocurrir o cuando aseguramos haber escuchado el pitido de notificaciones del móvil sin que en realidad haya sonido. Estas son dos de las situaciones más comunes, pero existen muchas otras.
Privación sensorial
Cuando no recibimos estímulos del exterior es más probable que nuestras propias producciones internas (pensamientos, imágenes…) lleguen a percibirse como reales. Es por esto que, por la noche, en la oscuridad y el silencio, son más frecuentes estas percepciones sensoriales sin estímulo externo.
Lo mismo puede suceder cuando el individuo se sumerge en un tanque de aislamiento sensorial. Pese a que esta actividad resulta sumamente relajante para algunas personas, otras pueden llegar a experimentar alucinaciones.
Estrés y agotamiento
Cuando el organismo está sometido a un importante agotamiento físico y a un estrés emocional prolongado estos fenómenos perceptivos pueden aparecer.
En estas situaciones de elevada tensión emocional las capacidades cognitivas y de procesamiento se ven afectadas, pudiendo incluso dar lugar al surgimiento de brotes psicóticos breves que desaparecen a los días o semanas.
Duelo
Durante el proceso de duelo no es infrecuente que el doliente pueda llegar a ver, escuchar o sentir a su ser querido fallecido. Esto no es síntoma de un trastorno psicológico ni resulta preocupante a menos que su frecuencia sea excesiva o se extienda demasiado en el tiempo.
Estados intermedios entre la vigilia y el sueño
Muchas personas sanas, en el momento de dormirse o de despertarse, experimentan estos fenómenos perceptivos. Las llamadas alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas hacen que el individuo escuche sonidos, perciba figuras o sienta presencias sin que exista una fuente externa que lo justifique.
Consumo de sustancias
Por supuesto, una de las principales causas por las que las personas sanas también experimentan alucinaciones es el consumo de sustancias psicoactivas. El LSD, la mescalina, el éxtasis o los derivados del cannabis, entre otros, pueden llevar a la persona a tener percepciones en ausencia de un estímulo.
Las personas sanas también experimentan alucinaciones, pero no lo cuentan
Dada la elevada prevalencia de alucinaciones en población sana cabe preguntarse cómo es posible que muchos de nosotros no conozcamos, en nuestro entorno cercano, testimonios de este fenómeno.
La realidad es que el estigma, los mitos y el miedo a ser tachados de “locos” hace que la mayor parte de los individuos no comuniquen ni compartan estas vivencias. Solo cuando estas persisten o generan un gran malestar se busca asesoramiento profesional.
Sin embargo, ha quedado demostrado que cualquier persona mentalmente sana es susceptible de experimentar este fenómeno en algún momento; y que, de hecho, es frecuente que ocurra. Por lo mismo, es importante que derribemos los mitos alrededor de las alucinaciones.
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