Las personas son como la música: unas poesía y otras ruido

Las personas son como la música: unas poesía y otras ruido
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 06 abril, 2022

Hay personas que ponen música en nuestras partituras vitales, y lo hacen sin darse cuenta, porque son poesía, porque se inscriben en los renglones de nuestro corazón con acierto y humildad. Otras, en cambio, son solo ruido, un sonido ambiental a veces molesto y persistente con el que aprendemos a convivir con equilibrio y respeto.

Decía Gustav Jung que el encuentro entre dos personas, en ocasiones, es como el contacto de dos sustancias químicas. Si hay reacción ambas partes pueden transformarse y beneficiarse. Sin embargo, en ocasiones, puede suceder justo lo contrario: la evitación. No obstante, esto no es bueno ni malo, es el mero reflejo de la relaciones humanas.

La vida es como la música y la poesía, debe componerse desde el propio corazón eligiendo esas parejas de baile con las cuales, pintar de alegría nuestros días, y dejando a un lado las que solo saben ser ruido.

Podríamos decir que las relaciones personales son en algunos momentos como complejos universos donde acabamos colisionando los unos con otros. No obstante, siempre llega un momento en el que acabamos percibiendo esa música interior que nos caracteriza a cada uno de nosotros. Esa sintonía única y excepcional que armoniza con determinadas personas, para que juntos, creemos la mejor partitura de nuestras vidas…

chica con violín y mariposa

Las personas que ponen música a nuestros días

A la hora de trazar las líneas que definen a esas personas que dan luz a nuestros días, solemos recurrir casi de inmediato a la psicología positiva. Martin Seligman es el mejor representante de esta tendencia donde se nos explica, por ejemplo, qué características suelen tener esas personalidades capaces de transformar la adversidad en oportunidad, y de hacer de la felicidad una constante en cada una de sus etapas vitales.

Ahora bien, es importante matizar algunas cosas. Las personas que de verdad llegan a ser auténticos faros de luz en nuestra existencia, no tienen por qué ser necesariamente “personas felices”. En realidad, son hábiles arquitectos de las emociones positivas. Otro aspecto a tener en cuenta es que estas relaciones tan enriquecedoras, en ocasiones, pueden ser breves, pero no por ello menos significativas.

A veces, vivimos determinadas relaciones afectivas o de amistad que acaban terminándose, pero aún así, al evocar aquel recuerdo siguen regalándonos una bellísima banda sonora de gratas sensaciones. Porque hay personas, lo creamos o no, que son como “hogueras”, figuras que a pesar de la distancia, siguen dándonos luz, calor y paz.

Recordarlas es un placer y si las tenemos aún a nuestro lado, son tesoros preciados a los que cuidar.

Ilustración de mujer

Convivir con la música y el ruido

El ruido es una mezcla confusa de sonidos sin ritmo ni armonía. Todos sabemos lo que es, y aún así, estamos habituados a ese mismo rumor en el eco de nuestras ciudades. A veces, para protegernos de ese molesto bullicio, acabamos poniéndonos los auriculares para relajarnos con nuestras músicas favoritas.

“Estamos en este mundo para convivir en armonía, por ello quienes lo saben, dan el paso a la inteligencia para dejar de luchar los unos contra los otros.”

-Buda-

Con las personas llevamos a cabo casi la misma práctica sin darnos cuenta. Convivimos con caracteres con los que no encajamos, compañeros que van y vienen, vecinos a los que saludar pero a quienes evitar, familiares a los que apreciamos pero a quienes no visitamos a menudo. Hay respeto, pero no sintonía y, a pesar de todo ello, convivimos con normalidad en nuestros mapas particulares.

Ahora bien, sabemos que no siempre es fácil conseguir este  sutil equilibrio entre la “música y el ruido”, por ello, te proponemos tener en cuenta estas estrategias.

chica con pajaros

Claves para convivir con armonía y no claudicar en el intento

Seguro que en más de una ocasión has oído hablar de las resistencias psicológicas. Son ellas las que muchas veces, frenan gran parte de nuestro crecimiento personal consiguiendo que actuemos en base a lo que otros esperan de nosotros o evitando que tomemos plena conciencia de lo que deseamos o lo que no.

  • La primera clave para convivir en armonía es precisamente la libertad personal. Atrévete a propiciarla cada día. Solo cuando somos capaces de desprendernos de esos moldes en los que quedamos aprisionados por nuestros miedos e inseguridades, nos alzamos como seres auténticos y completos capaces de trazar nuestras propias “partituras vitales”.
  • La segunda clave es el respeto y la “no resistencia”. Esta singular combinación se traduce en algo tan sencillo como “vive y deja vivir”. No tienen por qué caernos bien todas las personas. Se trata solo de respetarse los unos a los otros, y si hay alguien que “nos incomoda” de forma particular, no hay por qué caer cautivos de esa desidia. Ignorar y distanciarnos son las mejores formas de aplacar ese ruido en particular.
  • La tercera clave es cultivar el arte de ser feliz con las cosas más sencillas y elementales.Una vez nos sentimos libres y sabemos “quien es poesía y quien es solo sonido de fondo”, basta con coger a nuestras parejas de baile para dejarnos guiar por la complicidad, la alegría y la aventura.

No importa si esa música dura un instante o una vida entera, se trata solo de dejarse llevar… Y disfrutar.

pareja disfrutando del acto de bailar

Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.