Poner barreras a la comunicación
Necesitamos comunicarnos para expresar deseos, inquietudes, preocupaciones, añoranzas, agradecimientos o simplemente por el hecho de relacionarnos. Ser hábiles en nuestra comunicación a la hora de trasladar un mensaje a los demás o de interpretar aquellos que nos mandan suponen una enorme ventaja para enfrentar las dificultades o directamente para evitarlas.
Otras veces, a pesar de que somos buenos comunicándonos las circunstancias hacen que tomemos la decisión de poner una barrera comunicativa. Otras veces es la vergüenza la que nos supera y hace que nos retiremos, buscando un lugar oculto hasta que se bajen los coloretes y recuperemos la naturalidad.
Ponerle trincheras a la comunicación
Nadie dice que sea fácil hablar con los demás, especialmente si son personas a las que queremos o con las que compartimos nuestro día a día. Pero las palabras son necesarias para poder comprendernos entre nosotros y expresar lo que sentimos o pensamos.
La comunicación es mucho más compleja que enviar y recibir un mensaje, es un elemento que nos ayuda a contactar y conectar. Las barreras que ponemos frente a los demás nos sirven de escudo para no aceptar lo que nos sucede y para que quienes están detrás de esa trinchera no se enteren de qué estamos pensando o sintiendo. Aquí es cuando comienzan los “cortocircuitos”.
Uno de los problemas en la comunicación aparece cuando el mensaje no llega tan claro como nos gustaría, igual que una radio que no sintoniza bien o cuando se corta la señal de la televisión. Las frases nos llegan entrecortadas e incluso dejan de tener sentido.
Nos sucede al no decir todo y guardarnos secretos, frases o sentimientos, creyendo que el otro los conoce. Damos por sentado nuestras emociones y pensamientos o lo guardamos bajo mil cerrojos para que no salgan a la luz.
La comunicación no es un mensaje en clave
Los barcos usan el Morse para comunicarse entre ellos, los aviones tienen sus palabras específicas al igual que sucede en otros ámbitos. En lo que se refiere a la comunicación entre dos personas “comunes y corrientes” más allá del idioma empleado también hay frases que necesitan ser descifradas.
Por ejemplo preguntar ¿Cómo te ha ido en la escuela?, ¿Quieres un abrigo? O ¿Te llevo hasta la estación del metro? Son mensajes encubiertos de te quiero, busco lo mejor para ti, me gustaría cuidarte, etc. ¡Pero el otro no siempre puede entenderlo de esa manera! Quizás sólo crea que estamos siendo amables o considerados y nada más.
No decir lo que pensamos o sentimos también es una barrera para la comunicación. Callar para evitar una pelea o empeorar la situación, tener vergüenza de decir “te amo” y por ello perder la oportunidad de estar con esa persona especial, evitar “pedir perdón” para no parecer débiles. Son muchos los momentos en los que nosotros mismos ponemos una valla que los demás no van a poder superar.
¿Cuáles son los principales materiales que componen esta trinchera? El temor, la vergüenza, el orgullo, la timidez, el rencor, la desconfianza, etc. Todos hacen cada vez más y más alta la pared que nos aísla y no nos permite expresar lo que nos pasa, lo que tenemos escondido en el fondo del corazón o hecho un nudo en la garganta.
La falta de comunicación en la pareja
Hablando de problemas para expresar los sentimientos indefectiblemente tenemos que dedicar algunas líneas a la falta de conversación con nuestra pareja. Por diferentes motivos nos es muy difícil decirle a esa persona con la que compartimos más que el dormitorio lo que está sucediendo.
Permanecer callados, con la mirada hacia el plato o buscando excusas para no hablar puede ser uno de los indicadores más visibles de que una pareja está atravesando un mal momento. La comunicación en la pareja es vital ya que las dos personas están en constante cambio. Así, si la comunicación se rompe un día y no se restaura, sin pasar mucho tiempo pueden despertarse junto a un completo desconocido.
Poca habilidad para comunicar emociones
Una de las causas principales de la falta de comunicación en pareja es la poca habilidad que pueden tener alguno de sus miembros para comunicar las emociones. A su falta de habilidad se une el desánimo que le produce el hecho de haberlo intentado alguna vez, no haberlo conseguido por falta de habilidad, y haber generado el pensamiento de que ese esfuerzo es inútil.
Quedar mensajes sin expresar
Como hemos dicho antes, ir dejando mensajes en el tintero y sin expresar hace que poco a poco se vaya construyendo este muro. Esta pesada carga hace que cuando queramos compartir algo nuevo tengamos la sensación de que tenemos que empezar la historia desde el principio. Una historia ya prolongada en el tiempo y de la que nuestra pareja no sabe nada.
Sobrecarga de mensajes
Por supuesto que debemos tener nuestro espacio de intimidad mental, un lugar en el que podamos depositar mensajes con la intención de encontrar el momento oportuno o el valor suficiente para comunicarlos. Sin embargo, no es bueno acumular en este rincón mensaje durante un tiempo largo. Al igual que sucede con las partes más recónditas de nuestra casa, también tenemos que limpiar esta zona mental de vez en cuando, especialmente en lo que se refiere a nuestra pareja.
Si no lo hacemos, estaremos echándole cemento a esta barrera y haciéndola cada vez más alta de la misma forma que las gotas que caen del techo de la cueva erosionan la roca. Además, no solamente es una barrera para los demás no comunicarnos, sino que, como hemos dicho antes, también lo es para nosotros.