Ponernos límites también es parte del amor propio
En los últimos tiempos, el amor propio es un concepto que se encuentra en auge. Cada vez más comprendemos su influencia en nuestro bienestar personal, en nuestras emociones y en nuestras relaciones con otros. Y aunque logremos detectar que presentamos ciertas carencias al respecto, no siempre sabemos bien cómo empezar a cultivarlo. Por ello, hoy queremos resaltar uno de sus aspectos más importantes: la capacidad de ponernos límites.
Piénsalo por un momento: ¿crees que cuentas con un amor propio saludable? Si tu respuesta es afirmativa, ¿de qué maneras lo trabajas en tu día a día?
Quizá te apliques cremas, selecciones cuidadosamente las personas de las que te rodeas y te dediques palabras amables cada día ante el espejo. Ahora bien, aunque todas estas actividades son importantes, con frecuencia olvidamos aquellas menos agradables, pero igualmente necesarias. Por ejemplo, aprender a ponernos límites.
La importancia de ponernos límites
Construir o recuperar el amor propio es un proceso que se asemeja en gran medida a criar a un niño. Los progenitores no solo garantizan la seguridad del menor, su aseo y su alimento, también le proveen de afecto, comprensión, consuelo y, por supuesto, normas.
En la educación de un infante estos límites pueden verse como tener un horario para acostarse, unas tareas asignadas en casa, unos momentos concretos en los que pueden utilizarse las pantallas o la prohibición de tomar golosinas a diario.
Todos somos conscientes de que estas directrices protegen al niño y le guían, procurando su bienestar. Ahora bien, cuando somos nosotros mismos quienes tenemos que cuidarnos, imponernos restricciones no nos parece necesario.
Tal como les sucede a los padres permisivos, en ocasiones pecamos de indulgentes con nosotros mismos. En nombre del supuesto amor que nos tenemos, nos permitimos alimentarnos mal, acostarnos tarde, perder las horas en las redes sociales y otro sinfín de transgresiones que, finalmente, van en nuestra contra.
“Por un día no pasa nada”, “ya lo haré mañana” o “me da miedo, no voy a forzarme”. Cuando se pronuncia con demasiada frecuencia estas y otras frases similares, existe un amor propio mal entendido. Y es que si realmente quieres lo mejor para ti, debes ponerte límites.
¿Cómo ponernos límites?
El amor propio no surge solo de intenciones y palabras bonitas, hemos de construirlo día a día con nuestras acciones. Este es un trabajo con el que debemos comprometernos, ser disciplinados y perseverantes; pues, con cada acto y decisión nos demostramos ese amor.
Existen multitud de aspectos en los que podemos aplicar estos principios, pero a continuación te mostramos algunos de los principales.
Alimentación
Los alimentos son la gasolina de nuestro organismo y cada uno de nosotros somos responsables de nutrirnos con las opciones más saludables y adecuadas.
Establecer un estilo de alimentación equilibrado y cumplirlo es un acto de amor y compromiso con uno mismo. Si cada día cedemos ante las tentaciones, nos escudamos en la falta de tiempo o en la pereza para optar por comidas que sabemos que nos dañan, no nos estamos amando.
Ejercicio físico
De manera similar, mantenernos activos puede ser uno de los propósitos que más nos cueste cumplir. Sin embargo, a pesar de la pereza, del cansancio o del poco tiempo libre, si nos hemos propuesto realizar ejercicio de forma regular, hemos de mantenernos fieles a este objetivo. Ponernos límites también es no permitirse permanecer en el sofá, aunque esto sea lo que más nos apetezca en ese momento.
Descanso
¿Estás comprometido con tu bienestar? Entonces, has de procurarte un descanso suficiente y de calidad; y, para lograrlo, quizá debas realizar algunos sacrificios.
Acostarte pronto en lugar de ver otro capítulo de tu serie favorita o dejar el teléfono móvil fuera del dormitorio son algunas decisiones sencillas que pueden marcar la diferencia.
Aseo e imagen personal
Lejos de caer en una visión superficial, es innegable que nuestro aspecto influye en nuestra autoestima y estado de ánimo. Cuando estamos aseados y arreglados, nos sentimos más seguros de nosotros mismos y más cómodos en nuestra piel; por el contrario, cuando descuidamos la higiene y el aspecto, el estado de ánimo decae y nos sentimos más apáticos e incluso menos válidos.
Así, ser determinados al ducharnos a diario, cuidar nuestra piel y cabello o escoger prendas de ropa que nos agraden y nos sienten bien es fundamental. Tal vez una noche no tengas ganas de desmaquillarte o de lavarte los dientes, pero es entonces cuando ponernos límites nos ayuda a no fallar.
Cuidado del entorno
El ambiente en el que te mueves impacta en tu estado interno. Un entorno sucio, abarrotado o desorganizado trae caos y ansiedad a tu mente. Por el contrario, un espacio limpio y ordenado genera armonía y paz mental. Toma la decisión diaria de mantener tu hogar en orden y te estarás haciendo un valioso regalo.
Obligaciones y proyectos
Existen pocos factores que contribuyan tanto al amor propio como el cumplimiento de metas. Cuando finalizamos tareas pendientes, el cerebro nos recompensa con agradables sensaciones generadas por la liberación de dopamina; pero, además, en estos momentos nos sentimos útiles, productivos y orgullosos de nosotros mismos.
Por el contrario, cuando procrastinamos y dejamos para después las obligaciones o los proyectos personales que nosotros mismos nos hemos marcado, comenzamos a sentirnos perezosos, fracasados y presionados. Tener asuntos pendientes de forma constante va en detrimento de nuestro autoconcepto; por ello, es importante que lo evites.
Salud emocional
Por último, es imprescindible ponernos límites con el fin de cuidar la salud emocional. Esto puede reflejarse escogiendo un diálogo interno amable y motivador y poniendo freno a las críticas y juicios internos. Pero también decidiéndonos a gestionar las emociones en el momento en que se presentan.
Reprimir lo que sentimos puede ser más cómodo en ocasiones porque nos evita el sentirnos vulnerables. Por otro lado, quedarnos atascados en las emociones negativas también puede parecer más tentador que procesarlas, ser resilientes y seguir adelante. Sin embargo, si queremos practicar el amor propio, solo hay un camino y es permitirnos sentir y aprender a lidiar con esos estados internos.
Aprender a ponernos límites es un proceso
Si eres una persona poco disciplinada, te costará implementar los anteriores principios en tu vida cotidiana. Más de un día sentirás la tentación de fallar en el cumplimiento de tus propósitos, te convencerás de que no son tan necesarios y de que puedes evadir las reglas por esta vez. Sin embargo, es importante que durante las primeras semanas seas constante y perseverante.
Con el tiempo esta dinámica se convertirá en un hábito y ya no necesitarás una motivación extra para cumplirla. Lo que es seguro es que te sentirás mucho más conforme con tu proceder y la forma en que te ves a ti mismo habrá cambiado radicalmente de forma positiva. En definitiva, si te quieres, demuéstratelo.
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