¿Por qué actuamos así? El propósito de la conducta
¿Alguna vez te has preguntado por qué hacemos lo que hacemos? Entre los objetivos de la psicología -de hecho, es una de sus aspiraciones centrales- está el de responder a esta pregunta. Así, hoy nosotros también trataremos de identificar y definir el llamado propósito de la conducta.
Para ello, hablaremos de qué son las necesidades básicas, de la motivación y de cómo imponer nuestra voluntad control cuando las emociones se intensifican y los instintos quieren ocupar los puestos de dirección. ¡Acompáñanos en este recorrido!
“Para elegir sabiamente en la vida, uno debe escucharse a sí mismo, a su propio yo, en cada momento de su vida”.
-Abraham Maslow-
Las necesidades básicas y el propósito de la conducta
Las ramas, vertientes o perceptivas psicológicas que abordan nuestras necesidades como especie son varias. Quizá la más conocida sea la de Abraham Maslow, un psicólogo estadounidense que las planteo valiéndose del esquema de una pirámide, sugiriendo que para llegar a sobrepasar un grupo de necesidades hemos debido satisfacer las del nivel anterior.
Entonces, según este autor la pirámide está distribuida de la siguiente manera:
- Necesidades fisiológicas. Se trata de necesidades como: la alimentación, el sueño, el descanso, el sexo y la respiración.
- Necesidades de seguridad. Como la física, de empleo, familiar, de salud, de propiedad privada, etc.
- Necesidades de afiliación. Relacionada con la amistad, el afecto, la familia y la intimidad sexual.
- Necesidades de reconocimiento. Confianza, autorreconocimiento, respeto, éxito.
- Necesidades de Autorrealización. Moralidad, espontaneidad, creatividad, aceptación de juicios y resolución de problemas.
En sintonía con esta teoría, el propósito de nuestra conducta podría estar motivado por nuestras necesidades. Por ejemplo, si no tenemos las necesidades de seguridad satisfechas, nuestro comportamiento estará dirigido a conseguir que lo estén. Estaríamos motivados por el nivel de las necesidades fisiológicas.
Así, todos compartimos las necesidades básicas, que estarían en el suelo de la pirámide. Estas van a servir como propósito de la conducta que tengamos. En otras palabras, la motivación estaría íntimamente relacionada con el propósito de nuestra conducta.
La motivación y el propósito de la conducta
La motivación según la Real Academia de la Lengua Española (RAE) es un ‘conjunto de factores internos o externos que determinan las acciones de una persona’. Entre otras variables, nuestra conducta está condicionada por la motivación. Puede ser una motivación intrínseca, es decir, la que nos impulsa a actuar por gusto, y la externa que tiene que ver con incentivos de afuera.
Además, de estos tipos de motivación también hay otras clasificaciones:
- Motivación al logro. Va en sintonía con la necesidad de ejecución y el deseo de excelencia.
- Motivación de afiliación. Está relacionada con la necesidad de ser parte de un grupo. Por lo tanto, de estar en contacto con los demás.
- Motivación de poder. Tiene que ver con la capacidad de influencia y control. Además, con la obtención de reconocimiento.
Entonces, contamos con diversas fuentes de motivación, las cuales varían según el grado de conciencia que le otorguemos a la relación entre nuestras necesidades y nuestras acciones. A veces también, por aprendizaje, dicha relación está determinada por nuestra cultura o familia.
Ciertamente, va a depender de la persona. Aunque, podemos compartir algunas fuentes. Ahora bien, no todos reconocemos cuáles son nuestras necesidades; es decir, podemos actuar para satisfacer una necesidad que de manera consciente no hemos identificado.
La consecuencia es que en muchas ocasiones nos equivocamos a la hora de identificar los vectores de motivación que han dirigido nuestros actos. En otras ocasiones sí que los identificamos, pero mentimos a la hora de compartirlos con los demás.
¿Cómo no ser gobernados por nuestros sentimientos, hábitos y pensamientos?
Cuando no somos conscientes de nuestras necesidades es más fácil que nos sintamos perdidos, extraños en nuestra propia vida, como si existiera una fuerza superior que nos dirigiera. Por ejemplo, gobernados por emociones como el miedo y la vergüenza, el propósito de la conducta que mostramos se convierte en evitación, y por otras emociones como ira y alegría, avanzamos hacia la acción.
También pasa cuando lo hacemos con nuestros pensamiento y hábitos. Es decir, traducir al instante lo que sentimos, y pensamos o simplemente seguir la inercia marcada por el hábito, nos lleva a no comprender qué es lo que realmente no queremos.
Entonces, para que el propósito de la conducta que tenemos no esté determinado por estos factores, podemos trabajar con nuestra consciencia. Para ello, hace falta:
- Vivir más cerquita del presente. Nos ayudará a estar más conectados. Desde esta posición será más sencillo generar nuevas y mejores soluciones.
- Meditar. Facilita la reflexión y el análisis.
- ¿Por qué o quién está dirigido el propósito de nuestra conducta? Hacernos esta pregunta hará que prestemos más atención a las conductas que realizamos de modo automático, con las que en muchas ocasiones dejamos que otros gobiernen nuestras vidas.
También, podemos estar en sintonía con nuestro bienestar, estando atentos a nuestra salud mental, física y social. Así seremos más conscientes de cuáles son las necesidades que realmente debemos atender.
Además, podemos practicar mindfulness, que según diversas investigaciones nos aleja de los peligros de los comportamientos sin sentido. Por ejemplo, Kudesia (2019) en su artículo publicado en la Academy of Management Review, sugiere que esta práctica proporciona mejor gestión de las situaciones a través de procesos transformadores.
En suma, el propósito de la conducta está determinado por distintas fuentes. En cada persona es diferente, y podemos seguirlo de forma más genuina si somos conscientes de por qué actuamos como actuamos. Así, tendremos más posibilidades de erigirnos como directores de nuestras vidas.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Kudesia, R.S. (2019). Mindfulness as metacognitive practice.
- Academy of Management Review, 44 (2).
- 405-423. Maslow, A. (2014).
- A theory of Human Motivation.
- Floyd VA:Sublime Books.