¿Por qué algunas personas siempre están preocupadas?
Cuando un conflicto, situación, comentario, etc. nos obsesiona, nuestro cerebro repite ese dolor y ese sufrimiento infinitas veces. Nuestra memoria y nuestra imaginación multiplican las emociones negativas generadas por ese suceso de manera errónea, hasta el punto de llegar a perder la medida real de las cosas.
Cuando no somos capaces de controlar la preocupación dentro de unos márgenes razonables, ineludiblemente se creará un circulo de angustia cuyo epicentro estará formado por la conocida “ansiedad”.
Para que el ser humano pueda mantener un razonamiento constructivo, reconozca peligros, busque soluciones, o se manifieste con dignidad en la vida ante cualquier situación, la” preocupación” y su amiga inseparable “ansiedad”, son absolutamente necesarias, pero en su justa medida.
Cuando las preocupaciones se apoderan de nuestra mente de manera constante, nuestro cerebro inicia una película interior que de manera veloz se encargará de distorsionar la realidad.
Poco a poco nuestra mente irá adaptándose a esa situación tan reiterativa hasta el punto de hacerla crónica, pues todos los capítulos nos llevarán siempre al mismo sitio: personas que no pueden dejar de ser y estar preocupadas.
Sin salida posible y con la angustia enraizada, la preocupación se apodera de nuestro cerebro generando una especie de adicción mental, que puede desarrollar trastornos de tipo nervioso de diferentes géneros: insomnio (con pensamientos o inquietudes permanentes) fobias (rechazo hacía personas, situaciones o cosas) obsesiones (por el orden, la imagen, limpieza, salud).
Ante este problema, la mejor salida para frenar este círculo de ansiedad constante, consiste en asumir con nosotros mismos una actitud crítica respecto a nuestros pensamientos, prestarnos atención y preguntarnos con un escepticismo más que sano:
¿Qué probabilidad existe realmente de que mis miedos ocurran realmente?
¿Me beneficia para algo darle vueltas a esta preocupación de esta manera?