¿Por qué el sentido común es el 'menos' común de los sentidos?
Descartes señalaba que el sentido común era la cualidad mejor repartida del mundo; no había persona que no dispusiera de ese regalo juicioso. El célebre matemático y filósofo entendía que esta dimensión, más allá de la idiosincrasia de cada uno, nos permitía tener claro a todos por igual que era lo correcto, lo aceptable y que rozaba la irracionalidad.
Ahora bien, como señaló Voltaire en su día, el sentido común es en realidad el menos común de los sentidos. ¿Qué significa esto? Básicamente que no siempre se da o se percibe esa unanimidad a la hora de entender qué es lo lógico o lo esperable en cada situación. De algún modo, cada uno integra en su ser su propio sentido común, el cual, en ocasiones, no marida con el que tienen los demás.
Por otro lado, lo más curioso de todo es que a todos nos iría mejor si fuéramos capaces de aplicar esa sencillez en cuanto a valores y principios de actuación, partiendo de una esencia juiciosa y casi universal. Sin embargo, en ocasiones, aun sabiendo qué sería lo más aceptable en cada situación, no lo aplicamos; bien por dejadez, por desafío, desidia o porque nuestra mente está ocupada en otros complejos universos.
El sentido común nos dice, por ejemplo, que deberíamos llevar una vida más saludable; sin embargo, no siempre anteponemos nuestra salud a la gratificación inmediata. El sentido común nos susurra a menudo que ese papel debería ir a la basura, que deberíamos reciclar más, que no hay que leer los mensajes en el móvil mientras conducimos o que deberíamos compartir tiempo de calidad con las personas que amamos.
“El sentido común no es más que un conjunto de prejuicios depositados en nuestra mente antes de llegar a los 18 años”.
-Albert Einstein-
¿A qué nos referimos cuando hablamos del sentido común?
La psicología nos dice que el sentido común es la capacidad de discernimiento que tiene (o debería tener) toda persona. Gracias a esta habilidad, uno puede tomar decisiones coherentes basadas en la lógica y la razón. Ahora bien, el propio Albert Einstein llegó a señalar en una ocasión que gran parte de eso, que denominamos sentido común, no es más que un conjunto de prejuicios que otros nos inoculan.
Sea como sea, este concepto busca siempre un propósito: el bien común. Con esta competencia se intenta que todos dispongamos de un sentido práctico con el que facilitar la convivencia, evitar conflictos hostiles y actuar por el bienestar de todos. Sin embargo, ¿de dónde viene el sentido común? En gran parte de los casos parte no solo de aquello que otros nos enseñan o nos dictan, como diría Einstein.
En realidad, parte en gran parte de nuestra propia experiencia; de aquello que hemos visto, sentido y vivido. Por tanto, queda claro que cada cual ha transitado por unos caminos propios y experimentado unos hechos que no siempre se parecen a los del resto. De ahí que tu sentido común, aquello que es lógico para ti, puede no serlo para otra persona.
Tres modos de entender el sentido común
A lo largo de nuestra historia, el concepto del sentido común se ha enfocado desde muy diversos ángulos. Entender cada uno de ellos nos ayudará sin duda a tener un poco más de perspectiva:
- Aristóteles. Para el filósofo griego, el sentido común se centraba únicamente en nuestras experiencias sensoriales. De este modo, todos nosotros experimentamos lo mismo cuando estamos ante un estímulo (ver un vaso que se rompe, sentir el calor del fuego, el sonido del viento…). El sentido común partía para él de los objetos sensibles, de lo que se podía percibir a través de los sentidos.
- René Descartes. Para el matemático y filósofo francés, no importa que cada persona proceda de una cultura diferente. Todos nosotros poseemos un sentido común universal, desde el cual, juzgar y distinguir lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo.
- La filosofía pragmatista. Este enfoque surgido en el siglo XIX nos aporta una visión más útil. Según dicho marco teórico, el sentido común parte de las creencias y experiencias que tenemos en el día a día; es decir, parte básicamente del contexto que nos rodee. Y este, como es de esperar, puede variar dependiendo del tiempo y las condiciones que enfrentemos.
¿Qué nos dice la psicología sobre el sentido común?
Adrian Furnham, psicólogo de la University College de Londres, escribió un libro muy interesante titulado Todo en la mente: la esencia de la psicología (1996). Las premisas de Furnham son rotundas y nos advierten de lo siguiente: no debemos dar nada por sentado: a veces, lo que se considera que es de sentido común es un auténtico sinsentido.
Lo que intenta transmitir en sus trabajos es la necesidad de adoptar siempre una visión crítica y realista sobre la realidad. Si tenemos que tomar decisiones, lo mejor es analizar el contexto, las particularidades del caso y aquello que a nosotros nos convenga o nos parezca más acertado, siendo eso sí, juiciosos y razonables. Dejarnos llevar por lo que se considera mero ‘sentido común’ puede llevarnos a más de un error.
Furnham también es un ejemplo en el otro sentido: afirmaba que las mujeres no eran lo suficientemente inteligentes para votar o que el mejor sitio para las personas con discapacidad era estar recluidos en instituciones. Por tanto, el sentido común no siempre está bien calibrado, puede ser caduco o no ajustarse a nuestras necesidades personales. Usémoslo también con cierto juicio crítico y entendiendo que el sentido común de los demás puede ofrecer conclusiones diferentes al que ofrece el nuestro simplemente por contar o valorar la situación desde otro punto de vista.
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- Furnham, A. (1996). All in the mind: The essence of psychology. New York: Taylor & Francis.
- Maroney, Terry A. (2009). "Emotional Common Sense as Constitutional Law". Vanderbilt Law Review. 62: 851.