¿Por qué es importante acudir a terapia psicológica?
Para acudir a terapia psicológica no hace falta que toquemos fondo después de un suceso traumático o una situación de gravedad. En realidad, basta con reconocer que quizás tengamos inquietudes que hacen que no nos sintamos al 100 % y que necesitamos algo de orientación para recuperar nuestro equilibrio y bienestar.
Las inquietudes suelen tener su origen en uno o varios cambios en nuestro día a día que no hemos logrado ‘digerir’. Están allí, causándonos malestar dentro de un laberinto, haciéndonos rumiar una y otra vez, sin poder encontrar una salida, así la tengamos ante nuestros ojos.
La vida es cambio permanente. Por ello, es normal que se presenten contratiempos de manera constante y que debamos cambiar de planes y adaptarnos (y readaptarnos, en muchos casos) a las distintas situaciones. Cuando aceptamos esto, vivimos mucho más tranquilos. No nos aferramos a tener el control todo el tiempo y en todo.
Sin embargo, no siempre podemos adaptarnos a todo. O quizás no queremos hacerlo por alguna razón. Es entonces cuando debemos plantearnos, por nuestra salud mental, acudir a un psicólogo.
¿Cuándo acudir a terapia psicológica?
Como ya comentábamos antes, para pedir ayuda psicológica no tiene que ocurrirnos un suceso traumático o algo especialmente grave. En realidad, existe una gran variedad de motivos para hacerlo. Veamos algunos de los más comunes:
Desmotivación general
Cuando nos sentimos bajos de energía, perezosos, sin ganas de realizar ninguna actividad y mucho menos las obligaciones, y además nos inunda ese sentimiento de culpa e incapacidad, debemos considerar acudir a terapia psicológica.
Gestión emocional
Cuando no sabemos gestionar el exceso de rabia, tristeza o frustración en una situación concreta o en varias situaciones que se van repitiendo con diferentes personas o ámbitos.
La terapia nos ayuda a explorar de dónde puede venir esto y aprender a utilizar las herramientas para afrontarlo y solucionarlo. Por ello es tan recomendable acudir al psicólogo en este tipo de situaciones.
Sentimientos de soledad y vacío
Cuando percibimos la soledad como algo exclusivamente negativo, sentimos un vacío que nos impide estar tranquilos. En esos casos, puede ser de ayuda acudir al psicólogo.
Al trabajar en nuestra relación con la soledad en terapia, dejaremos de verla como algo negativo y aprenderemos incluso a aprovecharla.
Conflictos de pareja, familia, amigos
Hay veces que tenemos formas similares de actuar con los demás que no nos hacen bien ni a nosotros ni a ellos. O buscamos inconscientemente ciertos perfiles de personas.
En estos casos, es necesario ver qué nos lleva a ello para vivir más tranquilos. Patrones de comunicación, dependencias emocionales, etc.
Desahogo
Hay veces que nos sentimos incomprendidos por las personas que queremos y necesitamos hablar con alguien objetivo. En ese caso, consideramos acudir a terapia psicológica. Para poder expresar nuestros pensamientos en voz alta con alguien que no va a juzgarnos, sino ayudarnos a ordenar nuestras ideas.
Crecimiento personal
También podemos acudir al psicólogo cuando queremos trabajar en aspectos concretos de nuestra personalidad que nos permitan crecer y mejorar. Simplemente porque queremos sentirnos mejor con nosotros mismos.
Falta de descanso
Hay etapas en las que descansamos mal o nos cuesta dormir. En estos casos, explorar las raíces del porqué en terapia y adquirir herramientas que nos ayuden a gestionarlo mejor nos ayudará a volver a disfrutar de un sueño reparador.
Pérdida de alguien querido
L a muerte de personas queridas nos hace conectar con muchos miedos. Nos recuerda que las personas no somos permanentes.
Para ello, podemos acudir a terapia, para aceptar que la muerte forma parte de la vida, realizar un duelo sano y superar las pérdidas.
Evitar usar parches
Otro motivo para acudir a terapia psicológica es para evitar (o dejar, según sea el caso) recurrir a los parches como alivio del malestar. Alcohol, juego, relaciones tóxicas son algunos de los ejemplos más comunes.
Pedir ayuda no es un sinónimo de debilidad o incompetencia. Al contrario, indica que existe la suficiente madurez y voluntad para cambiar lo que hace falta y así, avanzar.
El psicólogo como oído y guía
Cuando sentimos que no podemos afrontar un cambio solos, podemos recurrir al psicólogo. Este profesional no va a solucionarnos el problema, sino que nos ayudará a replantearnos nuestra visión al respecto para que podamos decidir cómo gestionarlo, aprender de ello y seguir adelante.
Un psicólogo no es alguien que nos escucha sin más. Es un profesional que mantiene una escucha activa durante las sesiones para ayudarnos a dar nuevos significados a las vivencias.
También es una persona que trata de darnos las herramientas emocionales y teóricas necesarias para que, en equipo (paciente-terapeuta), podamos conseguir nuestros objetivos, resolviendo patrones, conceptos, valores sociales, familiares e individuales, que nos están condicionando.
Un psicólogo ayuda a las personas a reconstruirse (cuando así lo necesitan) para que puedan seguir adelante. Es un oído y un guía, no es un juez. Por ello, ¡fuera tabúes!
La terapia psicológica no es exclusiva para las personas que han pasado un suceso traumático o están atravesando una situación difícil, tampoco es sinónimo de que estamos locos o que seamos débiles. Al contrario, es simplemente una herramienta para aprender a conducirnos mejor por la vida.
¡Animémonos a cuidar de nuestra salud mental! Sin ella, no tenemos nada.