¿Por qué hay tantas personas cotillas?

¿Por qué hay tantas personas cotillas?
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Sara Clemente

Última actualización: 06 agosto, 2023

Las personas cotillas no solamente existen en los pueblos pequeños, ni son las típicas señoras amas de casa que intercambian chismes en un patio interior. El entorno no predispone a estar pendiente de lo que acontece en la vida de los demás, ni a criticar o difundir información privada e íntima de las personas que nos rodean.

La técnica del cotilleo se ha modernizado y generalizado. Actualmente, está instalada en nuestra vida diaria y es una práctica muy presente en casi todo tipo de sociedades. Pero, ¿por qué tanta gente hace uso de ella? ¿Qué la hace estar tan extendida?

Lenguaje e incertidumbre

Para algunos autores, esta transmisión de cotilleos comenzó su andadura con el inicio del lenguaje humano. De alguna forma, el intercambio de chismorreos permitió su desarrollo y la aparición de las grandes sociedades modernas.

Las historias que contaban unos acercan de otros servían para informar acerca de su estatus social, los roles que ocupaban en el grupo o las normas sociales imperantes. Incluso ayudaban a algunos a la hora de conseguir sus objetivos, como encontrar pareja o conocer el estado de ánimo y las desgracias de otro.

Mujeres contándose rumores

A nivel más profundo, la necesidad psicológica básica subyacente al cotilleo es la necesidad de eliminar la incertidumbre. Cuando intuimos que no tenemos información que consideramos relevante, nos sentimos mal, incompletos, nerviosos.

Nuestra respuesta es tratar inmediatamente de restituir nuestro equilibrio cognitivo. ¿Cómo? Obteniendo esos datos. Con el cotilleo pasaría lo mismo.

Nuestra motivación es saber algo de otra persona que nos interesa mucho y que desconocemos. Para eso, vamos sonsacando, malmetiendo, preguntando, hostigando. En esta práctica, el fin justifica los medios. Parece que todo vale.

¿Cómo son y cómo se consideran las personas cotillas?

Vivir en según qué lugar y condiciones no justifica chismorrear, criticar, malmeter o expandir mensajes falsos que pueden dañar la reputación de las personas. Por eso, los que son víctimas de sus comentarios, a menudo se plantean una serie de interrogantes sobre ellas: ¿se aburren? ¿no tienen vida? ¿querrán hacerme daño? 

En general, las personas cotillas suelen tener un mundo interior muy limitado. Por eso, sus conversaciones se refieren sobre todo a aspectos externos. De hecho, el mundo a nuestro alrededor suele ser un reflejo de nuestro yo interno. Cuanto más enriquecido sea este, más lo estará nuestro entorno.

Cuando hablamos mal de los demás, estamos hablando mal de nosotros mismos

Las personas cotillas tienen vida, ¡como todos! Pero prefieren escapar de sus propios problemas, no darles vueltas y preocuparse más por los del resto. Es su mecanismo de defensa. Lo que no saben es que les hace perder un tiempo que podrían estar invirtiendo en ellos mismos.

Una de las cosas más curiosas es que rara vez reconocen que lo son. Las personas cotillas no tienen esa consideración de sí mismas. De hecho, están convencidas de lo contrario.

¿Es útil? ¿Bueno? ¿Perjudicial?

Por lo general, asociamos el concepto de cotilleo con información superflua o poco relevante a efectos prácticos. Y a veces es efectivamente así. Por ejemplo, la que obtenemos de personajes famosos a los que solo conocemos por los programas de la televisión y salsa rosa.

Pero, otra veces, cotillear sí es útil desde el punto de vista individual. Preguntar de más puede hacerte obtener información valiosa para generar nuevas oportunidades y abrirte camino. No obstante, este comportamiento, además de ser tachado como oportunista, puede no hacerte gozar de buena fama.

Por otro lado, cuando se trata de establecer polaridades, la Psicología opta por la mesura. Más que bueno, es conveniente mostrar interés por las personas que te importan. Ser curioso no es meterte en su vida ni chismorrear con terceras personas acerca de la misma, sino saber preguntar y escuchar. Prudencia y respeto, ante todo.

Si, por el contrario, estás constantemente acosándolas, indagando en sus asuntos y metiéndote en su vida (y en sus casas), acabarán rechazando tu excesivo “interés”.

Pareja hablando

¿Cómo actuar cuando alguien quiere cotillear contigo?

Si sospechas que una persona es cotilla, lo primero que debes hacer es observar. Acto seguido, puedes plantearte dos preguntas: ¿por qué me está contando esto? ¿Para qué me lo dice? E incluso, si lo crees oportuno, házselas a esa persona. Dependiendo de su respuesta, ya podrás hacerte una idea de si puedes y debes o no tomarte en serio sus palabras.

Normalmente, si no van con nosotros, no tomamos en consideración estos cotilleos. Pero, ten en cuenta, que alguna vez puede tocarte a ti. Por eso, lo mejor que puedes hacer para evitar que se convierta en algo muy dañino para un tercero es no transmitírselo a nadie más. El cotilleo se queda contigo.

Para una boca chismosa se necesita un oído chismoso.

Por otra parte, si alguien te atosiga con sus preguntas, es preferible que le comuniques tu incomodad o simplemente que cortes la charla. Cualquier excusa puede ser buena para librarte de las personas cotillas. Están en juego tu libertad e intimidad, así que ¡protégete!

¿Saber tantas cosas de los demás les hace confiables?

Rotundamente, no. La confianza se gana a base de discreción y compresión; no va en función de la información que tengas de los demás. Si alguien te cuenta un secreto que otro le ha confesado, ¿puedes confiarle a esa persona tus confidencias? ¿Por qué a ti tendría que guardártelas, si con los demás no lo hace? ¿Puedes confiar ciegamente en ella?

Pero ya no solo que lo cuente a los cuatro vientos, sino que además, estas personas tienden a añadir condimentos a tu historia. Es decir, mienten o por lo menos dicen medias verdades que hacen más increíble e interesante su historia.

Todos en alguna ocasión nos convertimos en informantes de vidas ajenas. El problema está en hacerlo de manera compulsiva y constante, sin pudor ni respeto por los demás. Si consideras que puedes estar siendo demasiado curioso, trata de dedicarte más tiempo a ti mismo. ¡Vive tú vida! No la del resto.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.