¿Por qué un golpe de suerte puede arruinarnos?
Cada mes se celebra un sorteo de la lotería nacional, además de muchos otros como la bonoloto, los euromillones y las primitivas, en los que a cambio de jugar por unos pocos euros entras a formar parte de un sorteo por el que puedes recibir millones de ellos. Al final y principios de año, se celebran otros juegos con un atractivo popular mayor: la lotería de navidad y la de reyes. Así, muchos esperan ese golpe de suerte que termine premiando a unos números determinados.
En este sentido, hay personas que juegan toda su vida esperando a que les toque una lotería que jamás llegará. Confían en esa buena suerte, pasivamente, mientras creen que no hay otra manera de obtener riqueza. Sin embargo… ¿qué sucede con aquellas que sí son golpeadas por la suerte de manera inesperada?
El cerebro y la lotería
Antes de esperar a que nos toque la lotería para poder ser felices, vivir despreocupados y sentir que tenemos la vida resuelta, tendríamos que reflexionar un poco sobre cómo actúa nuestro cerebro ante las cosas más banales. Por ejemplo, ¿no tenemos el armario lleno de ropa y solo nos ponemos la misma de siempre? ¿Por qué siempre deseamos un coche mejor que el que tenemos? ¿Una casa más grande? En muchos apartados, ¿lo que tenemos no es realmente suficiente?
Lo paradójico es que si nos tocase un millón de euros, después de unos días querríamos más, por mucho que no lo necesitáramos. Como seres humanos, nuestra mirada está llena de deseo. Un deseo que por otra parte está muy orientado al consumo, derivado de las necesidades artificiales que genera la sociedad que nos rodea y de la que formamos parte.
Buscamos esa excitación inicial que sentimos cuando logramos poseer aquello que no teníamos, ya sea porque es mejor o simplemente porque es símbolo de que pertenecemos a un grupo o a una clase social mayor. Una felicidad arrebatadora, pero momentánea, que nos hace sentir dichosos por haber obtenido lo que tanto anhelábamos.
Esto tiene su motivo en los centros de recompensa del cerebro. El estímulo sería la lotería que sumado a las conductas aprendidas y las creencias se convierte en algo deseable. No obstante, una vez se obtiene lo que es deseable ¿qué necesitaría nuestro cerebro para que volviese a sentir lo mismo? Volver a ganar la lotería u obtener más dinero.
“El 70% de las personas que se hacen ricas en un corto periodo de tiempo se terminan arruinando en menos de cinco años”.
-Francisco Isidro-
Un golpe de suerte envenenado
En los anuncios, las personas a las que le toca la lotería aparecen sonriendo. Pueden viajar y darse sus caprichos sin mirar el saldo del banco. Se muestran despreocupadas y dichosas. Esas son nuestras expectativas y lo que hace que en el fondo muchas personas agraciadas tiendan a imitar el modelo o que se sientan mal porque detrás del número premiado no se encuentran con esa sensación de dicha tan intensa que tanto anunciaban.
José Manuel Calvo Vaz, empleado municipal de un pueblo de Ourense, ganó en el 2003 más de nueve millones de euros en la primitiva. Tras montar varios negocios que fracasaron, despilfarrar el dinero en coches de lujo que no necesitaba y rodearse de personas que acudían a su sombra por el árbol que representaba su dinero, terminó suicidándose.
Roger Griffits ganó 2,3 millones de dólares en la Lotería Nacional de Reino Unido en el año 2005. Su esposa y él, tras este golpe de suerte, dejaron su trabajo y se dedicaron a una vida de lujo. Pensaban que el dinero les duraría para siempre, pero lo cierto es que se terminó, y también acabó con su matrimonio. Todo lo adquirido fue vendido para suplir la gran cantidad de deudas que habían contraído. En la actualidad, Roger vive en una pequeña cabaña en West Yorkshire.
“Fue demasiado dinero para alguien tan joven. Incluso si dices que tu vida no cambiará, lo hace, y no precisamente para mejor. Estuvo a punto de destruirme. Afortunadamente, hoy soy más fuerte”.
-Callie Rogers (en 2003 ganó la lotería con 16 años)-
Todos esperamos ese golpe de suerte. No obstante, muchas personas han terminado arruinadas o prisioneras de una adicción en la que de otra manera no habrían caído. Encontrarnos con tanto dinero de la noche a la mañana puede suponer un cambio radical en nuestras vidas, y no precisamente para mejor, como dicen los anuncios. La realidad muchas veces es bien distinta.
El dinero en grandes cantidades difícilmente da la felicidad, lo que suele darla es aprovechar con inteligencia los golpes de suerte que de una u otra forma, en mayor o menor medida, todos experimentamos. De otra manera, esa aparente bendición de la fortuna puede convertirse en un abrazo envenenado del que terminemos siendo prisioneros.