Predicciones fallidas: el motivo por el que no somos felices
El motivo por el que no somos felices es porque tendemos a sobrestimar el impacto que tendrán los hechos en el futuro. No importa si este es negativo o positivo. Lo que importa es que esa sobrestimación hace que imaginemos una situación, por ejemplo ganar la lotería, y que tengamos una reacción emocional en el presente. Así, suponemos que si se hace realidad eso será lo que sentimos. Este es el origen de todas nuestras predicciones fallidas.
No nos damos cuenta de que nuestro estado emocional cambia. Imaginemos que ganamos la lotería. Pero en ese momento alguien cercano ha fallecido y estamos tristes. Lo que suponíamos que sería algo que nos llenaría de felicidad se convierte en una circunstancia que no logramos saborear y disfrutar. Confiar en nuestro estado emocional actual para suponer lo que pasará en un futuro hace que tengamos más predicciones fallidas que acertadas.
“La mejor manera de predecir el futuro es creándolo”.
-Peter F. Drucker-
Nuestras predicciones fallidas se basan en el pasado
Al igual que para suponer aquello que nos puede hacer felices nos basamos en nuestro estado emocional presente, también utilizamos otro recurso: el pasado. Recogemos aquellos recuerdos que tenemos sobre determinadas experiencias para predecir un futuro que, quizás, no se adecue a nuestras expectativas. Porque sí, las predicciones fallidas lo son porque están repletas de expectativas.
Pensemos, por ejemplo, que no hemos tenido mucha suerte con los compañeros que hemos tenido en todos los trabajos que hemos desempeñado. Nunca conseguimos entablar una buena relación con ellos, nos intentaban manipular, querían siempre sobresalir y dejarnos en mal lugar… Debido a esto podemos intentar predecir lo que nos pasará en un futuro trabajo de dos maneras diferentes.
Si tenemos una baja autoestima y nuestra autoconfianza se ha visto mermada debido a esas experiencias, quizás supongamos que nos va a ocurrir lo mismo en ese próximo trabajo. Iremos ya con miedo, mucha inseguridad y temor acerca de lo que “creemos” va a pasar. En caso contrario, soñaremos y desearemos encontrarnos con personas amables con las que entablar una relación muy positiva, probablemente no solo en el ámbito laboral sino también personal.
Tanto una suposición como la otra quizás nos lleven a tener predicciones fallidas. Pues los acontecimientos son imprevisibles. Tal vez tengamos la suerte de acertar, de que todo suceda tal y como lo habíamos pensado. Normalmente, esperaremos a que todo suceda de manera positiva. Pero, ¿y si no es así? Entonces, aquello que creíamos que podría hacernos felices en realidad nos generará tristeza.
“La planificación a largo plazo no es pensar en decisiones futuras, sino en el futuro de las decisiones presentes”.
-Peter F. Drucker-
Las emociones se desvanecen
Nuestras predicciones fallidas no solamente tienen que ver con nuestro estado emocional o con las experiencias pasadas. También hay algo a lo que le tenemos que prestar atención. Solemos solo fijarnos en aquellos detalles que consideramos importantes. Por ejemplo, con los compañeros de trabajo nos centramos solo en esa relación laboral. ¿Pero qué pasa con el trabajo en sí? ¿Lo que nos va a aportar para crecer laboralmente?
Dejamos de lado determinados aspectos debido a que nuestras emociones en el momento presente nos instan a centrarnos en algo que nos afecta y que deseamos cambiar. El hecho de no ser rico, de no tener compañeros de trabajo amables, de no haber podido tener aún un hijo… Todo eso provoca que creamos que ganar la lotería, conseguir unos compañeros de trabajo increíbles o tener un hijo nos hará felices. Pero, ¿y si eso resulta que no es así?
En ocasiones, podemos tomar decisiones apresuradas basadas en esas predicciones que quizás no se cumplan tal y como esperábamos. Algo que creíamos que nos iba a hacer felices, de repente comprobamos que no es así. Lo que ocurre es que ya es demasiado tarde para dar marcha atrás.
Tenemos que ser conscientes de que las emociones se desvanecen. Ganar la lotería puede hacernos felices, pero esta emoción no perdurará. Siempre tendremos momentos malos, experiencias que harán que nos sintamos tristes e, incluso, sobrestimar este hecho puede provocar que actuemos sin cautela y que, de repente, nos encontremos llenos de deudas.
“Intentar predecir y controlar el futuro es una utopía. La vida es incierta e imprevisible. La seguridad es solo aparente, una “ilusión” de la mente”.
-Mónica Fusté-
Todos hemos realizado predicciones fallidas. Comprender que estas se encuentran condicionadas por nuestras preferencias actuales y por subestimar la manera en la que nos sentiremos, que no será permanente, nos ayudará a vivir más el momento y a aceptar lo que pueda suceder sin demasiadas expectativas.