Primero ámate
Desde que somos pequeños, los adultos se esfuerzan en enseñarnos buenos modales. Nos inculcan el valor de ser respetuosos con los demás, de ser generosos y amables. Pero, ¿cuántas veces te dijeron que fueras bondadoso contigo mismo en primer lugar?. No nos hablan del amor propio a pesar de lo poderoso que este resulta. Porque sí, el amor propio te cambia la vida. Así que, si nunca te dijeron que esta es tu misión más importante, yo te lo aseguro: ámate primero.
Desde niños nos premian cuando estamos callados, cuando obedecemos, cuando somos “buenos”. En cambio, si expresamos nuestro enfado, nuestra rabia o nuestra tristeza no encontramos comprensión sino reprimendas. De esta forma aprendemos a olvidarnos de nosotros y vivir para los demás.
Llegada la edad adulta, este patrón está tan arraigado en muchas personas que ni siquiera son conscientes de que supone un problema. Darnos cuenta de que nos hemos abandonado no es sencillo, la carencia de amor propio muchas veces no se encuentra en la superficie y hemos de cavar más hondo para descubrirla.
¿Cómo saber que no te estás amando?
- Eres muy generoso con las personas que te rodean. Siempre tienes un momento para escuchar o ayudar a los demás, pero no recibes lo mismo de vuelta.
- Te sacrificas con frecuencia por tus seres queridos. Haces cosas que no deseas hacer porque te lo ha pedido una persona importante para ti.
- Tienes miedo a que los demás te rechacen o te abandonen y por ello tratas de ser complaciente.
- Sientes que eres una persona con muchas cualidades positivas pero que los demás no te valoran lo suficiente.
- Crees que pensar primero en uno mismo es egoísta.
¿Qué ocurre cuando no te amas?
Todos hemos escuchado la frase “si tú no te amas, nadie lo hará”. Esto no es del todo cierto, por supuesto que habrá personas en tu vida que te querrán. Pero seguramente la relación no será sana porque no es sano el vínculo que tienes contigo mismo. Si no te amas, no conoces tu valor. Internamente no te consideras digno o suficiente y por ello permitirás muchas cosas inaceptables.
Permanecerás en relaciones desequilibradas donde das pero no recibes. Tolerarás faltas de respeto por miedo a imponerte y ser abandonado. Probablemente te conviertas en el “basurero emocional” de personas que solo te buscan para desahogar sus quejas y su negatividad.
Y lo más importante, por mucho amor que tengas en tu vida nunca será suficiente. Nunca te sentirás segura porque el amor que realmente estás buscando y no obtienes, es el tuyo propio.
Cuando comiences a amarte te habrás reencontrado con la persona más importante de tu vida. Tomarás conciencia de que mereces lo mejor y no te conformarás con menos. Serás capaz de poner limites, de escuchar tus deseos y seguirlos sin sentirte egoísta. Respetarás tus espacios y tus tiempos y harás que otros los respeten.
.Ámate
- Reconoce que te has abandonado por mucho tiempo. Es importante tomar conciencia de lo desconectados que hemos estado de nosotros mismos para poder volver a conectar.
- Sana a tu niño interior para poder tomar el papel de adulto. Perdona tu pasado, cura en profundidad tus heridas y comienza a hacerte cargo de ti mismo.
- Ama tu imagen en el espejo. A las personas con poco amor propio les resulta muy difícil mirarse en reflejos o fotografías y decirse cosas buenas. Acostúmbrate a verte físicamente y mírate con amor.
- Cuida tu cuerpo y tu mente. Establece buenos hábitos de alimentación, ejercicio y sueño y rodéate de personas que te hagan sentir bien. Aléjate de personas y hábitos tóxicos. Recuerda que, a partir de hoy, vas a procurarte lo mejor.
- Aprende a establecer límites, a decir “no quiero”, “no me apetece”, “no acepto esto”. Conéctate con tus deseos y opiniones y no temas expresarlos.
Y ámate primero
Con este artículo no pretendo que te vuelvas un ser narcisista y desconsiderado. Solo deseo que entiendas que amarte primero es tu derecho, es tu deber y no tiene nada de egoísta.
Trato de trasmitirte que está bien amar mucho, pero porque nos sobra amor y no porque nos falta. Ama a los demás porque tienes tanto amor en ti que desborda, no porque sientes tanta carencia que necesitas que otros te llenen. Recuerda: ámate y ámate primero.
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