¿Qué es el TDAH o trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad?
El TDAH es uno de los trastornos de mayor incidencia en la infancia, con una proporción de un niño por cada cuatro niñas. Es uno de los trastornos que más preocupación causa tanto en padres como profesores, por ello vamos a hablaros hoy sobre en qué consiste el TDAH.
“No estoy por debajo de lo normal, ni valgo menos, ni soy menos capaz, solo funciono de manera diferente”
-Anónimo-
¿Qué es el TDAH?
El TDAH o trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad es un trastorno de origen neurobiológico, que puede manifestarse desde la infancia y seguir su desarrollo hasta la edad adulta y se caracteriza por la presencia de tres síntomas típicos: déficit de atención, impulsividad e hiperactividad motora y/o vocal.
En la actualidad se desconoce la causa directa del TDAH, aunque algunos avances han ayudado a esclarecer diferentes cuestiones, considerándose como ya hemos mencionado anteriormente un trastorno de origen neurobiológico (posible desequilibrio químico en las áreas cerebrales involucradas en la atención y el movimiento) de carácter hereditario.
Un niño que siempre se despista en clase, que presenta impulsividad y le cuesta mantenerse quieto puede indicar que padece TDAH
Debemos tener en cuenta que no todos los niños con este trastorno manifiestan los mismos síntomas y con la misma intensidad, es decir, existe variabilidad, siendo un grupo de niños muy heterogéneos. Por ello, además se diferencian distintos subtipos de TDAH (inatento, hiperactivo-impulsivo, combinado) dependiendo de la sintomatología más predominante.
¿Cómo puede ser un niño predominantemente inatento?
Suelen ser niños que se distraen con facilidad, que parece que no escuchan cuando se les habla, que sueñan despiertos, les cuesta ponerse en marcha y a menudo, pueden olvidar o perder cosas. Además, valoran cualquier ruido o estímulo irrelevante, dispersando su actividad.
¿Y un niño predominantemente hiperactivo-impulsivo?
Son niños que se mueven continuamente. Pueden moverse de un lugar a otro, balancearse, levantarse de la silla, etc. Suelen interrumpir conversaciones y actividades, además de responder de forma precipitada, incluso antes de que se le acabe de realizar la pregunta.
Su comportamiento puede resultar molesto. Suelen presentar problemas también para esperar turnos o seguir instrucciones y presentan poca tolerancia a la frustración.
El comportamiento de un niño hiperactivo afecta al resto de la clase, pues provoca que los demás niños también se distraigan y no se puedan concentrar en la lección del profesor
¿Qué otras áreas pueden estar afectadas?
Suelen presentarse otros problemas asociados como problemas de conducta, bajo rendimiento escolar y dificultades con el aprendizaje, problemas en las relaciones con sus compañeros y algunos síntomas emocionales como baja autoestima, ansiedad… etc.
Aunque no todos los niños con TDAH cumplen criterios para desarrollar un trastorno de aprendizaje, la gran mayoría tiene dificultades académicas, resultado de su distracción, impulsividad y comportamiento inquieto.
¿Cómo podemos ayudar a un niño con TDAH?
Lo recomendable es un tratamiento multidisciplinar, es decir, un tratamiento combinado tanto médico como psicológico. Por ello es muy importante consultar con los diferentes especialistas. Pero además, los padres y profesores también pueden contribuir en su ayuda, mostrándoles a los niños un ambiente estructurado, con rutinas, organizado y que sea capaz de motivarles.
El uso del refuerzo positivo como elogiar o reforzar aquellos comportamientos que queremos que se den con más frecuencia generará autoestima y respeto. También podemos dejar de atender un comportamiento para reducir o evitar que éste se repita, sin prestar atención a la conducta problemática Además una supervisión constante permitirá anticipar y prevenir situaciones que pueden representar un problema.
Los padres tendrán un papel fundamental cuando su hijo sufre TDAH, pues hay que evitar los castigos y el refuerzo negativo
Por último, no debemos olvidar que son niños, y que independientemente de si presentan el trastorno o no, escucharles y atenderles es algo esencial para su educación y crecimiento. A veces, los padres y profesores toman una posición de “yo soy el adulto, aquí mando yo y me tienes que obedecer”. Una actitud que evita que escuchen las demandas de los más pequeños. Hacerlo puede cambiar sus vidas.