¿Qué es labilidad emocional y cómo nos afecta?
Si algo tienen las emociones es que son universales… y después cada cultura tiene sus claves. Una sonrisa puede significar algo distinto a lo que conocemos o un ceño fruncido tiene la capacidad de transformar un mismo mensaje. Sin embargo, al margen de cómo se expresan o se reconocen según el país y la cultura donde miremos, el sentimiento básico es el mismo para todos. No obstante, cuando los estados emocionales se descontrolan estamos ante un caso de labilidad emocional.
La capacidad de identificar lo que le pasa a la persona que tenemos delante nos da seguridad y reduce la incertidumbre. Cuando nos encontramos con alguien que esta triste, lo identificamos, entendemos el porqué e incluso podemos llegar a empatizar. Es decir, conocemos el terreno que estamos pisando y generalmente sabemos responder de una forma más o menos acertada. Entonces, ¿qué sucede cuando nos encontramos con alguien que muestra cambios emocionales descontrolados?
“Cuida tus propias emociones y nunca las subestimes”
-Robert Henri-
No “es bipolar”, está lábil
Es importante en este punto hacer una aclaración respecto al significado de la desafortunada expresión “es bipolar”. Es muy frecuente escuchar cómo una persona describe a otra como “bipolar” por el simple hecho de no entender sus cambios de humor en una semana. La bipolaridad es una enfermedad mental considerada como grave, también llamada maníaco-depresiva.
Según describe el doctor Fred K. Berger (2016) las fases pueden durar de días a meses. Existe un diagnóstico psiquiátrico y un tratamiento específico para este tipo de problemáticas. Por tanto lo que describimos coloquialmente como bipolaridad en realidad está más cerca de ser labilidad emocional.
“Cuando lidias con personas, recuerda que no estás lidiando con criaturas de lógica sino con criaturas de emociones”
-Dale Carneige-
La labilidad emocional no está considerada como una patología o enfermedad de salud mental como tal. Entonces ¿qué es y a qué se refiere? Básicamente es un descontrol de las emociones. Es un sentimiento de falta de regulación en el sentir y en la expresión de emociones básicas.
Las personas que presentan estos episodios de tristeza y de felicidad tienen, por ejemplo, momentos de llanto descontrolado o risas inapropiadas. Es un síntoma que pertenece a algunas patologías, como autismo o esquizofrenia. Aun así lo pueden sufrir personas aparentemente sanas que no tienen por qué estar diagnosticadas.
¿Enfermedad o momento afectivo complicado?
La labilidad emocional pertenece al “grupo de problemas afectivos”. La afectividad es el conjunto de respuestas que siente y expresa un individuo a sucesos internos (pensamientos, etc.) o externos (situaciones laborales, familiares, sociales, etc.). ¿Qué tiene la culpa de estos cambios de humor o estado de ánimo? ¿Es biología o hay pensamiento detrás?
Tradicionalmente se sabe que el centro de la regulación y el control de las emociones es el sistema límbico. Es una estructura que se encuentra en nuestro cerebro. Existe algo físico encargado de expresar, regular y controlar las emociones.
“Somos peligrosos cuando no somos conscientes de nuestra responsabilidad de cómo nos comportamos, pensamos y sentimos”
– Marshall B. Rosenberg –
En ese aspecto hay un elemento real que puede fallar, alterarse o dejar de funcionar correctamente sin que nosotros podamos intervenir. El daño cerebral es la causa principal cuando se habla de una labilidad emocional exagerada y es completamente limitante.
Normalmente este tipo de problemas los encontramos en personas que padecen esclerosis múltiple, esclerosis lateral amiotrófica, accidentes cardiovasculares, Parkinson o Alzheimer. En un momento afectivo complicado encontramos dificultad en regular emociones y expresiones pertenecientes a un mismo grupo, como la tristeza. No hay que confundirlo con depresión, dado que hay características de esta última (como el apetito o el hambre) que no se ven alteradas por la labilidad emocional.
Entonces, ¿qué es y qué no es labilidad emocional?
La labilidad emocional sorprende a aquellos que la presencian. Exagerar una risa a un comentario aparentemente neutral o llorar desconsoladamente ante una situación no dramática son señales de que alerta.
Seguramente conozcamos a una persona que se encuentre o haya pasado por una situación divorcio traumático. Tal vez durante la semana tenga momentos de desahogo en el que muestre tristeza y llanto. Habrá otros momentos distendidos en una cena con amigos o ante un programa de televisión. Esto no significa que tenga labilidad emocional.
Por otra parte, sabemos que podemos influir de alguna manera en la regulación emocional de personas tal y como están demostrando oficialmente revisiones y estudios realizados en universidades (R. Company, U. Oberst y F. Sánchez, Boletín de Psicología, No. 104, 2012). En el caso de la labilidad, el margen de actuación de las personas de alrededor es muy limitado, por no decir inexistente.
“Las emociones pueden dejarte en el camino o dejarte sobre el camino”
-Mavis Mazhur-
Estar lábil no significa serlo, es decir, es un estado de descontrol. Dejando a un lado los casos graves, la persona suelen tener momentos intercalados de estabilidad. Este problema afectivo puede tener consecuencias muy importantes a nivel social y laboral.
Es posible que la persona sufra aislamiento, depresión o problemas de ansiedad. Si nos encontramos ante un caso de tales características es conveniente dirigirse al médico para que realice la valoración, nos derive al especialista o paute una actuación si fuese necesaria.