¿Qué pasa cuando tus seres queridos no comparten tu manera de educar?
Llevas nueve meses y todo una vida pensando cómo vas a educar a tus hijos. Afortunadamente hoy en día cuentas con millones de recursos, libros, conferencias, métodos y experiencias que te ayudan a hacer un boceto de cómo será esa educación. Gracias a todo esto te has hecho a la idea de un proyecto y piensas llevarlo a cabo contra viento y marea. Pero, ¿qué pasa si ese viento y marea son tus seres más cercanos y queridos?
Por regla general nos gusta que las personas que queremos nos acepten y nos den su aprobación sincera y sin condiciones, que nos digan que nuestro criterio es válido y que estamos en disposición de tomar buenas decisiones. Además, si hablamos de un proyecto educativo para nuestros hijos, esta sensación de aprobación puede ser todavía más gratificante (o dolorosa en caso de ser reprobación).
A continuación te dejo algunas recomendaciones para que gestiones esta influencia externa que se cierne sobre ti de manera inteligente.
“Enseñar es aprender dos veces”
– Joseph Joubert-
Que no te asuste que los demás opinen
Conviértete en un transmisor y defensor de tus ideas, fundaméntalas y aplícalas en aquellos contextos en los que entiendas que son coherentes y acertados. Ten discusiones o charlas respetuosas con los demás, pero procura no imponer ni volverte más intenso de lo habitual. Es normal que algunas personas piensen de forma distinta y que quieran darte su opinión. La mayoría de las veces lo hacen desde el respeto y con la intención de ayudar.
Si aprendes a escuchar las opiniones de otros con respeto es más probable que los demás respeten las tuyas. Así será más fácil que se muestren abiertos y receptivos, entendiendo que tu posición puede aportarles información interesante.
Es bueno que los niños vean otros tipos de educación
Existen diferentes tipos de personas y es bueno que nuestros hijos se relacionen con ellas. A medida que crecen puede ser muy positivo para ellos aprender a mirar el prisma de la realidad desde diferentes puntos de vista. Además, pensemos que por mucho que nos esforcemos no podemos controlar todas las influencias que reciben; sin embargo, lo que sí podemos hacer es ayudarles a ser críticos con ellas, de manera que sean ellos mismos los que pasen determinados filtros, como los de credibilidad o bondad, allí donde nosotros no llegamos.
Durante el proyecto educativo que emprendamos con ellos, me refiero a la infancia sobre todo, seremos su mayor influencia. Piensa que son ellos mismos los que van a mirarte cada vez que aparezca algo novedoso en sus vidas, buscando en tu reacción una referencia para calificarlo como bueno o malo.
“La educación no crea al hombre, le ayuda a crearse a sí mismo”
-M. Debesse-
Establece límites: flexibles y no flexibles
Esta bien escuchar otras opiniones, tener otras influencias, algo que no quita que tengan que existir determinadas líneas rojas que carezcan de flexibilidad. Tú eres el guía y el que cuenta con una mayor cantidad de información. No entres en discusiones ni confrontaciones. Acepta lo que te den hasta un limite razonable. Si la discusión no va a llegar a ningún lado e incluso esta falta de acuerdo puede afectar a las formas será mejor dejarlo ahí.
Normalmente las familias y amigos tienden a respetar las elecciones que hemos hecho. Sin embargo, si vemos que se pasan de la ralla en sus apreciaciones tendremos que cerrar la discusión y recordares su rol. Pon punto final a esos momentos diciendo: “Yo decido hacerlo así”.
Establece reglas mínimas con las personas más cercanas
Cuando las personas de tu entorno tienen una influencia grande con tus hijos, como abuelos, tíos, etc., lo mejor es que les des algunas pautas de lo que pueden o no hacer con ellos. Solo cuestiones básicas y que sean muy importantes para ti. Este punto es muy importante porque muchas de las meteduras de pata de los familiares no se originan en un criterio educativo distinto, sino en una falta de guía que les diga cómo tienen que actuar ante determinadas situaciones.
El resto de pautas puedes hablarlas e incluso abrirte a una negociación, siempre y cuando cada uno tenga claro su papel. Así, es muy positivo que el niño perciba una consistencia en las normas más importantes, pero no podemos pretender que mantenga la misma disciplina un día de diario en casa que un día de fiesta con los abuelos. Puede ser tan perjudicial dejar que alguien se salga de su papel, como no dejar que lo asuma.
No te sientas un bicho raro
Los manuales para ser padres que se pueden aplicar en todos los casos y condiciones no existen. Piensa que cuando elegimos una forma de educar a nuestros hijos, normalmente también elegimos una línea con una dirección y un sentido general, pero para los bordes de esa línea tomamos ideas de aquí y de allí. Actualmente existen libros y otros materiales que nos pueden ayudar con ideas y consejos.
También existen muchos grupos de padres, charlas, talleres y muchos otros recursos que nos pueden ayudar a ver que hay otros padres que piensan como nosotros y comparten lo que estamos haciendo. No son, por así decirlo, grupos de ayuda, pero terminan funcionando como tal.
Esto nos ayuda a entender que no estamos solos. Que hay mucha gente, sobre todo padres como nosotros, que también luchan, trabajan y piensan en la mejor forma de criar a sus hijos. Padres que también se equivocan y aprenden. Percibirlo nos ayudará a enfrentarnos a personas de nuestro entorno que no nos entiendan o apoyen con la línea que hemos elegido.
“Lo maravilloso de aprender algo, es que nadie puede arrebatárnoslo”
-B. B. King-
Mi intención y la pretensión más importante de este artículo es transmitirte que criar y educar puede ser muy bonito. Es una forma, tu forma de educar, de poner tu granito de arena en este mundo e intentas hacerlo teniendo en cuenta lo que piensas que es mejor para tus hijos. Además, comprendo que en parte los percibas como seres indefensos que en cualquier momento pueden colocarse bajo el foco de malas influencias. En este sentido te animo a que te informes, a que tomes decisiones y a que tomes la opinión de los demás como lo que son, opiniones.
Te animo a que les corrijas si lo hacen mal, pero a que lo hagas con sentido común. Diferencia aquellos límites flexibles de aquellos que no lo son y permite que los demás jueguen su papel -el de hermanos, abuelos, tíos, amigos, etc.- sin que suponga una interferencia con el tuyo. Finalmente disfruta, disfruta de verle sonreír, del placer con el que se come un dulce de vez en cuando o de que se quede dormido con el abuelo en el sofá.