¿Qué podemos hacer ante personas especialmente susceptibles?
Las personas somos seres sociales por naturaleza. Constantemente nos relacionamos con otras personas que generalmente, comparten con nosotros intereses, gustos y afinidades. Sin embargo, en otras ocasiones damos con personas con las que esto no ocurre. Por esta razón, es normal que antes o después surjan diferencias entre nosotros. Esto podría verse como algo que hace que las relaciones sean más emocionantes, pero que a veces también puede ponernos en situaciones realmente desagradables. Especialmente, cuando topamos con personas susceptibles.
Lo cierto es que, dentro de esta heterogeneidad de pareceres y de intereses y, debido sobre todo a características individuales, hay personas que se toman cualquier comentario como un ataque personal. Así, responden de forma agresiva, generando un conflicto casi de cualquier interacción que tengamos con ellas.
¿Qué podemos hacer con este tipo de personas? ¿Hay que apartarlas de nuestra vida?
¿Merece la pena la relación con la otra persona?
Para valorar si merece la pena mantener la relación es importante ser consciente del grado de cercanía que tenemos con ella y, sobre todo si, a pesar de ser una persona susceptible compensa pasar por esos malos tragos.
En el caso de que la persona en cuestión sea desconocida, no merece la pena gastar todas nuestras energías en discutir. Más aún si ya sabemos que la discusión no va a llegar ningún sitio o si no necesitamos llegar a ningún acuerdo.
No es cuestión de quedar mal con cualquier persona, pero recuerda que hay relaciones que no son saludables y, por tanto, no merece la pena conservarlas.
La llave maestra: la empatía
Una máxima que debemos grabarnos en la mente es que todas las personas no tienen las mismas habilidades sociales. Es decir, no todas las personas con las que nos comunicamos son capaces de hacerlo de forma eficaz. Por ello, aunque a veces nos resulten torpes o desacertados, hay que valorar el esfuerzo y la intención.
Hay que intentar de comprender que podemos estar ante una situación de este tipo y debemos tratar a la personas con paciencia, dándole espacio para que se exprese y rectifique si así lo desea.
Siempre tenemos que intentar ponernos en el lugar del otro, pero en la comunicación se hace más esencial, ya que es un proceso que es recíproco y sin la intención y receptividad de los dos, no será efectiva. La empatía es una gran herramienta que tenemos que utilizar en nuestras relaciones con los demás. Nos permitirá entender por qué las personas pueden estar susceptibles, si están pasando por un mal momento, si les puede ocurrir algo con nosotros… Pero, además, es importante acompañarla de la asertividad y educación.
Crea tu propio espacio
Antes de meterte de lleno en cualquier discusión, piensa muy bien qué es lo que quieres decir y cómo. Crea tu espacio, date tiempo e intenta controlar tus sentimientos más primarios (ira, rabia, enfado) que solo conseguirán que la relación empeore aún más.
Con esto no decimos que siempre te quedes callado y aceptes cualquier palabra. Puedes dar tu opinión aunque se completamente opuesta. Eso sí, ten en cuenta que una buena manera de opinar es pausada y sosegada, hablando siempre desde el “yo”.
Espera pacientemente tu turno de palabra
Muchas veces las personas susceptibles se muestran con una gran inquietud porque temen que una conversación cambie de tema y pierdan la oportunidad de dar su opinión. También es habitual, que empiecen a manifestar un nerviosismo que se puede tornar en agresividad cuando les invade la frustración, provocada por la sensación de que a su opinión no se le ha concedido el valor que merece. Al igual que mereces tu espacio, déjale espacio para que se exprese y, cuando le respondas, asegúrate de que tu mensaje queda claro. Que ha entendido tu intención y lo que querías decir.
En definitiva, estas son algunas ideas que te ayudarán en las ocasiones en las que coincidas o te relaciones con personas susceptibles. Si no funciona, recuerda que siempre puedes hacer uso de tu libertad y cortar la conversación. No podemos llevarnos bien con todo el mundo.