Quejas del trabajo: gente que intoxica y luego no hace nada
Las quejas del trabajo son algo que ocurre con frecuencia. La cruda realidad es que incluso los trabajos más buscados generan algo de estrés y frustración.
Sin embargo, muchas personas se preguntan si las quejas del trabajo generan más perjuicio que beneficio. ¿Quejarse del trabajo nos permite una salida saludable para la frustración o intensifica nuestro estrés?
El problema principal reside en las quejas del trabajo que se dan en un contexto laboral por parte de compañeros que se quejan, intoxican y luego no hacen nada. Esos compañeros están poniendo tu trabajo y tu capacidad de concentración al límite sin saber muy bien por qué.
Así que hay que tener mucho cuidado. Ser un buen compañero no quiere decir que tengas que sentirte mal por no quejarte o por hacerlo con quien debes y cuando debes. Hay investigadores que han analizado estas preguntas y pueden arrojar algo de luz sobre los efectos de las quejas y el manejo del estrés laboral.
Las quejas del trabajo: es normal desahogarse
Quejarse un poco de los compañeros de trabajo, jefes, clientes y de la rutina diaria puede ser catártico. Puede ser liberador dejarlo salir cuando has estado frustrado durante todo un día o una semana. Tener a alguien que escuche y valide tus sentimientos puede ayudarte.
Esta conducta, por lo general, nos ayuda a sentirnos menos estresados sabiendo que tenemos personas en nuestras vidas que entienden lo que estamos pasando y nos acompañan.
Además, quejarse sobre el trabajo puede ayudar a un grupo a sentirse más unido, especialmente si todos enfrentan un estrés laboral similar. A veces, solo queremos que alguien nos abrace y nos diga que estamos haciendo un buen trabajo, especialmente si no recibimos muchos comentarios positivos sobre nuestra ejecución.
Las quejas del trabajo con compañeros pueden conducir a soluciones
Discutir los problemas con los demás siempre tiene la promesa de llevarnos a soluciones que quizás no hayamos pensado por nuestra cuenta, lo cual es particularmente cierto con el estrés laboral.
Hay muchos casos en que un compañero de trabajo puede tener una solución que no vemos de inmediato. En otras ocasiones se puede encontrar una respuesta en la que no pensamos porque estamos demasiado inmersos en el problema.
Cuando las quejas del trabajo vienen sin razón y se hacen hábito
Escuchar continuamente las verbalizaciones de alguien sobre lo mal que va todo, puede llevarte a un colapso en un momento de alto estrés. Puede ser que esa persona luego no sea capaz de decirle nada al jefe o que incluso lo venere en público.
Muchas veces, sin darte cuenta, nos vemos implicados en problemas ajenos a los tuyos sin saber por qué. Eso pasa porque algunas personas intoxican con sus problemas y su hábito de queja constante.
En el momento en que una persona no toma ninguna medida real, no tienes la obligación moral de seguir escuchándolo.
Se puede propagar la negatividad
La negatividad es un virus emocional altamente contagioso. Esto significa que, si te quejas en exceso, puedes propagar tu mal humor, lo que a su vez significa que los que te rodean pueden volverse más negativos y retroalimentarte.
La conclusión aquí es que debes tener cuidado con cuánto te quejas y con quién lo haces. Y, sobre todo, quién te escoge para quejarte, qué espera de ti y por qué después de varias veces no acude a recursos humanos o al personal dedicado a gestionar estas problemáticas.
La fuerza del hábito
Cualquier pensamiento o comportamiento habitual puede volverse propenso a repetirse. Quejarse no es diferente de tomar una determinada ruta al trabajo o recitar el alfabeto: cuanto más lo haces, más automático se vuelve.
Si las quejas del trabajo se vuelven habituales, se vuelve más automático notar lo negativo (y más desafiante notar lo positivo) sobre otras cosas en la vida también.
Existe un riesgo real para que tu actitud tome la forma de sus patrones de pensamiento más habituales, por lo que hacerlos positivos en lugar de negativos puede tener un efecto real.
La queja sin soluciones jamás funciona
Si bien la queja puede parecer una liberación saludable en este momento, en realidad puede hacerte sentir peor a la larga. Esto se debe, en parte, al hecho de que expresar enojo en realidad puede hacerlo más fuerte, no más débil.
La idea de que necesitas desahogar la ira o se acumulará y finalmente será liberada es un mito. Permitirte refrescarte, reenfocar tu atención y expresar tu enojo de manera no agresiva puede ser más efectivo y menos destructivo.
Quejarse a la persona adecuada
Quejarse no es del todo malo. Si te quejas (amablemente) con alguien que realmente puede ayudarte, puedes mejorar su situación.
Por ejemplo, si tienes una situación en el trabajo que genera estrés constante, hablar con el responsable de gestionarlo puede ayudarte a solucionar el problema en lugar de simplemente soportarlo. Lo importante es que, si te responsabilizas de tus quejas, los demás hagan lo mismo.
Ante las quejas del trabajo puedes preguntar: ¿hay algo que yo pueda hacer? ¿te estás quejando con la persona adecuada?
Si alguien se encuentra quejándose de algo que puede cambiar, tal vez deba encontrar a la “persona adecuada” para quejarse, lo que significa que también puede convertir su sesión de ventilación en una sesión de lluvia de ideas y explorar lo que está en su poder para cambiar.
Conclusión: no pongas en riesgo tu salud por las quejas del trabajo
Debido a que las quejas nos generan disconfort, las quejas habituales nos ponen en el mismo tipo de riesgo que el estrés crónico. Cuando la mente percibe una amenaza, como sucede cuando nos recordamos de lo mal que están las cosas en el trabajo, se activa la respuesta al estrés del cuerpo.
A partir de este punto se producen una cascada de cambios que nos ayudan a luchar o huir. Si esta respuesta física se desencadena repetida y constantemente, puede traer una serie de efectos negativos en la salud física y emocional.