La regla de Ricitos de Oro, el secreto de la motivación

A todos nos gustan los desafíos, pero si son muy difíciles o muy fáciles el interés decae. La regla de Ricitos de Oro usa una imagen de este cuento clásico para darnos una interesante lección sobre motivación humana.
La regla de Ricitos de Oro, el secreto de la motivación
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 19 febrero, 2022

La regla de Ricitos de Oro nos dice que las personas experimentamos la máxima motivación cuando las tareas no son ni muy fáciles, ni muy complicadas. Una vez más recurrimos a esas analogías de los cuentos clásicos infantiles, para describir e ilustrar situaciones que todos podemos comprender de manera más original e ilustrativa.

Ricitos de Oro era una niña de cabellos dorados y excesivamente curiosa que un día se encontró una casa en el bosque. No dudó en entrar en ella y en deleitarse de todas las cosas hermosas que allí había. Aquel hogar pertenecía a tres osos y en una de las mesas, descubrió tres apetitosos tazones de sopa (o de leche según otras fuentes del propio cuento).

La primera taza no fue de su agrado: la sopa estaba muy caliente. La segunda tampoco le gustó, puesto que estaba demasiado fría. Fue la tercera la que se acomodó a sus preferencias. De algún modo, esta imagen puede aplicarse a cualquier ámbito de la vida. Cuando las personas nos enfrentamos a diferentes opciones, tendemos a gravitar hacia la opción intermedia.

A su vez, esa esfera intermedia, la que no es muy fría, ni muy caliente, ni muy extrema, ni muy impasible, es donde podemos demostrar nuestro mayor potencial. Esa en la que nos encontramos bien. Profundizamos un poco más en este interesante concepto.

Mujer caminando mirando la cima de una montaña aplicando la regla de Ricitos de Oro
La regla Ricitos de Oro o la teoría de “la cantidad justa” se aplica a disciplinas como la psicología, la biología, la economía, la astronomía, la economía o la ingeniería.

¿En qué consiste la regla de Ricitos de Oro?

En la casa de los tres osos del cuento de Ricitos de Oro, cada mueble, cada ropa y cada comida se ajustaba al tamaño y las preferencias de sus propietarios. La niña que entró en ese hogar llevada por la curiosidad probó cada una de aquellas cosas para buscar también cuál se adaptaba a sus características, descubriendo que todo lo intermedio era lo que más sintonizaba con su persona.

Si lo pensamos bien, esto es lo que hacemos muchos de nosotros durante prácticamente toda nuestra vida. Buscamos ese espacio idóneo en el que cada circunstancia se ajuste a nuestras características. A fin y al cabo, es en ese punto donde nos encontramos bien y ofrecemos el máximo de nosotros mismos. Por tanto, cada quien debe hallar ese punto de ajuste, el que más le define de manera particular.

El principio del punto de ajuste define casi cualquier área de nuestra existencia

La regla de Ricitos de Oro se aplica a la psicología, la ciencia, la economía, la biología y hasta la astronomía. Por ejemplo, Stephen Hawking habló de este principio con frecuencia. Según explicaba, un planeta no debe estar ni muy cerca ni muy lejos de su estrella o del centro de la galaxia para que pueda existir vida.

Lo mismo sucede en la economía: para que un producto dé beneficios no debe tener un precio ni muy bajo ni desorbitado. En medicina, por ejemplo, hay fármacos con propiedades excitatorias e inhibitorias a la vez, como algunos antipsicóticos. Sin embargo, su administración genera un punto de ajuste idóneo para reducir la manía, la impulsividad, etc.

Netflix es otra compañía que aplica la regla de Ricitos de Oro o el principio Goldilocks. En esta plataforma se establecen tres tipos de tarifas: una más alta con más ventajas, una intermedia y otra más baja con menos beneficios. Por lo general, la mayoría de usuarios tienden a usar la tarifa intermedia (o la que más se ajusta a su economía/necesidades).

La regla de Ricitos de Oro explica nuestra tendencia a preferir información que no sea ni muy larga ni muy corta, ni muy compleja ni muy elemental. 

La regla Ricitos de Oro y la motivación

El área donde más se aplica la regla de Ricitos de Oro es en el campo de la motivación. Algo que todos sabemos es que a todos nos gustan los retos y los desafíos. Sin embargo, para que un reto nos sea gratificante y se mantenga nuestra motivación necesitamos que se cumpla la regla Goldilocks.

Es decir, si nos gusta el ajedrez seguramente nos vendremos abajo si nos enfrentamos con Magnus Carlsen, el actual campeón del mundo. Ocurrirá lo mismo si jugamos con un niño de 4 años que acaba de aprender. El nivel óptimo de motivación es aquel que se ajusta a nuestras habilidades actuales, y es por lo general una zona intermedia en la que nos sentimos bien.

Ocurre lo mismo en el mundo del deporte y la salud. Un estudio de la Universidad de Curtin incide en otro dato importante. Si bien es cierto que hacer ejercicio es bueno para nuestro bienestar general, cada persona debe partir de sus propias características personales.

Es decir, quien no esté habituado a correr o ir al gimnasio, por ejemplo, no puede empezar con una sesión de elevada intensidad. Algo así puede ser contraproducente.

Persona caminando aplicando la regla de Ricitos de Oro
Según la regla de Ricitos de Oro, en el deporte lo idóneo es hallar ese punto medio en el que, sin llegar al límite, el corazón y el cuerpo alcancen una actividad saludable y suficiente.

El hábito y la constancia desplazará nuestros puntos de ajuste

Hay otro elemento interesante de la regla de Ricitos de Oro. A medida que desarrollemos un hábito (estudio, deporte, etc) nos volveremos más competentes. Por esa regla de tres, ese punto de ajuste idóneo irá cambiando, nos iremos hacia ese extremo premiun o de “experto” en el que necesitaremos cada vez retos más elevados.

Esa es la magia del desarrollo humano, de nuestra evolución. La felicidad también parte de integrar esta regla con nombre de cuento infantil. Una vez descubrimos cuál es nuestro actual punto de ajuste, podemos trabajar para seguir avanzando y seguir progresando para alcanzar el máximo bienestar. Esa es la clave.


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