La responsabilidad educativa de la familia
La familia es la primera escuela o lugar de aprendizaje para los más pequeños. Desde que nacen conviven con personas que les enseñan distintas opciones y sus consecuencias sin necesidad de ser maestros como tal. El abuelo, la tía, el hermano, el sobrino, un vecino, etc. Todos ellos pueden jugar un papel extraordinariamente relevante en la adquisición de conocimientos.
Una pareja que elige formar una familia y tener hijos probablemente no se cuestione: ¿qué supone ser padre y madre?, ¿qué responsabilidades irán asociadas a mi nuevo rol? Estas preguntas están en el seno de la cuestión central: ¿estamos o no preparados para la paternidad?
¿Cuáles son las responsabilidades esenciales de los padres?
Una de las responsabilidades esenciales de los padres y madres es la responsabilidad educativa. Somos conscientes de que en los primeros años de vida, la familia es la principal fuente de aprendizaje y socialización, por lo tanto, es aquí donde debemos incidir si queremos transmitir valores sanos a los más pequeños.
En una de sus conferencias, Jorge Bucay (2014) nos invita a imaginar que cada familia es una pequeña escuela. También sugiere determinadas pautas sobre la educación en el núcleo familiar, un espacio que debería ser cuidado para facilitar determinados aprendizajes -comprender el punto de vista de los otros, no desesperarse cuando algo no sale bien, aprender de los fracasos, organizar las prioridades, etc.,- y a prevenir otros.
¿Qué es la responsabilidad educativa?
La responsabilidad educativa de la familia constituye un compromiso amplio que implica la trasmisión de ciertos conocimientos, actitudes y aptitudes a sus hijos. Sabiendo esto, ¿qué función tiene la responsabilidad educativa en la familia? ¿Cuál es su propósito dentro de la escuela? La finalidad esencial sería la de guiar de forma consciente el crecimiento de los más pequeños.
Hay muchos motivos para fomentar la participación de padres en la vida escolar, igual que pueden ser muchos los beneficios que se deriven de unos padres y una escuela que estén en sintonía. En este sentido, es fundamental que existan vías de comunicación abiertas, de manera que las personas que tengan contacto con estrecho con los más pequeños marquen pautas que vayan en la misma dirección.
Ventajas de la participación de la familia en la educación
La participación de los padres en el ámbito educativo es clave para el desarrollo de sus hijos. Existe un buen volumen de estudios que hablan de cómo puede mejorar y ayudar el hecho de que las familias trabajen en colaboración con el centro escolar. Algunas de las ventajas son las siguientes:
- Reducción del absentismo y aumento del rendimiento académico.
- Mejora el comportamiento del alumno en el aula: se sienten más motivados y con mejor autoestima.
- El beneficio se extiende a todas las edades.
- Acrecienta el desempeño de los docentes: tanto los maestros como las familias aprenden a valorar más su trabajo y los desafíos que enfrentan, lo que hace que todos se sienta reconocidos y valorados.
- Ayuda a que los padres de familia se sientan más involucrados y felices con la educación de sus hijos.
Desventajas de la participación familiar en la educación
Aunque la implicación de los padres en la educación de sus hijos tiene beneficios, también tiene una vertiente peligrosa con la que hay que tener cuidado. Existen varios casos en los que la participación de los padres podría considerarse excesiva. Un ejemplo sería cuando los padres llaman o buscan constantemente a los maestros para estar monitoreando la evolución de sus hijos.
Por el otro lado, a muchos docentes también les preocupa hasta qué punto deben involucrarse los padres. Una buena alternativa para evitar estas situaciones sería que las escuelas coordinasen políticas de participación en conjunto con las familias para consensuar límites y normas, y que los padres conozcan con claridad hasta dónde pueden contribuir.
Desafíos de la participación educativa de las familias
Como hemos visto anteriormente, los padres tienen un papel muy relevante en cuanto a la educación de sus hijos desde edades muy tempranas. Esta responsabilidad se fundamenta en su ejercicio constante, su compromiso y en el propio ejemplo como madres y padres.
Por otro lado, las familias deben compartir con los profesores las responsabilidades educativas, ya que de este modo el mensaje que reciben los niños y niñas es más coherente y consistente. Asimismo, tanto en el hogar como en la escuela se siembran los siguientes aprendizajes:
- Desarrollo de habilidades sociales y emocionales que fomenten la autonomía.
- Transmisión de normas, valores y costumbres.
- Enseñanza de conocimientos o estrategias educativas.
- Respeto por las normas y responsabilidades familiares.
Educar bien es proporcionarle al niño la oportunidad de autovalorarse y de cultivar su propia libertad de pensamiento. Esto pasa por atribuirle un rol activo en la familia y unas responsabilidades que, a su medida, le hagan necesario.
Nuevos retos
Ser padre y madre implica un compromiso de por vida, una tarea que demanda tiempo de calidad; adultos que estén pensando en lo que están haciendo en ese momento, y en las consecuencias derivadas -no vale solo con estar presentes en el plano físico-. Una forma de practicar esta idea sería, por ejemplo, crear un espacio de lectura compartida.
Por su parte, en los adolescentes el reto es mucho mayor. Se trata de una etapa de mucho cambio y el foco se centra en que no olviden que pueden contar con nosotros. Habrá momentos en los que ellos se quieran alejar y en ellos es muy importante que no olviden que tienen el camino abierto de vuelta a casa.
La colaboración en la educación
María Montessori creía que uno de los desafíos más importantes a los que se enfrentan los padres es respetar los intereses individuales de sus hijos. En este mismo sentido, pensaba que actuando de manera colaborativa, un niño aumenta la probabilidad de que el niño pueda crecer en áreas que le van a reportar satisfacción durante el resto de su vida (Montessori, 2016).
Los niños observan a su entorno y, por defecto, lo imitan. Padres responsables acaban formando, en la mayoría de los casos, hijos responsables. Por el contrario, padres sobreprotectores, inconsistentes o garantes de una disciplina rígida -no confundir con coherente o consistente- van a ser un obstáculo para que sus hijos crezcan asumiendo las responsabilidades que les corresponden
“Quién toca al niño toca el punto más sensible de un todo que tiene raíces en el pasado más lejano y que se eleva hacia el futuro infinito. Quién toca al niño toca el punto delicado y vital donde todo puede decidirse, donde todo puede renovarse, donde todo late con vida, donde yacen ocultos los secreto del alma”.
-María Montessori (1870-1952)-
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- Jorge Bucay en Nerja: Crecer y aprender, Escuela de Padres y Madres (2014): Video Jorge Bucay: https://www.youtube.com/watch?v=MlhjmnIyEik&t=3476s. Recuperado el 3/4/2022
- López, H. (2004). Padres y alumnos ante el valor de responsabilidad. Educatio Siglo XXI, 22, 187–205.
- Montessori, M. (2016). El niño en familia, Ámsterdam, Montessori-Pierson Publishing Company.
- Montessori, M. (2017). María Montessori le habla a los padres. Una selección de artículos, Ámsterdam, Montessori-Pierson Publishing Company.
- Salguero, Alejandra. (2006). Identidad, responsabilidad familiar y ejercicio de la paternidad en varones del Estado de México. Papeles de población, 12(48), 155-179.