Saber lo que quieres, ¿es suficiente?
Para empezar, te propongo parar unos minutos para responder a estas dos preguntas: si estás a gusto con la vida que llevas y si te sientes satisfecho con lo que has logrado. A veces, saber lo que quieres es complicado. Puede ser que el ritmo sin descanso de tu vida no te deje tiempo para reflexionar sobre si vives de la manera que quieres o si hay metas que te gustaría conseguir. O quizás sí que tienes claros unos objetivos, pero no sabes cómo iniciar el camino que te llevará a ellos.
Si es así, si tienes objetivos que quieres conseguir, en este artículo te daré unas claves muy útiles que pueden ayudarte a alcanzarlos. Pero primero me gustaría acompañarte en una reflexión acerca de tu vida, del camino que sigues y de cómo lo decides, ya que saber lo que quieres, tener un criterio propio y estar en el camino “correcto” es la base para que los objetivos que busques tengan realmente un sentido coherente en tu vida.
¿Tienes una brújula que guíe tu camino?
Tengas o no planteados unos objetivos específicos, intenta mantener siempre un objetivo general. Construye una brújula que te oriente, de manera que siempre sepas dónde están tus cuatro puntos cardinales. Esta brújula quizás no evite obstáculos, pero sí hará que no te pierdas o desorientes.
Tu camino puede dar muchas vueltas, puede subir y bajar, puedes encontrarte obstáculos y tormentas que atravesar, pero lo fundamental es saber que estás en el camino “correcto”. Además, la manera en la que avances va a poner de relieve aquello que es valioso para ti y eso es esencial para que tu vida enriquezca su sentido.
¿Cómo puedes saber que estás en el camino correcto?
De entrada, te encuentras siempre con la incertidumbre de si la decisión que tomas es la más adecuada o de si lo que haces es lo mejor. Es normal, ya que esta incertidumbre forma parte del riesgo que acompaña a muchas de las decisiones que afrontamos.
No hay nadie en el mundo que pueda asegurarte que estás en lo cierto o en el mejor camino. Afortunadamente, hay más de un camino correcto, incluso distintos caminos que llevan a un mismo lugar. En cualquier caso, que seas tú el que decida el rumbo siempre va a ser un buen presagio.
No es difícil saber lo que quieres y encontrar tu propio camino, lo que pasa es que no estás acostumbrado a ello. Muchas veces dejas que sean otras personas quienes te guíen, tal vez por comodidad o por miedo a no conseguir los resultados que esperas. A veces, confías más en los otros que en ti mismo, pero nadie sabrá mejor que tú lo que más te conviene.
Escucha tus emociones, ellas te van a dar información sobre lo que necesitas y esto te va a ayudar a tener tu propio criterio, que es lo que te permitiría llegar a un estado de “autonomía”, que tiene una función integradora en el sistema de regulación moral descrito por Villegas (2011).
¿Decides con la mente o con el corazón?
Una vez que hayas escuchado tu emociones, utiliza la razón para seguir las señales que te proponen. Se tratan de un trabajo combinado en el que el equilibrio entre las fuentes de información (emociones) y el trabajo con estas fuentes de información (razón e intuición) es lo que de alguna manera va a aumentar nuestras posibilidades de éxito.
Dentro de este equilibrio, la motivación juega un papel fundamental. Como dice Grad, M. (2015), no vas a creer que eres capaz de hacerlo, hasta que lo hagas. Aunque, por otra parte, también es bueno que analices si estos objetivos son realistas, si alcanzarlos está dentro de tus posibilidades.
“Sigue tu corazón, pero lleva tu cerebro contigo”
-Alfred Adler-
¿Saber lo que quieres es suficiente?
Después de darte cuenta de la importancia de avanzar por tu propio camino en un sentido general, probablemente tengas algunos objetivos que te gustaría conseguir a un nivel más práctico pero, que a la vez, te acercan a una mayor sensación de bienestar y realización. Estos objetivos pueden ser muy diversos: querer hacer más deporte, aprender un idioma, ordenar la habitación o la casa, adquirir el hábito de meditar cada día, etc.
Sin embargo, saber lo que quieres no es suficiente. No sirve de nada si te quedas solamente con una idea general, como por ejemplo “quiero hacer más deporte”, ya que va a resultar como si no te hubieras planteado ningún objetivo. Para conseguir realmente tus propósitos, además de tener motivación, es básica la planificación, como hace referencia el Dr. Díaz en su artículo “Pensando sobre el futuro a lo largo del ciclo vital”.
De esta manera, los objetivos concretos son los que van a darle forma al objetivo general al que hacíamos referencia al principio. Tal como ejemplifican Toja y Bravi (2015), en lugar de decir “haré más deporte”, es mejor definir más específicamente el objetivo: “haré diez series de abdominales al día”. Así, no te quedas con una afirmación más bien abstracta, sino con algo concreto que puedes comprometerte a realizar. Como ves, saber lo que quieres no es suficiente.
“Fijar objetivos equivale a reducir la distancia que te separa de ellos”
-Anxo Pérez-
¿Cómo puedes conseguir tus objetivos?
A veces, tu reto puede ser mucho más alto, como por ejemplo “quiero correr una maratón”, lo cual pensar en esto puede resultarte abrumador y puedes dar lugar a la procrastinación. Por esto es importante que dividas el objetivo en partes, por ejemplo, entrenar 30 minutos al día. Se trata de empezar con los objetivos más asequibles y, cuando ya seas constante con estos, seguir con los más costosos o aumentar el tiempo de dedicación.
También es muy útil que te fijes el momento del día en que vas a realizar tu objetivo. Puede ser cuando te despiertas por la mañana, cuando llegas a casa después del trabajo o también puedes determinar una hora precisa. Este es un punto fundamental, ya que si no concretas cuándo te vas a poner a ello, pueden pasar las horas del día sin darte cuenta y sin haber encontrado un buen momento para dedicarle a tu objetivo.
Uno de los puntos claves para la consecución de los objetivos, según Pérez (2014), es definir un objetivo que él denomina de “tolerancia zero”: este no es el objetivo óptimo que quieres conseguir, es mucho más sencillo, pero justamente por esto, tienes que realizarlo sin ninguna excepción para no perder la constancia.
Por ejemplo, si tu objetivo es entrenar 30 minutos al día, pero un día se te hace realmente muy difícil poder realizarlo, puedes llevar a cabo el objetivo de “tolerancia zero”, que podría ser entrenar 5 minutos. ¡Seguro que puedes dedicarle 5 minutos! Esto te ayudará a seguir siendo constante.
¿Qué necesitas para pasar a la acción?
Después de saber lo que quieres, escuchar tus emociones y planificar tus objetivos, solo te falta pasar a la acción. Para conseguir el éxito en la consecución de tus propósitos, te propongo seguir todas estas claves y, sobre todo, es importante que seas optimista y creas en un futuro mejor, ya que así podrás perseguir tus metas con mayor perseverancia.
Además, más allá de saber lo que quieres, debes tener claro el porqué quieres conseguir estos objetivos. Recordarlo te dará fuerza y dará sentido a tu esfuerzo. No te rindas, cada vez estás más cerca de alcanzarlos.
“Recuerda tus sueños y lucha por ellos. Debes saber qué quieres de la vida. Sólo hay una cosa que hace tu sueño imposible: el miedo al fracaso”
-Paulo Coelho-
Referencias bibliográficas:
-Grad, M. (2015). La princesa que creía en los cuentos de hadas. Barcelona: Ediciones Obelisco.
-Pérez, A. (2014). Los 88 peldaños del éxito. Barcelona: Alienta Editorial.
-Toja, O. y Bravi, S. (2015). Actitud positiva para perezosas. Barcelona: Editorial Planeta.
-Villegas, M. (2011). El error de Prometeo: Psico(pato)logía del desarrollo moral. Barcelona: Herder.