Saber renunciar es clave para estar bien
No es exagerado decir que buena parte de nuestro bienestar depende de saber renunciar. Seguramente la palabra “renuncia” ya genera animadversión a muchas personas. No es para menos. Vivimos en una cultura que nos invita todo el tiempo a conseguir y a acumular, no a renunciar.
Las consultas de los psicólogos están llenas de personas que no encuentran el camino para sentirse a gusto con la realidad en la que viven. A muchos de ellos les sorprende el hecho de que han conseguido mucho de lo que se han propuesto. Tal vez un buen trabajo, ciertas comodidades o una pareja estable. Las opciones pueden ser muchas. Y pese a contar con realidades que anhelaban, finalmente no se sienten bien.
“La vida es un aprendizaje de renunciamiento progresivo, de continua limitación de nuestras pretensiones, de nuestras esperanzas, de nuestra fuerza, de nuestra libertad”.
-Henri-Frédéric Amiel-
Quizás la clave no está exactamente en qué conseguir. Es posible que la solución a esa inconformidad eterna esté en saber renunciar. En lograr un equilibrio entre el entusiasmo por obtener lo que soñamos y la conformidad por apreciar lo que tenemos.
Un tiempo de malestar
Si algo tenemos en común los seres humanos es ese deseo de estar bien. Y cuando estamos bien, de estar mejor. Es una cierta inconformidad positiva, que finalmente ha permitido construir los conocimientos, la ciencia y las civilizaciones. Queremos resolver los problemas que nos plantea la realidad para estar mejor, siempre mejor…
Sin embargo, en nuestra época “obtener” y “ser ” se han convertido prácticamente en sinónimos. Lo que eres, depende de lo que obtengas. “Ser alguien” significa obtener reconocimiento, dinero, prestigio, fama, o lo que sea. El punto es que son esos anexos los que dan el peso al ser que los ostenta. No eres nadie, si no cuentas con aquello que te ponga por encima de los demás.
Así mismo, vivimos tiempos en los que parece haber una epidemia de infelicidad. No es gratuito que los índices de trastornos mentales hayan subido en las últimas décadas y que la mayoría de las personas se quejen de su vida.
Saber renunciar
Una parte importante de todo está en el hecho de que la vida, sí o sí, nos empuja a múltiples renuncias. Casi todos los días. Si haces una cosa, dejas de hacer otra. Tienes que elegir. Si quieres una casa gigante y maravillosa, probablemente tendrás que dejar a tu familia sola para dedicarte con mayor ahínco a tu trabajo. Si quieres una pareja estable, debes renunciar a los hombres o mujeres que pasen por tu vida.
Esa es la parte que muchos no comprenden, o no quieren aceptar. Suponen que solo se alcanza el verdadero bienestar cuando se logra tener todo al mismo tiempo. Saber renunciar no está dentro de sus cálculos. Todo lo contrario. Lo que anhelan es saber obtener, saber acumular, saber acopiar el conjunto completo.
Ahí es donde está la mentira. Toda decisión que tomamos en la vida implica una renuncia. Todo logro obtenido tiene su precio. No es posible tenerlo todo. Ahora bien, cada persona define cuáles son sus prioridades. Por eso saber renunciar es fundamental.
La felicidad está dentro
Nos engañamos pensando que seremos más felices al obtener esto, sin perder aquello. Deseamos el paquete completo y cuando no lo logramos, podemos llegar a sentirnos infelices. Anhelamos aquello a lo que renunciamos, en lugar de disfrutar lo que conseguimos gracias a esa renuncia. Siempre estamos eligiendo, lo que sucede es que muchas veces no nos damos cuenta de ello.
Quizás terminamos enojándonos con nosotros mismos por no encarnar ese ideal de “ser”, que ni siquiera construimos. Comenzamos entonces a maltratarnos y a exigirnos. Un mejor trabajo, un mayor estatus, una armonía perfecta en pareja, unos hijos de portada y un larguísimo etcétera. Como los ideales son ideales, precisamente porque no están dentro de la realidad concreta, hacemos de nuestra vida un infierno en pos de eso que no tenemos.
Si hay algo claro es que o se es feliz con poco, o no se es feliz. Cuando de veras hay un equilibrio interno, cesa esa ansiedad voraz de tener más o de ser más. Esto solo es posible si se ha adquirido la capacidad de saber renunciar. La felicidad es una actitud en la cual existe la fortaleza suficiente para identificar lo que verdaderamente nos importa e ir tras ello, renunciando a lo demás sin nostalgias.