Salas para liberar la ira y el llanto, la industria de la catarsis emocional
Las salas para liberar la ira y el llanto son un enclave de referencia en países como Japón o Reino Unido. La industria de la catarsis emocional se está consolidando con fuerza en una sociedad que no deja espacio ni tiempo a la expresión de esos sentimientos tan complejos como son la tristeza, la angustia o la rabia… Realidades invisibles que van carcomiéndonos hasta difuminar por completo el bienestar.
Es posible que a muchos les parezca extraño. ¿Por qué deberíamos pagar para acudir a un centro para llorar, gritar o romper objetos si nos apetece? ¿Es que no podemos hacer lo mismo en casa? Pensemos en ello durante un momento.
Nos hemos acostumbrado a desembolsar dinero para entrenernos, para divertirnos y cuanto más mejor. Así, en los últimos años hasta hemos descubierto el placer de acudir a las famosas escape rooms para poner a prueba nuestro ingenio.
Son experiencias que caen en el espectro de lo positivo y lo divertido. Sin embargo, el entretenimiento no borra el malestar, de hecho, actúa solo como una tirita temporal. Y, aun así, nos sigue resultando extraño algo como las crying rooms (salas de llanto) o las wrath rooms (salas de ira), espacios orientados a actuar como refugios seguros donde desahogar emociones difíciles.
Se nos olvida, quizá, que vivimos todavía inmersos en una cultura en la que ciertas realidades internas siguen siendo tabú. A día de hoy, seguimos sin saber qué hacer con el ovillo de las emociones difíciles.
Salas para liberar la ira y el llanto ¿cómo son?
Japón es vanguardia en la industria de las salas para liberar la ira y el llanto. El país nipón, como bien sabemos, suele tener un mercado muy amplio, tanto en el ámbito de la diversión como en las más variadas esferas del bienestar y el placer. Ahora bien, hay un hecho que se ha convertido ya en una preocupación nacional: el elevado índice de suicidios.
Sabemos, por ejemplo, que el índice de sucidios entre la población más joven aumenta año tras año. El estrés, la presión de la eficacia, tanto en los estudios como en el trabajo, están en la base de esta cifra. A ello se le añade otro factor: el hecho de buscar ayuda experta para tratar la depresión o la ansiedad es un estigma en este país.
Esto explica el auge de este tipo de salas. Por un lado, acudir a ellas está socialmente bien visto. Hay quien va a los karaoes, a la salas de recreativos, a los centros para dormir siestas, a los cat-cafés para desahogar el estrés acariciando gatos…
Las salas para liberar la ira y el llanto se han convertido en un recurso tan demandado como común en la actualidad.
Los objetivos que buscan alcanzar son los siguientes.
Salas para liberar la ira y el llanto: espacios seguros donde nadie emite juicios
Una de las primeras cosas que se encuentra la persona que acude a una de estas salas es seguridad. Para empezar, como dato curioso, cabe señalar que en estos espacios hay personal especializado, profesionales a los que llaman «guías emocionales». Son personas que ayudan liberar sentimientos mediante diferentes procesos.
- Se puede, por un lado, dejar a los invitados en una habitación para que por sí mismos y en soledad liberen aquello que necesiten. Bien lágrimas, bien gritos.
- También existe la opción de dejarlos en una sala donde pueden ver diferentes vídeos o películas que les ayuden a facilitar esa catarsis emocional.
- Asimismo, también se pueden elegir las dinámicas grupales. En ellas, diferentes personas con las mismas necesidades emocionales se unen para hablar, guiarse, apoyarse y liberar aquello que sienten.
En las salas para liberar la ira y el llanto las presiones culturales y sociales caen. No hay límites, ni presiones, ni aún menos miradas que enjuician por atrevernos a llorar o a mostrar nuestro enfado o frustración. Cada expresión, cada gesto y cada lágrima es aceptada y bien recibida.
Los hombres, los más necesitados en catarsis emocional
En Japón, gran parte de estos espacios están orientados a mujeres de entre 18 y 45 años. Se estima que en este país son ellas las que mayor estrés y presión social suelen sufrir, de ahí el éxito de estos centros.
Ahora bien, en toda Europa, y más concretamente en Londres, hay un hecho evidente y es que el número de suicidios masculinos triplica al de las mujeres.
- Los hombres tienen mayores problemas a la hora de poder liberar sus emociones. Esto es así porque, como bien sabemos, en nuestra cultura siguen pesando los estereotipos sexistas, ahí donde lo masculino se vincula a la fuerza, la resistencia y la valentía. Deconstruir estas ideas nos llevará tiempo, pero se logrará poco a poco.
- Hasta entonces, es común que muchos jóvenes londinenses acudan a espacios como The Wreck Room un lugar que tiene un claro objetivo: ayudar a liberar y canalizar la ira. Aunque eso sí, aquí la estrategia es simple y rudimentaria, porque se trata de entrar a diversas salas y romper a golpes lo que uno desee.
Es catártico, no hay duda, no obstante no es la estrategia más idónea para resolver los conflictos y las tensiones internas. Para ello, es necesario abordar pensamientos, experiencias, sentimientos. Aun así, estas dinámicas gustan y ponen sobre la mesa un hecho innegable: necesitamos más recursos (y sobre todo recursos expertos) para aprender a entender nuestros universos internos.
Asimismo, y más importante aún, es vital cambiar la imagen que tenemos sobre las emociones difíciles. Esconder lo que sentimos es una bomba de relojería con serios efectos secundarios. Aprendamos a manejarlas y aceptarlas, tanto en nosotros mismos como en los demás.