¡Sé positivo!
La vida siempre nos da sorpresas. Y es normal que tengamos cuidado y nos preocupemos por si la próxima no es muy positiva. Sin embargo, como las cosas pasan, queramos o no, debemos no centrarnos en exceso en lo malo que pueda suceder. Es más, lo mejor es ser positivo siempre que podamos, aunque no siempre sea posible, ni necesario.
No podemos controlar qué sucede alrededor de nosotros: si alguien que queremos enferma, si encontramos a alguien especial, si tenemos un accidente… pero sí podemos llegar a controlar nuestras emociones, nuestros sentimientos, y nuestra forma de ver la vida. Y realmente, eso marca una gran diferencia.
Pensar en que nos podemos encontrar cosas buenas y ver el lado positivo sí depende de nosotros. Ahí radica nuestra fuerza y el poder de nuestra mente. Es imposible predecir el futuro, puesto que a simple vista, nada parece sistemático en nuestras vidas, ni puede darnos pistas sobre lo que pasará en el largo plazo.
Lo que creemos conforma nuestra realidad
Ser más triunfadores en nuestro trabajo es mucho más probable si lo creemos que si pensamos lo contrario. Y esto es algo bien sabido por casi todos, pero que casi nadie aplica de forma consciente y racionalizada.
Es más, la mentalidad que predomina es la de pensar que las cosas saldrán mal, como si eso fuera una especie de talismán protector contra la mala suerte. Creemos que pensando negativamente, las cosas se tornarán después positivas. Jugamos con el “espejismo de las expectativas“.
Tener expectativas más bajas puede ayudarnos a sentir mejor los triunfos, así como pueden llevarnos a una mayor frustración. Así, si pienso que voy a suspender y obtengo un cinco, seré la persona más feliz del mundo. En cambio, si pienso en que voy a obtener un notable, y saco un cinco, el resultado habrá sido negativo. Pero las realidad de este ejemplo, es que he tenido un cinco. Con unas expectativas u otras. En este sentido, tener expectativas puede ser un arma de doble filo, pues habremos sufrido esperando obtener algo, o bien, habrá hecho que nos esforcemos menos, y el resultado podría haber sido mejor.
El futuro siempre va a guardar un grado u otro de incertidumbre insalvable, que va a estar ahí, sí o sí. Y podemos enfrentarnos a ella con miedo, o con positividad. Ser positivos no significa esperar más y mejor. Simplemente se trata de tener confianza, en nosotros mismos, en los demás y en que las cosas buenas pueden pasar. Cuando pensamos en positivo, nuestra actitud será más proactiva y, casi sin darnos cuenta, pondremos más esfuerzo en acercarnos a lo que queremos conseguir.
Siguiendo el ejemplo anterior, tomarse los estudios con una actitud positiva hará que veamos posible obtener una calificación alta, y estudiaremos más y mejor, porque lo vemos más posible. Así, esa cercanía hacia la posibilidad, también nos acerca a la probabilidad.
El miedo que impide ser positivo
El miedo nos hace inseguros, nos coarta, y aliena la libertad de la mente, y por tanto, de las personas. Tener miedo es natural, es esa alarma que nos dice: “cuidado, algo va a a pasar”. Pero, ¿qué va a pasar? Sólo hay dos opciones, a grandes rasgos. Algo que sentimos como bueno, o algo malo. Probablemente en una probabilidad del cincuenta por ciento.
¿Tiene sentido entonces el miedo? ¿Acaso no podemos convertir nuestras ideas miedosas, nuestros temores, en ideas esperanzadoras, positivas, y más enriquecedoras?
Se ha demostrado que las personas con una mente positiva viven más años y mejor que las personas que las personas negativas.
Una mente positiva hace a nuestro hilo más fuerte y duradero. Podemos levantarnos por la mañana y pensar en todo lo negativo que podemos encontrarnos: “está nublado, hoy seguro que llueve y hay atascos, no llegaré a tiempo al trabajo y no me dará tiempo a terminar todo lo que tengo que hacer…”. O bien, podemos despertar y verlo de otra manera: “está lloviendo, tengo que terminar esos asuntos pendientes, así que saldré un poco antes para llegar a tiempo. Y así, luego tendré tiempo para mí y leer ese libro que tanto me gusta”.
Son dos alternativas. Una te hace ir de mal humor al trabajo, que predispone negativamente para entablar relaciones con tus compañeros y hacer peor tus tareas. La otra, te hace sonreír, lo que activa en el cerebro sustancias que favorecen ese estado, y te predispone para pasar un día corriente, pero agradable y positivo, contigo y hacia los demás.
Ser positivo es sinónimo de ser feliz
Una realidad del día a día es que las personas positivas se relacionan mejor y tienen más amigos y conocidos, pues son atraen, derrochan y desprender energía positiva, buenas vibraciones. Sabes que si te acercas a ellos tendrás buenas sensaciones, y eso es algo que nos gusta a todos. Sabes que pasarás momentos divertidos, y lo más probable es que se te contagie ese estado de positividad que tanto se necesita hoy en día.
Cuando vemos sonreír a una persona que no conocemos, nos gusta más que otra que está a su lado, seria e inmutable, y que tampoco conocemos. Esto no quiere decir que tengamos que ir por la calle riéndonos sin motivo, pero un semblante con ademán de sonrisa y gracioso, transmite un interior satisfecho, divertido, y por tanto, atractivo.
Ser positivo es casi sinónimo de ser feliz. Dejemos a un lado el miedo a ver el vaso medio lleno. Vivamos cada momento como algo fascinante, y único. Disfrutemos del poder del ahora y pensemos de un modo constructivo. De un modo que nos aporte alegrías, esperanzas, sueños, ilusiones, felicidad.