El éxito suele esconderse detrás de una colección de fracasos

El éxito suele esconderse detrás de una colección de fracasos
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 07 diciembre, 2016

La respuesta para la pregunta del título es un “sí” rotundo. Intentar de nuevo es un derecho y un deber sagrado al que ningún ser humano debería renunciar. Quien ha tenido que enfrentarse a grandes dificultades y fracasos por muchos años tiene dos caminos como opción para tomar: no intentarlo y dejarse llevar por la inercia ineluctable de la vida, o intentarlo de nuevo y utilizar la experiencia acumulada.

Son muchas las personas que lo volvieron a intentar de nuevo después de décadas de fracasos y dificultades. ¿Sabías, por ejemplo, que Nelson Mandela pasó 30 años en la cárcel antes de salir y convertirse en el hombre que cambió la historia de Sudáfrica?

“No existe el fracaso, salvo cuando dejamos de esforzarnos”

–Jean Paul Marat–

Pero claro, “él era Nelson Mandela y yo soy un ser humano común y corriente”, dirán algunos. Dicho esto, es probable que saquen a relucir los miles de motivos por los cuales el gran líder sudafricano lo logró, pero ellos no pueden hacerlo. No se dan cuenta de que precisamente esa resistencia a intentar es el obstáculo más grande para alcanzar lo que pretenden.

mujer ante el umbral

Es cierto que esos logros de trascendencia histórica y global exigen que confluyan diversas circunstancias. Pero también es cierto que existen logros individuales que son equiparables a esto. El solo hecho de que alguien alcance sus sueños, después de soportar largos tiempos de fracaso, es un ejemplo invaluable para los que están a su alrededor. Es un esfuerzo que hace mejor el mundo en el que vivimos todos.

Intentar es incluso más importante que lograrlo

Una vida emocionante y digna de ser vivida es aquella en la que jamás se renuncia a intentar de nuevo. ¿Para qué vivimos si no es para hacer de la experiencia un homenaje a la vida misma? Claro que puedes pasar por el mundo sin un asomo de estremecimiento.

Nadie te obliga a que salgas del aburrimiento, a que muestres tu coraje, a que asumas el riesgo de perder. Pero seamos claros: si no lo haces, no es porque no puedas intentar algo mejor. Lo que pasa es que el miedo te domina y es por miedo que te resistes a probar. No te engañes: no es fatiga, no es falta de capacidad, ni la edad. Es el miedo lo que no te deja.

mujer tumbada tras intentar levantarse

Quizás no has caído en la cuenta de que tratar de ir a por aquello que deseas es tan o más importante que lograrlo. Es la sal de la vida. Lo que le da sabor a tus días y a tus tardes y a tus noches. Es eso lo que marca la diferencia entre sentirte satisfecho por el solo hecho de vivir y quedar atrapado en la pregunta de por qué estás viviendo.

El engañoso concepto de fracaso

Busqué la etimología de la palabra “fracaso” y me encontré con una sorpresa que, de todos modos, intuía. Esta palabra viene de la raíz latina “quat”, que significa “sacudida”; y del prefijo italiano “fra”, que significa “en medio”. Así que la palabra fracasar viene a ser algo así como “estar en medio de la sacudida”. ¿Qué te parece?

Si incorporamos esto al tema que nos ocupa, podríamos decir que el fracaso se puede asumir como un sobresalto, una encrucijada para despertar la atención, para despertarte frente a algo. Y es que el fracaso es eso: un hallazgo que te saca del error, que te permite abrir los ojos. De hecho se hizo más intensa su connotación negativa cuando desde diferentes modelos empezó a compararse el funcionamiento de la mente con el funcionamiento de una máquina.

chico ante espejo

En algún punto de la historia, la palabra “fracaso” se volvió sinónimo de “derrota”, cuando no lo es. A su vez, la palabra “derrota” se convirtió en sinónimo de “claudicación”. Me parece que todo esto solo es válido en el lenguaje de la guerra. Es en ese ámbito donde hasta los triunfos son tristes y los fracasos unas realidades que ponen en riesgo la libertad, la vida y la dignidad.

En los terrenos fértiles de la actividad humana, el fracaso, esa “sacudida”, es más bien un momento de revelación. Así opera en la ciencia, en el arte y en todos los campos positivos de la realidad. Prácticamente no existe una acción humana que no incorpore un componente de fracasos y otro de logros al mismo tiempo. Una de las pocas ocasiones en que ese fracaso se convierte en una dura derrota es en esos oscuros momentos en los que decidimos no intentarlo de nuevo.

Imágenes cortesía de Eileen O´Kaily, Art BlackFantasy


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.