El sentimiento de culpa ante la llegada del segundo hijo
Dicen que cuando una mujer da a luz se producen tres partos: el del bebé, el de la placenta y el de la culpa. Y es que, desafortunadamente, este es un sentimiento que acompaña a muchas mujeres durante la maternidad. Hay determinadas situaciones que detonan o agravan esta emoción, como la reincorporación de la madre al trabajo o el inicio de la escolarización del niño. Sin embargo, la culpa ante la llegada del segundo hijo también es una realidad muy frecuente.
Esto no implica, en absoluto, que la madre no quiera a su bebé o que no sienta una gran felicidad o ilusión por su nacimiento. De hecho, incluso, es probable que también le ilusione la idea de que su primer hijo pueda contar con su hermano, y a la inversa. Aun así, por la dedicación que implica cuidar a un bebé, en ocasiones puede aparecer la sensación de que se está fallando al primogénito.
¿De dónde nace el sentimiento de culpa ante la llegada del segundo hijo?
Es común que la maternidad vaya acompañada de miedos, inseguridades y sentimientos encontrados. Sin embargo, el nacimiento de un segundo bebé lleva aparejadas unas circunstancias particulares que pueden acrecentar la culpa. Estos son algunos de los motivos por los que sucede:
Presión y expectativas en torno a la maternidad
Existe una gran presión social hacia las madres; en muchos entornos se espera de ellas que cumplan con el estereotipo de madre abnegada, sacrificada y presente. Por desgracia, muchas de estas creencias y expectativas son interiorizadas por las propias mujeres, lo que les lleva a vivir su maternidad con ansiedad, reinando esa sensación que todos hemos sentido alguna vez: la de correr, y correr, y correr y que no sea suficiente como para llegar a tiempo a los sitios.
Duelo por la transición de etapa
Los duelos no solo se producen al enfrentar la muerte de un ser amado, sino que son una reacción natural ante cualquier pérdida importante. Y, la llegada de un segundo bebé supone la muerte simbólica de esa maternidad que habíamos construido únicamente junto a nuestro primer hijo. El rol, la estructura familiar, las dinámicas y rutinas… Todo cambia y para algunas mujeres puede ser duro adaptarse a esta nueva realidad.
Sin embargo, si no se permiten sentir, si no son compasivas con ellas mismas y no reciben compasión de su entorno, pueden experimentar culpa por tener este tipo de sentimientos de nostalgia y pérdida.
Miedo a no sentir el mismo amor
Tu primogénito fue quien te convirtió en madre. Con él viviste tantas primeras veces, tantas ilusiones, tanta intensidad emocional que te parece imposible que eso pueda repetirse. Así, es posible que tengas miedo a no lograr sentir el mismo amor con tu segundo hijo, a que la experiencia con él no sea tan mágica, a no poder ofrecerle esa misma ilusión que tuviste anteriormente.
El temor a no tener tiempo suficiente
Igualmente, uno de los principales motivos de culpa ante la llegada del segundo hijo es la falta de tiempo. Por un lado, a muchas madres les duele saber que ya no dispondrán de las mismas horas para atender a su hijo mayor, que este tendrá que renunciar a parte de las atenciones y el tiempo, aun siendo todavía pequeño.
Por otra parte, duele saber que este segundo bebé nunca recibirá atención exclusiva como lo hizo el primero, que el tiempo siempre será compartido entre su hermano y él. Mirándolo desde cualquiera de los dos ángulos, el sentimiento de culpa se alimenta.
Creencias acerca del rol del hijo mayor
Por último, como decíamos, es muy común sentir que al tener otro bebé estamos fallando al hijo mayor. Y esto se debe a una serie de creencias que giran en torno a esta situación. Se asume que el primogénito sufre ante el nacimiento de un hermano, que se siente desplazado y desatendido, que tiene celos y lo pasa realmente mal. Y, evidentemente, para una madre pensar esto resulta desgarrador.
¿Cómo evitar el sentimiento de culpa ante la llegada del segundo hijo?
En realidad, esta culpa no surge tanto de la realidad, sino de las creencias, interpretaciones y ansiedad anticipatoria de la madre. Por ello, es importante identificar esas ideas que sostenemos, cuestionarlas y reestructurarlas.
En primer lugar, deshazte de las presiones externas y define tus propios valores, prioridades y formas de contemplar y vivir la maternidad. A continuación, permítete sentir ese miedo, esa inseguridad e incluso esa culpa que se acerca a ti. No trates de reprimir esos sentimientos o luchar con ellos; por el contrario, permítete expresarlos e incluso comentarlos con alguien de confianza que sepas que no va a emitir juicios. Sentir te ayudará a transitar esas emociones sin quedarte enganchada en ellas.
Por último, entiende que la experiencia con tu segundo hijo será diferente, pero no por ello menos hermosa o intensa. Ahora comprenderás lo infinito del amor, que se multiplica y no se divide cuando un nuevo hijo llega. Y comprobarás que, si bien el tiempo será repartido, no por esto ninguno de tus niños se sentirá carente o desatendido.
Finalmente, si te sigue costando lidiar con la culpa, y esta emoción está comenzando a afectarte a nivel personal o como madre, no dudes en buscar ayuda profesional.
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