Si la amargura gana a la alegría, no es amor
El amor no todo lo puede, ya que no todo vale y es muy perjudicial que pensemos así y nos lo creamos. En nombre del amor, muchas veces aguantamos circunstancias desagradables y nos quedamos anclados dentro de relaciones que están muy lejos del sentimiento de amar.
El miedo a la soledad, al cambio de vida o a arrepentirnos en un futuro, nos lleva a mantener una relación que ya apenas nos aporta, que no suma sino que resta y que nos trae más problemas y amarguras que alegrías.
En ocasiones, pensamos que será pasajero o que esa persona cambiará su comportamiento, pero la mayoría de las veces no sucede así, pues si el amor está ausente, se dice, pero no se siente en el cuerpo y en el alma… la relación ha muerto y es hora de tomar decisiones para mejor, al margen de los miedos limitantes.
“No me interesa que me quieras mucho, sino que me quieras bien y cada día mejor”
-Walter Riso-
El amor también tiene un fin
El hiperromanticismo nos ha insuflado ideas muy dañinas e insanas acerca del amor y de la pareja. Nos han vendido, mediante el cine, las canciones o los poemas, que el amor es lo que da sentido a nuestra vida, que si es de verdad, será para siempre, que por amor hay que aguantarlo todo, etc. Y esto no es que sea solo perjudicial para nuestro bienestar emocional, sino que además es totalmente falso.
El amor no dura para siempre, es algo que está científicamente demostrado y es lo natural. Tampoco da sentido a la vida de nadie, el sentido vital no lo dan las cosas externas, sino uno mismo con su interpretación del mundo y su capacidad de apreciación y disfrute y mucho menos tenemos que aguantarlo todo.
Tolerar ciertas cosas de la pareja está bien y es sano. Como sabemos, nadie es perfecto, y nos tendrán que tolerar muchas cosas a nosotros, al igual que nosotros tendremos que tolerar otras tantas de la otra persona.
El problema viene cuando aguantamos ciertas cosas que van en contra de nuestra identidad, de nuestros valores o de nuestros derechos. O simplemente cuando notamos que la otra persona no se implica en nosotros, no nos apoya, no nos cuida, sino que va a la suya. Evidentemente, está en su derecho de hacerlo y vivir como se le antoje, pero en el momento que eso ocurre, la relación ha llegado a su fin, ya no podemos llamarlo amor.
Está claro que cada cual ama a su manera. Hay personas que son mucho más cariñosas y expresivas que otras, pero hay detalles que no debemos pasar por alto. Las faltas de respeto, el que violen nuestros derechos personales, que nos intenten manipular o hacernos cambiar nuestra forma de pensar, de sentir y de vivir es innegociable. Si la otra persona te quiere, te quiere por como eres y te ha elegido por ser tú, no tiene sentido que quiera cambiarte, dañarte o manipularte.
Tras estas reflexiones puedes pensar en tu relación actual y observarte a ti mismo desde fuera, ¿sonríes a menudo?, ¿te pasas los días con cara larga, discutiendo y triste?, ¿estás más a gusto con otras personas que con tu pareja? Sé sincero contigo mismo y contéstate a todas estas preguntas.
¿Cómo tomo una decisión?
Si sacas la conclusión de que el amor está brillando por su ausencia, de que ya no está presente, pero tus miedos te impiden tomar un nuevo rumbo, sería conveniente que pensaras acerca de ello con una mente racional y práctica y que tengas en cuenta los siguientes consejos:
- Quiérete. No dejes que nadie te trate como tú sabes que no mereces. Nadie merece estar en una relación en la que se le ignora, no se le cuida, apoya o se le falta el respeto. Pero si tu lo permites, seguirá ocurriendo. Por lo tanto el que debe establecer límites, a pesar del miedo al cambio, eres únicamente tú y eso solo podrás conseguirlo si aprendes a quererte y a valorarte a ti mismo por encima de todo lo demás.
- Aprende a perder. No siempre las relaciones de pareja van a ir bien y esa es una realidad que le ocurre a casi todo el mundo en algún momento. Cuando esto ocurra, no intentes forzar las cosas, no sigas en algo que sabes que no funciona. Lo más sensato e inteligente es saber perder y retirarse dignamente.
- Desdramatiza. ¿Qué es lo peor que puede pasar si dejas esa relación? No necesitas a esa persona. Antes de encontrarte con ella, no sabías ni que existía y vivías tranquilo y feliz, por lo tanto, no es imprescindible para tu vida. Lo peor que puede pasar es lo que tú estés dispuesto a que pase, por lo que debes de afrontar la situación con sosiego, sabiendo que no necesitas a nadie para ser feliz y mucho menos a una persona en concreto. Solo tú eres el responsable de caer o no en una depresión o en un estado emocional disfuncional.