Siempre que te plantees actuar, piensa antes cómo te afectaría a ti
Piensa en un momento de tu vida en el no te hayas sentido nada orgulloso de tu comportamiento. Quizás esa vez que gritaste a tu madre, faltaste al respeto a tu pareja o miraste de forma desafiante a un compañero de trabajo.
¿Cómo te sentiste después de hacerlo? Estoy segura de que en un primer momento pudiste sentir cierto placer ya que si llevaste a cabo esas conductas es porque te sentías dolido. De alguna forma pensaste que no era justo que te trataran tan mal, de una forma opuesta a lo que precisamente necesitabas en ese momento.
Pero también estoy segura de que después te sentiste culpable e hiciste lo posible por reparar el daño, aunque fuese de forma encubierta. Piensa sobre ello.
Los seres humanos somos buenos por naturaleza pero tenemos a veces un ego que nos enmascara y nos hace parecer la persona que en realidad no somos.
El ego nos empuja en ocasiones a actuar de una manera poco acertada con los demás sin pensar en las consecuencias que esto puede acarrear a largo plazo, simplemente porque nos dejamos dominar por él o por nuestro estado emocional del momento. Piensa que es aquí precisamente donde mantener el control, sujetar al caballo desbocado, es una buena idea.
Piensa en ti antes de actuar
Una buena manera de manejar al ego es pensar primero en cómo nos podría afectar a nosotros que otro actuara de la forma en la que pensamos proceder. Muchos de nuestros comportamientos inapropiados se disiparían antes de ejecutarse, simplemente si atendiéramos al reflejo que se dibuja en este espejo.
Si somos capaces de sentir como sentiría esa persona, ponernos en sus zapatos o en su piel y entenderlo, será más difícil que actuemos de forma impulsiva. Ahorraremos en daños, lamentos y momentos de bochorno.
La empatía es la capacidad que tenemos los seres humanos de ponernos en el lugar del otro, de ser capaces de sentir lo que él está sintiendo, de estar en su pellejo bajo sus circunstancias.
Aprender a utilizarla es esencial para mejorar nuestras relaciones sociales e incluso nuestra relación con nuestro propio yo, con nuestro ego. Seremos mucho más felices si sabemos manejar a ese ego y mantenerlo a raya.
Por lo tanto, siempre que te encuentres en una situación en la que alguien no se haya comportado de la mejor manera contigo, y te dispongas a actuar con venganza, con envidia o con odio, haz el esfuerzo mental de meterte en su persona y pensar en cómo le podría afectar. En eso no somos tan distintos.
Deja ese rencor, ese odio o esas ideas de injusticia a un lado y comprende que aunque la vida y los demás no siempre son ni actúan como quisiéramos, eso no quiere decir que nosotros tengamos que devolvérsela.
Es inteligente y racional estar por encima de esas situaciones y actuar con calma, sin sufrir de manera innecesaria. El “ojo por ojo, diente por diente” es un gran error y solo nos traerá consecuencias negativas a medio o largo plazo.
Algunas claves para aprender a empatizar
Escucha a la otra persona y ábrete a ella
A veces quien te ha herido o no ha sabido comportarse como esperabas, está en realidad pasando por un bache, se ha equivocado, está herido o tiene problemas. Quizás, antes de criticarlo y disponerte a devolvérsela, que es lo que muchas veces hacemos, piensa si no sería mejor que le preguntaras que le ocurre o por qué te trató de tal forma. Quizás te sorprendas y tenga mucho que decirte.
También es necesario que te abras y conectes con la otra persona a nivel emocional, que comprendas sus sentimientos, pero que a la vez seas capaz de ayudarle con sus adversidades.
Procura no hacer juicios apresurados
Si queremos ser empáticos con los demás, debemos conocerlos, profundizar en ellos y entender que no somos clones de los demás y que a veces nos molestarán ciertas cosas, al igual que a ellos les molestarán de nosotros. Todos fallamos de vez en cuando.
Los prejuicios has de desecharlos de tu mente porque envenenan tu espíritu y no te permiten empatizar con los demás.
Si te encuentras a ti mismo diciendo un juicio global sobre otra persona, corrígete de inmediato y juzga solo su conducta, pero no a él o ella de manera general.
Expresa tus sentimientos con claridad pero actúa con serenidad
Es un acto de valentía y madurez el decir lo que nos ha molestado o lo que nos ha gustado, tanto una cosa como otra son necesarias para unas buenas relaciones sociales, aunque decir lo negativo siempre nos cuesta más y al final, de tanto callárnoslo, acabamos emprendiendo acciones de las que después nos arrepentimos.
Por ello, has de sacar valor y aprender a ser asertivo, hablar de lo que no estás de acuerdo, pero siempre manteniendo el respeto.
Entiende a la otra persona y muéstrale esa comprensión a la vez que le expresas que, aunque lo entiendes, no estás de acuerdo. Con esto bastará para que no se moleste o se ponga a la defensiva.
No actúes impulsivamente guiado por los sentimientos de dolor o rabia, porque ello no te ayudará absolutamente en nada.
El orgullo siempre corrompe y nos hace más vulnerables, aparte de que tomando como compañero de juego casi siempre nos condena a la derrota. Comprende que el otro -como persona que es- se equivoca y mucho, pero igual que tú. La comprensión entre humanos y la empatía son esenciales para llevarnos bien con los demás.