Siete tentaciones que amargan la vida
Amargarte es más difícil que estar bien. Aún así, muchas personas dedican buena parte de su tiempo a alimentar sentimientos poco sanos, que solo consiguen atormentar la existencia. Dice el psicoanálisis lacaniano que el ser humano busca sufrir; y si sufre, goza.
No es el gozo del júbilo, sino más bien la satisfacción de alimentar el impulso de destrucción y autodestrucción que todos llevamos dentro y que siempre está en pugna con el amor, la creatividad y la vida.
Estos son algunos de esos sentimientos y percepciones que te llevan a sufrir. También a gozar, en el sentido lacaniano. Te sirven de pretexto para probar qué fea es la vida y cuán mala es la humanidad.
Envidia
La envidia es inútil y tonta. Todos la sentimos alguna vez, pero, en el mejor de los casos, descubrimos que solo sirve para hacernos daño a nosotros mismos. Ves en otro el reflejo de lo que deseas. Así que en lugar de gastar tus energías en criticarle, más bien empléalas en lograr tus propias metas.
Paranoia
Créelo: no eres tan importante como para que el mundo entero esté conspirando contra ti. No hay un complot universal para hacerte sentir mal. Eso ni siquiera le ocurre a los personajes más antipopulares del mundo: ellos también tienen sus seguidores. Deja de creer que el mundo gira en torno tuyo. Y piensa que hasta el Papa o Shakespeare tienen críticos mordaces.
Negar las responsabilidades
Echarle la culpa a los otros, al clima o a la ONU, no resuelve tus problemas. Es más bien una actitud de cobardía. Nos hacemos adultos sanos precisamente cuando admitimos que tenemos la mayor cuota de responsabilidad en todo lo que nos ocurre.
Esclavizarse de la razón
No todo puede resolverse racionalmente. Ni todo puede planificarse. Exigir una razón para todo o dejar de actuar hasta no encontrar la razón última de lo que vamos a hacer, es un juego peligroso. Ni todo es razonable, ni para todo hay respuesta. Es lindo dar lugar a la sinrazón, especialmente en el amor y en las relaciones con los demás.
Ser perfeccionista
Establecer modelos inalcanzables para nunca ser capaz de alcanzarlos solo es una vía para mantenernos en una infelicidad constante. Alimentar los juicios severos en torno a nosotros mismos nos lleva a castigarnos todo el tiempo. Una manera muy triste de vivir.
Esperar lo peor
Suponer que al final todo va a salir mal, o predecir que siempre nos van a decepcionar es una forma de interpretar la vida que has elegido. Ojo a eso: la has elegido. Cada situación negativa por la que pasas, al menos te trae tres aportes positivos. Piénsalo y cuéntalos: es verdad.
Desconfiar de los demás
Cuando los otros no son unos semejantes, sino una amenaza, difícilmente vas a lograr disfrutar del mundo y de la vida. Todos los Estados de Derecho se basan en una premisa: toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario. No se prueba la inocencia, se debe probar la culpabilidad. No descalifiques a alguien que no conozcas.
Imagen cortesía de Juliet Earth.