Síndrome de la niña buena: la que asiente y obedece, pero no es feliz
En la actualidad, y más allá de los avances sociales y culturales, hay mujeres que lidian con una vida insatisfecha. Lo son porque han sido educadas bajo el prisma de la obediencia, del “callada estás mejor” y el esquema de que hay que atender las necesidades ajenas antes que las propias. El síndrome de la niña buena persiste en nuestra sociedad como una vieja pieza de museo.
No importa que estemos en el siglo XXI y que enviemos sondas espaciales a Marte. Hay revoluciones que llevan más tiempo. Una de ellas es la relativa a la necesidad de educar en igualdad sin importar el género. Hay padres que inculcan en sus niñas la necesidad de ser que sean compasivas, obedientes, leales… Buenas chicas que no desarrollan competencias como la asertividad.
Casi sin darse cuenta, estas mujeres integran desde la infancia un papel que intentan cumplir a rajatabla. Se obsesionan por ser perfectas, por hacerlo todo bien, por buscar el consenso, la aceptación ajena, por gustar a todo el mundo, etc. Pocas cosas temen tanto como recibir una crítica o ser rechazadas.
¿En qué consiste el síndrome de la niña buena?
Es muy común que algunas mujeres lleguen a determinados entornos de trabajo y, de pronto, se vean obligadas a desactivar muchos esquemas y narrativas mentales. Ocurre cuando una ha sido educada para el consenso y no sabe cómo debatir o discrepar. Ocurre también cuando se ve obligada a competir contra otros, a destacar por sus valías y no tanto a reforzar las de los demás.
Porque la principal característica del síndrome de la niña buena es infravalorar lo que una siente, quiere o necesita para lograr siempre la armonía con los demás. No hay que cuestionar nada, es mejor obedecer para ser aceptada y tenida en cuenta. Ser buena implica silenciar lo que se necesita para lograr el consenso y la aprobación ajena.
Por otro lado, si bien es cierto que este síndrome carece de entidad clínica y no responde a ningún diagnóstico psicopatológico, sí define un comportamiento. Estamos ante un patrón de conducta que se aprecia en muchas mujeres.
Así, libros como The Nice Girl Syndrome: Stop Being Manipulated and Abused (2010) de la terapeuta Beverly Engel destacan un hecho. Estas chicas derivan en relaciones abusivas. La infelicidad es una constante en sus vidas.
Características que define a este perfil
Las mujeres definidas por el síndrome de la niña buena viven atrapadas en el autoengaño. No valoran sus capacidades, logros y valías. Sitúan la mirada más en el exterior para complacer que en el interior para desarrollar su potencial y cultivar su felicidad. Es más importante cuidar del otro que atenderse a una misma.
En determinados casos, esta conducta puede compararse con el síndrome de Wendy. Una investigación de la Universidad Australia Occidental destaca cómo muchas relaciones de pareja se conforman por un hombre narcisista y una mujer con este perfil de personalidad.
Así, y por lo general, es común ver muchas de estas características:
- Son mujeres muy exigentes consigo mismas, tanto a nivel profesional, personal, físico, etc. Buscan la perfección para lograr la aceptación.
- No son personas asertivas. Reprimen sus necesidades y opiniones por temor a ser rechazadas o criticadas.
- Siempre evidencian una misma actitud, esa definida por la amabilidad, el consenso, la cercanía, la predisposición a la ayuda, la empatía… Rara vez se oponen a algo o discrepan.
- Asumen que para ser amadas o apreciadas, deben ser amables, buenas y solícitas.
- Una crítica es para ellas el fin del mundo.
El sufrimiento emocional en el síndrome de la niña buena
Las mujeres con el síndrome de la niña buena nunca se enfadan. Como bien podemos deducir, resulta muy complicado transitar por la vida sin sentir el pinchazo de la contradicción, la injusticia e incluso la rabia. Esto significa que lo que hacen estas personas es reprimir sus emociones de valencia negativa de manera constante.
Dicha contención emocional y el hecho de desplazar las propias necesidades para atender las ajenas, erige la impronta del sufrimiento silenciado. Es muy común que estas mujeres deriven en depresiones, trastornos de ansiedad y trastornos psicosomáticos.
¿Cómo desactivar el esquema de la niña agradable, amable y dócil?
Lo opuesto a la niña buena no es la niña mala. Es la niña que aprende a valerse por sí misma, que toma el control de su vida con asertividad, resolución y seguridad personal. Por lo tanto, para desactivar este síndrome es necesario confrontarse, tomar conciencia de esas narrativas oxidadas, caducas y dañinas con las que hemos crecido.
Cabe señalar que no es fácil romper estas dinámicas porque se integran en forma de esquemas mentales muy profundos. Y a veces no es sencillo desactivar lo que no se ve o no se ha tomado conciencia de ello. De ahí que sea muy recomendable la terapia psicológica por diversas razones:
- Debemos darnos cuenta de muchas dinámicas en las que estamos atrapadas, y que se refuerzan por la falta de autoestima y asertividad.
- Hay que trabajar el diálogo interno, ese que juzga, que nos insta a dar más valor a los juicios externos que a las propias necesidades.
- Es necesario validarse a una misma, potenciar la autoestima, así como habilidades sociales como la comunicación asertiva o la resolución de problemas.
- Hay que diluir por completo el miedo a no agradar a todo el mundo. Es más, la capacidad para desarrollar nuestra autonomía y bienestar psicológico, pasa siempre por aprender a decepcionar.
Para concluir, no nos cansaremos nunca de la necesidad de educar en igualdad. Niños y niños deben aprender a valerse por sí mismos, a lograr todo su potencial humano a través de la seguridad personal, la autonomía y la autoestima. Amarse y valorarse es clave para el éxito personal y profesional.
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- Engel, Beverly (2010) The Nice Girl Syndrome: Stop Being Manipulated and Abused. New York
- Quadrio C. The Peter Pan and Wendy syndrome: a marital dynamic. Aust N Z J Psychiatry. 1982 Jun;16(2):23-8. doi: 10.3109/00048678209161187. PMID: 6957178.
- Quadrio, Carolyn. (1982). The Peter Pan and Wendy Syndrome. The Australian and New Zealand journal of psychiatry. 16. 23-8. 10.3109/00048678209161187.