El síndrome del niño invisible: la huella de las carencias afectivas
El síndrome del niño invisible es una condición en la que un pequeño no recibe la atención que necesita, especialmente en el plano afectivo, por parte de sus padres. A raíz de esto, sobreviene una intensa sensación de abandono, sintiéndose como si no existiera o fuera invisible.
Por norma, los niños que padecen este síndrome son irritables, distantes, retraídos y aislados. Igualmente, al no sentirse queridos y valorados por sus padres, tienden a crear un universo de fantasía para lidiar con la soledad.
Las carencias afectivas les llevan a permanecer aislado de los grupos. Incluso pueden llegar a sentirse una “carga” para su familia. Lo peor de todo es que experimentan una enorme culpa: piensan que son responsables y merecedores de lo que les ocurre.
“Para que alguien sepa lo que es el abandono, tiene que ser abandonado”.
-Laura Esquivel-
La evolución del síndrome del niño invisible
Cuando el síndrome del niño invisible se presenta durante los primeros años de vida, se refleja como un llanto desconsolado y una disposición a la irritabilidad. También existe un marcado estado de ansiedad y angustia por el aparente rechazo de los padres.
Del mismo modo, a medida que el niño crece presenta una actitud de rebeldía , siendo muy notoria su actitud desafiante. Igualmente, es común la torpeza en los movimientos al realizar diferentes actividades físicas. Esto también conduce a un retraso en su desarrollo psicológico y motriz.
A pesar de ello, estos niños suelen mostrar una imaginación desbordante, destacando por su agudeza. Adelantados a su grupo normativo en este sentido, suelen presentar limitaciones serias a la hora de desenvolverse en el plano social.
Con frecuencia son blanco de burlas por parte de sus compañeros, lo que contribuye a disminuir aún más su autoestima. Perciben el entorno como una realidad amenazante, lo que refuerza el sentimiento de culpa y los lleva a experimentar constantes estados de tristeza.
Algunas consecuencias
Cuando no se presta suficiente atención a las necesidades del niño, especialmente en términos afectivos, existe la posibilidad de que se presente el síndrome del niño invisible. Los efectos se manifestarán con mayor intensidad durante la adolescencia: se tornan desconfiados, inseguros y fácilmente manipulables.
Suelen convertirse en personas dispuestas a hacer cualquier cosa con tal de ser aceptados en un grupo o congregación. También desarrollan la tendencia a buscar consuelo en las drogas o el alcohol en su vida adulta.
Del mismo modo, se acentuarán los problemas en sus relaciones con los demás, dando lugar a lazos frágiles que se romperán por cualquier motivo. En los casos más graves, el sentimiento de vacío en sus vidas será una constante, al igual que la frustración por el fracaso.
Qué se puede hacer
Sin duda, la mejor manera de evitar que se presente el síndrome del niño invisible en un hijo es brindándole la atención que requiere desde el momento en que nace. Son muy importantes las muestras permanentes de afecto, como besos, abrazos y caricias.
Es fundamental jugar con él, animarle a que se exprese con sus propias palabras acerca de lo que le gusta y le molesta. Brindarle apoyo cuando sienta miedo y valorar sus logros; esto fortalece su autoestima.
También es recomendable mantener los canales de comunicación abiertos con él y ayudarle a que exprese sus sentimientos, sus estados de ánimo y sus conflictos. Si esto no funciona, o los padres no saben cómo hacerlo, será necesario consultar con un especialista.
Otros aspectos del abandono
No hay que perder de vista que en el síndrome del niño invisible puede haber un abandono tanto físico como psicológico. En el primer caso los resultados pueden observarse en la ausencia del cuidado personal, estado de salud precario, desnutrición en algunos casos y ausencia de actividad física, entre otros.
En el terreno del abandono psicológico, las consecuencias podrían ser menos evidentes, pero más importantes. La ausencia de actividades sociales conduce necesariamente a vivir distintos niveles de alienación. La tristeza se traduce en un estado de decepción que fácilmente termina en depresión.
Así las cosas, la vida de las personas afectadas por el síndrome del niño invisible se transforma en un espacio de incertidumbre, pero, sobre todo, de sentimientos de rabia y dolor. Finalmente, vale aclarar que la mejor actitud frente a este tipo se situaciones es la prevención. Si ya está presente, habrá que tomar todas las medidas necesarias para superarla.
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- Cabrera, L. R. M., Laguna, F. B., de la Teja Ángeles, E., & Rodríguez, J. T. (2016). Síndrome de niño maltratado con repercusión estomatológica. Reporte de un caso. Revista odontológica mexicana, 20(2), 98-106.