Soledad a pesar de la compañía
No es necesario estar solo para sentir el frío de la soledad envolviendo nuestra mente y nuestro corazón. En ocasiones, no hay mayor soledad que la de tener a alguien junto a nosotros, alguien que no satisface nuestras necesidades. Que no aporta comprensión, ni apoyo… ni siquiera compañía.
Hoy en día vivimos una actualidad donde las relaciones sociales están cambiando. Las nuevas tecnologías nos permiten interaccionar con mucha más gente, personas que no tenemos la necesidad de ver en persona. Pero ¿cubre esto la sensación de soledad? En absoluto.
La soledad tiene tantos matices como las necesidades que pueda tener cada persona. Hay quien se siente realizado con esta dimensión, encontrándose a sí mismo y explorando en su propia personalidad y en sus propias posibilidades. En cambio, hay quien es incapaz de concebir la vida sin alguien al lado, alguien que apoye sus decisiones, alguien al que expresar cada día sus pensamientos y necesidades. Esto lo tenemos claro. Pero el matiz más doloroso, es sin duda sentir el pinchazo de la soledad cuando estamos en compañía. Cuando vemos que quien está junto a nosotros, no nos aporta nada emocionalmente.
LA NECESIDAD DE AFILIACIÓN
Fue el psicólogo Abraham Maslow quien definió la teoría de la pirámide de las necesidades humanas, estableciendo la filiación o la necesidad de pertenencia, como el tercer eslabón en la escala justo después de la necesidad del alimento. Y la realidad es esta. Todos necesitamos el apego de alguien, el de nuestros padres para crecer y madurar con armonía en nuestra infancia, y más adelante, el valor de la amistad y el apoyo emocional de una pareja.
Todos sentimos la necesidad de confiar en alguien. Pero sería aquí donde empiezan a surgir las diferencias. Hay personas a quien les basta una sola amistad o un grupo pequeño y estable con el que interactuar. Otros, sin embargo, gustan de adentrarse en nuevos ámbitos para conocer gente nueva, amistades con las que satisfacer la necesidad de afiliación, aunque en ocasiones el vacío sigue presente. Porque nadie llega a cubrir las propias necesidades de uno mismo. Es entonces cuando surge el miedo a la soledad, al ver que nadie parece cubrir dichos recovecos, dichos vacíos…
DEFENDERSE Y ENTENDER LA SOLEDAD
Soledad a pesar de la compañía. Uno de los ejemplos más característicos es la de esa persona que a pesar de tener una pareja, a pesar de tener a alguien con quien se despierta cada mañana, siente un abismo de distancia entre uno y otro. Personas que no aportan, que no apoyan, que no valoran. ¿Cómo afrontar esta situación? Estableciendo prioridades. Vivir con alguien que no sabe, no puede o no quiere aportarnos ese sustento emocional, acabará seguramente destruyendo nuestra propia integridad. En ocasiones, la soledad junto a alguien es mucho más dolorosa que la soledad individual. Y no hay que tenerle miedo.
La soledad individual puede ser una oportunidad necesaria, una manivela que nos abre la puerta hacia nosotros mismos para crecer individualmente, para hacernos más fuertes. La soledad no es siempre una isla encallada y sin horizonte, en ocasiones, es una embarcación donde dejarse llevar a un océano de nuevas posibilidades.