“Soltar el control”, el corto que nos enseña a abrazar la vida
Creamos manuales para casi cualquier cosa y pensamos que podemos planificar absolutamente todo, afectando esto a nuestra capacidad de crear, de pensar y de sentir. El corto soltar el control nos enseña que es indispensable dejar de interferir en lo natural si queremos evolucionar y crecer.
Nos encanta ser controladores más que llevar el control. Vivimos con la intención de manejar cada detalle, de pretender que las cosas funcionen como pensamos e intentar encorsetar nuestros planteamientos. Pero la verdad es que si pretendemos que nuestros proyectos se desarrollen, tenemos que ser conscientes de que no podemos estar al 100% seguros de que lo que hacemos o decidimos va a funcionar.
“Quien sufre antes de tiempo sufre más de lo necesario”.
-Séneca-
Un corto para reflexionar sobre nuestra manera de ver la vida
Este corto sobre soltar el control nos cuenta la historia de Dechen, un monje budista tibetano en proceso de entrenamiento que tiene una gran pasión por la jardinería. En el vídeo se ve cómo planta una flor, la observa y la cuida con esmero y con total dedicación. Veamos qué pasa en soltar el control:
Como hemos podido ver en el corto soltar el control, la planta va perdiendo fuerza a pesar de los cuidados. En el momento en el que lleva la exquisita flor al interior del templo la flor comienza a desmoronarse provocando gran incomprensión y desconsuelo en nuestro protagonista.
Dechen no puede aceptar la situación, por lo que el monje principal, Angmo, se ve obligado a intervenir y rescatar a su pupilo de sí mismo. Afortunadamente Dechen consigue comprender que al eliminar la necesidad de poder y de control, su flor comienza a remontar.
En lugar de hablar de una flor podemos hacerlo de un proyecto vital, una persona como nuestra pareja o un hijo, nuestros sentimientos, nuestras emociones o nuestra capacidad de disfrutar la vida.
Abrazar la vida, una asignatura pendiente
Para abrazar la vida debemos deshacernos de las cadenas que aprisionan a las casualidades, pues si pretendemos mantenerlo todo bajo control restamos opciones a las serendipias, a la flexibilidad y a la innovación.
No se puede tener todo atado y reatado. Es imposible llegar a controlarlo todo. De hecho, hacerlo supone ir en contra de la naturaleza de muchos aspectos.
Hemos dicho muchas veces que en ocasiones las cosas llegan cuando menos las esperamos y que, aunque todo requiera trabajo y esfuerzo, debemos permitirnos la posibilidad de que eso suceda. No conseguimos manejar el control y acabamos cometiendo excesos por el miedo a la incertidumbre.
En sí se trata de relajar los límites que nos autoimponemos y de flexibilizar nuestro pensamiento. Deben quedarnos una serie de mensajes claros:
- No se trata de que una relación sea como la idealizamos, pues cada persona es un mundo y por lo tanto cada relación será ÚNICA.
- Es probable que para nuestros niños queramos lo mejor y por eso intentemos guiarles por el camino que consideramos más adecuado. Sin embargo, lo mejor y más positivo para un niño es que se le conduzca por el camino que le permite tener un mensaje claro: HAY QUE SER UNO MISMO.
- Lo mismo ocurre con los proyectos, cuando solo vemos un camino terminamos ahogando un sinfín de oportunidades que revolotean a nuestro alrededor.
Así, digamos que soltar el afán de control y de poder requiere de una profunda reflexión en la que nos planteemos si en verdad nos hemos vuelto intolerantes y nos hemos alejado del verdadero objetivo.
Por ejemplo: ¿queremos a nuestra pareja por quien es o por como la hemos moldeado?, ¿estamos dejando a nuestros niños decidir y construir su autonomía o en verdad estamos excediéndonos guiándoles por donde queremos nosotros?, ¿cuántas maneras de recorrer el camino hay y qué estamos haciendo?
Con esto queremos decir que a veces en nuestro afán de hacer las cosas bien, terminamos por perjudicar la naturaleza de los acontecimientos. Porque al fin y al cabo para tener éxito y ser un poco genios debemos acercarnos a “la locura” y dejar a un lado “la sensatez”; así podremos ver con otros ojos lo mismo que ven los demás, pues en cada historia hay tantos matices como personas y circunstancias hay en ella.