Superar el rechazo social
Todos hemos sido rechazados en algún momento. Pudo haber sido en un puesto laboral al que nos postulamos, una relación sentimental, en la escuela e incluso por nuestra familia o por alguna decisión que tomamos. Una parte de la gente considera que superar el rechazo social supone una enseñanza que les ayuda a crecer. Sin embargo, otra gran parte de la población puede vivir como algo demoledor esta situación.
Superar el rechazo social nos puede ayudar a enfrentarnos a nosotros mismos. Además, en muchas ocasiones podemos preguntarnos si ese rechazo es real o es más bien una cuestión mental. ¿Realmente nos están rechazando? ¿Qué señales con las que estoy interpretando como rechazo?
Cuando el rechazo social se da
Las ocasiones en que una persona puede ser rechazada son numerosas y van desde el rechazo en la escuela hasta el rechazo en el trabajo o en el ambiente en que se desenvuelve. Por lo regular, los niños que crecen viviendo esta situación se vuelven adultos desconfiados de sí mismos y de otros. Suelen tener poca capacidad para creer en las buenas intenciones de los demás. Generalmente son gente retraída o que prefieren aislarse por temor a volver a ser desplazados.
Cuando el rechazo se da en adultos, la situación también puede ser complicada. En los casos en que el rechazo se da en el trabajo, las personas pueden volverse inseguras y negativas con respecto a su futuro laboral. Esto les puede provocar más problemas porque estarán dando resultados negativos y finalmente pueden llegar a ser despedidos.
En cambio, las personas que sufren del rechazo por parte de sus familiares o personas cercanas a su entorno pueden terminar por alejarse de todo lo que les rodea. Esto, a la larga, puede causarles problemas más severos como depresión. Las relaciones negativas e incluso ideas de suicidio en casos más graves pueden ser recurrentes. Por ello, es importante afrontar las situaciones en las que percibamos que somos rechazados. Sobre todo, porque solemos equipararlo a nuestra valía persona. Un pensamiento recurrente pero erróneo puede ser el siguiente: “si me rechazan es porque no valgo nada”. Si nos sentimos identificados con ello, sin duda, debemos ponernos manos a la obra.
Superar el rechazo social
Dejar atrás el rechazo social es posible si contamos con la ayuda necesaria. De esta forma, podremos tener una vida plena y de calidad. El paso más esencial es reconocer que se vive o se ha vivido esa condición. Esto ayuda a identificar todos los sentimientos que se han generado en nuestro interior. Es importante que seamos realistas y que nos permitamos ver nuestros errores en esta etapa para poder avanzar y perdonar a quienes nos pudieron hacer daño.
Al entender las razones por las que se dio el rechazo se debe aprender a tolerar la situación. Esta tarea conlleva que aprendamos a entender que no siempre podemos ser bien recibidos o que no todos nos aceptarán tal y como somos. Del mismo modo que nosotros no siempre aceptamos a los demás, o que lo harán poco a poco con el correr del tiempo.
Cuando somos tolerantes nos damos cuenta de que habrá muchos momentos en nuestra vida en los que seremos rechazados socialmente. Esto nos va a permitir dejar pasar las situaciones y aprender a vivir con ellas y con momentos similares en el futuro. Al lograr esto, dejamos ir aquello que nos hace daño y podemos continuar con nuestra vida diaria sin ningún problema.
El aspecto más importante para que puedas superar el rechazo social es continuar con tu vida de manera normal. Entender que la situación pasada es pasajera y sólo depende de nosotros su importancia, nos proporcionará mucha más libertad para superar este tipo de acontecimientos.
Consecuencias del rechazo social
Jeffrey Parker (2006), de la Universidad de Alabama, señala que el rechazo social en niños puede traer graves consecuencias en su desarrollo. Según el autor, esta experiencia le impide aprender a socializar, le priva de apoyo social y lo somete a situaciones de estés. De esta forma, la maduración socio-cognitiva del niño se verá mermada así como la adquisición de habilidades sociales adecuadas. Así pues, con el tiempo, el niño que ha sido rechazado podría mostrar comportamientos menos sociables y ser más vulnerable al estrés.
Parker es solo uno de los muchos autores que han investigado sobre las consecuencias de este tipo de experiencias. Por ello es importante aprender a superar el rechazo social. Las secuelas que puede dejar a medio y largo plazo pueden ser profundas. Sin duda, si nos sentimos en ese tipo de situación, acudir a un profesional será una gran idea. Cabe recordar que no debemos convertir estas experiencias en un sinónimo de nuestro valor persona. Las experiencias, más o menos afortunadas, si sabemos trabajarlas, nos pueden servir como grandes aprendizajes.