Teoría de la inteligencia social según Daniel Goleman

¿Por qué hay personas que caen bien a la primera y son muy hábiles para llegar a acuerdos? ¿Es por su magnetismo o su carisma? En realidad, la clave está en su inteligencia social, una competencia que todos podemos mejorar. ¡Descúbrela!
Teoría de la inteligencia social según Daniel Goleman
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 08 febrero, 2023

Hay personas con un don para caer bien y dejar una impronta positiva allí por donde pasan. Otras, en cambio, son como cactus, pinchan cada vez que mantienen una conversación y hasta su mera presencia resulta amenazante. ¿Por qué es tan diverso el ser humano en el campo de las relaciones? ¿Por qué los hay tan aptos y tan problemáticos en dicha área?

Nuestra habilidad para crear relaciones saludables y eficientes depende de factores educacionales, sociales y hasta de personalidad. Lo que nadie puede negar es que se trata de una competencia de relevancia que media en cualquier terreno de la vida. Saber interactuar con quien tenemos en frente facilitará tener relaciones satisfactorias en el trabajo, el amor, las amistades, etc.

Esta es una temática que siempre ha atraído la atención de la psicología. Tanto es así que el psicólogo Edward Thorndike fue el primero en acuñar el término «inteligencia social» en 1920. Más tarde, lo haría Howard Gardner con su polémica teoría de las inteligencias múltiples. Finalmente, y ya en el 2006, fue Daniel Goleman quien nos aportó una nueva e interesante perspectiva.

Veamos en qué consiste.

«Cuando nos enfocamos en los demás, nuestro mundo se expande. Nuestros propios problemas se desplazan hacia la periferia de la mente y, por lo tanto, parecen más pequeños, y aumentamos nuestra capacidad de conexión, o acción compasiva».

-Daniel Goleman-

Familia hablando de la empresa familiar sobre la Teoría de la inteligencia social
Nuestra capacidad para navegar con éxito por las relaciones sociales requiere dominar una serie de dimensiones como la conciencia y la facilidad social.

Inteligencia social: ¿en qué consiste?

Aunque aún no hay unanimidad a la hora de definir la inteligencia social, podemos entenderla como la habilidad para navegar con eficiencia, bienestar y satisfacción por el complejo océano de las relaciones humanas. Estas incluyen desde el área familiar, la afectiva, la laboral y cualquier escenario en que nos vemos en la situación de tener que interactuar con otras personas.

Cabe señalar que este concepto, esta idea, no debe verse como una variable aislada de la propia inteligencia general. Es una variable más, es esa habilidad que facilita nuestra adaptación en cualquier entorno y que media de forma directa en nuestra satisfacción y bienestar. Asimismo, es un concepto que atrae un gran interés por parte de la comunidad científica por su trascendencia.

Las Universidades de Texas y de Tromsø, en Noruega, publicaron un estudio en el que presentan una interesante escala para medir la inteligencia social. Con ella podemos evaluar a una persona para comprender si es solvente a la hora de comprender las situaciones sociales, si tiene adecuadas habilidades para manejarse en ellas y si evidencia una adecuada conciencia social.

Asimismo, figuras como el psicólogo Martin Seligman destacan que esta dimensión, en realidad, se alza como una fortaleza cognitiva, un paraguas psicológico que nos fortalece como comunidad y que contribuye a la propia felicidad.

«La capacidad de escuchar parece un talento natural. Pero, como sucede con los demás ingredientes que componen la inteligencia social, todo el mundo puede ejercitar y mejorar su capacidad de sintonizar, prestando simplemente más atención».

-Daniel Goleman

La teoría de Daniel Goleman

Daniel Goleman publicó en el 2006 el libro Inteligencia social: la nueva ciencia de las relaciones humanas. En este trabajo asentó las bases para comprender de un modo más sólido y práctico este concepto. Su teoría sobre la inteligencia social constituye una herramienta muy útil para desgranar sus componentes, de una manera que favorece el entrenamiento.

En sus páginas nos recuerda que todos estamos programados para conectar con los demás desde un punto de vista neurobiológico. Sin embargo, en ocasiones, por razones educacionales, de crianza, personalidad o por factores ambientales, no terminamos de desarrollar esta área tanto como deberíamos. Lo esperanzador es saber que siempre estamos a tiempo de dar ese paso, de impulsarla un poco más.

Comprendamos ahora esos componentes que integran la teoría de la inteligencia social.

Conciencia social

La conciencia social traza esa poderosa capacidad a la hora de conectar con realidades ajenas. Nuestro cerebro está diseñado para empatizar con las personas sin importar su cultura, origen, circunstancia o contexto particular. Leer los indicadores sociales que nos rodean nos permite navegar mejor por el viaje de la vida.

Esta variable se configura gracias a una serie de elementos que la edifican y la hacen posible:

  • Cognición social: es la habilidad para comprender el funcionamiento de toda experiencia social.
  • Empatía primaria: ser capaces de sentir en uno mismo las emociones y sentimientos de los demás a través de la comunicación no verbal.
  • Precisión empática: en este caso, no basta solo con sentir lo que experimentan otros, lo más importante es comprender, saber descifrar las intenciones de los demás.
  • Sintonía: en la teoría de la inteligencia social la sintonía constituye esa habilidad nuestra para ser receptivos y sintonizar plenamente entre nosotros.

La facilidad social

¿Te mueves con solvencia por toda situación social? ¿Se te da bien comunicarte con tus compañeros de trabajo e incluso con cualquier desconocido? ¿Eres hábil a la hora de llegar a acuerdos con los demás? ¿Manejas bien las discrepancias con tu pareja?

La facilidad social representa nuestra fluidez y efectividad en nuestras relaciones con el resto de personas. Está definida por las siguientes características:

  • Influencia: ser capaces de impactar de manera positiva.
  • Sincronía: ser hábiles interactuando con quien tenemos delante mediante la comunicación no verbal.
  • Preocupación: ¿te interesas por las necesidades, emociones y pensamientos de los demás? Es un elemento clave dentro de la teoría de la inteligencia social.
  • Autopresentación: saber llegar al otro, presentarnos, mostrarnos de forma cálida y cercana facilita siempre la conexión social.
Jóvenes hablando sobre la Teoría de la inteligencia social
La inteligencia social debe asentarse en la infancia y la adolescencia.

Conclusión

En la teoría de la inteligencia social de Daniel Goleman la piedra angular es la empatía. Sin ese pegamento psicobiológico, la conexión humana no es posible, no es armoniosa y podemos derivar en conductas altamente disfuncionales y egoístas. Afortunadamente, buena parte de nosotros disponemos de esta valiosa herramienta capaz de actuar de engranaje en cada conversación y situación compartida con los demás.

Somos un colectivo social obligado a convivir en un mismo planeta, en unas mismas situaciones y desafíos. Si fuéramos más competentes en todos esos componentes aquí detallados, es muy posible que resolviéramos mejor todo problema. No dudemos en mejorar un poco más esta área tan decisiva de nuestro bienestar.


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.


  • Goleman, Daniel (2011) Inteligencia social: la nueva ciencia de las relaciones humanas. Kairós
  • Lieberman, M. D. (2013). Social: Why our brains are wired to connect. Oxford University Press.
  • Silvera, D., Martinussen, M., & Dahl, T. I. (2001). The Tromsø Social Intelligence Scale, a self‐report measure of social intelligence. Scandinavian Journal of Psychology42(4), 313–319.
  • Thorndike, E. L. (1920). Intelligence and its uses. Harper’s Magazine140, 227–235.

Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.