Los testigos del bullying: mirar, sufrir y no actuar
El acoso escolar es un fenómeno en el que participan los perpetradores, las víctimas, pero también quienes presencian lo que sucede. Esos testigos del bullying a veces no están de acuerdo con lo que ocurre, a veces les da igual y los menos incluso llegan a disfrutar con la situación. Lo cierto es que, aunque en muchas ocasiones no se les considere en la ecuación, también forman parte de la problemática, según estudios.
Los testigos del bullying son en realidad un factor clave en el fenómeno del acoso. Igual que en muchas ocasiones son el combustible que hace el fuego se mantenga, también podrían ser decisivos en su solución o en su prevención. De manera similar a lo que ocurre en la sociedad, los actos abusivos cobran fuerza cuando disfrutan de la aprobación o permisividad del entorno.
Lo nocivo de la actitud individualista es que permite que la semilla del acoso eche raíces y crezca. Si bien en principio el abuso está dirigido a otra persona, no es descartable que en el futuro se reoriente hacia los testigos del bullying. Así, mirar hacia otro lado podría llegar a ser una actitud muy contraproducente.
“Nunca seas maltratado en el silencio. Nunca te permitas a ti mismo ser una víctima. No aceptes que nadie defina tu vida, defínete a ti mismo”.
-Tim Fields-
Los testigos del bullying
Los testigos del bullying son esas personas que tienen conocimiento o presencian actos de acoso escolar. En la mayoría de los casos, quienes cumplen este papel también salen afectados por la situación y, eventualmente, se les considera víctimas adicionales.
No es raro que esos niños o jóvenes presenten síntomas similares a los de la víctima directa. Miedo, ansiedad, cambios de humor o bajar su rendimiento académico son algunas de las transformaciones que los delatan. Su gran temor es ocupar el lugar que ahora ocupa la víctima.
El problema del acoso escolar es más fácil de corregir cuando el entorno está en contra del propio acoso. Los padres, los profesores y los niños o jóvenes ajenos al problema pueden parar o potenciar ese acoso. El problema es que la mayoría de las veces el bullying se mantiene en secreto y los testigos colaboran para que así sea.
Así mismo, en muchos casos esos testigos del bullying no hablan es porque no quieren quedar como delatores ante sus compañeros, pero también porque no tienen confianza suficiente en los adultos que les rodean. ¿Cómo reaccionará el resto de compañeros, los padres o el propio centro de manera institucional al conocer el problema?
Los tipos de testigos
La reacción habitual en los testigos del bullying es la de llenarse de miedo y sentirse inhibidos para actuar. Sin embargo, muchas veces el temor se manifiesta de maneras diferentes a lo convencional. Esto da lugar a diferentes tipos de conducta.
Los testigos podrían responder a la situación de varias maneras, como las siguientes:
- De forma activa. El temor los lleva a unirse a los agresores, aunque en principio no están de acuerdo con ellos. Se alían para congraciarse y así evitar que ellos mismos lleguen a ser víctimas de acoso.
- De forma pasivo-agresiva. En este caso no participan a fondo del acoso, pero lo aprueban con risas o comentarios que dan a entender su aceptación frente a lo que sucede, aunque en el fondo no tengan convicción de ello. Actúan como reforzadores.
- Actitud observadora. Corresponde a los que observan en silencio y con ello tratan de invisibilizarse. En la práctica, se trata de una conducta de aprobación, ya que no se oponen a lo que ocurre.
- Actitud prosocial. Hace referencia a los niños o jóvenes que enfrentan la situación y expresan abiertamente su desacuerdo o desaprobación. A veces solo lo comentan y otras veces van más allá y lo denuncian.
Fortalecer a los testigos
Como se sabe, los perpetradores del acoso escolar son casi siempre una minoría. Los acosadores suelen necesitar de un público que los avale, porque su juego consiste en convertirse en figuras de poder y nadie logra esto sin testigos. Además, el hecho de que haya espectadores refuerza el acto de humillación implícito en el bullying.
Los testigos del bullying sufren en parte las consecuencias del acoso, pero también puede ocurrir algo peor y es que se vuelvan indolentes -produciéndose un fenómeno de habitación (lo que es anormal, pasa a ser considerado normal)-, como un mecanismo de defensa para afrontar la situación. Esto es muy negativo, ya que promueve la violencia social y es un veneno para la solidaridad. Instaura una suerte de barbarie en las relaciones, de la cual, a largo plazo, nadie sale bien librado.
A veces los padres y maestros también se convierten en testigos mudos del acoso, porque en realidad no toman medidas de fondo para enfrentar el problema. Esto es aún más negativo, ya que envía un mensaje de plena aprobación a lo que ocurre.
Si bien hay que corregir de forma estas situaciones, también es importante prevenirlas con la educación de los testigos; estos deben tener muy clara la intensidad del sufrimiento que puede llegar a experimentar la víctima. Además, es necesario que conozcan el protocolo de actuación cuando detecten algún problema en este sentido.
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