El tiempo no borra sentimientos, ayuda a ubicarlos
El tiempo no va a solucionar tu conflicto, ni va a borrar todos aquellos sentimientos que supuran desde dentro, ni muchos va olvidar lo que ha ocurrido. Es una afirmación muy dura, pero es real: el tiempo solo te ayuda a ubicar las cosas en su sitio, haciéndote protagonista de tu dirección.
De este modo, al leer en puño de Miguel de Cervantes que el tiempo da dulces salidas a amargas dificultades no puedo más que pensar en el tiempo como en una herramienta de cambio. Con las adversidades viajamos a la deriva, pero el paso de los días nos da esperanza de armonía emocional.
“El tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que temen, muy largo para los que sufren, muy corto para los que gozan; pero para quienes aman, el tiempo es eternidad”
– William Shakespeare-
El tiempo es relativo y uniforme, adaptándose a la psicología del que lo piensa. Por esta razón, nunca es el que consigue borrar lo que está doliendo, sino que es el que nos otorga el espacio suficiente para continuar: a veces necesitamos de meses, otras de años.
Eres el protagonista de tu historia
El genio argentino, Borges, señaló en una ocasión que el tiempo era quizá el mayor antologista posible porque moldea nuestra vida en función de los sentimientos que brotan de nuestro interior en cada momento y nos va forjando como personas: es el compositor que une la obra de tus días y, dentro de esa obra, eres tú el principal protagonista.
Los márgenes de tiempo que nos damos a nosotros mismos para encajar un mal momento tienen la misma eficacia que unos amigos cercanos o cualquier persona que se preste a sostenernos: son apoyos a los que puedes estar muy agradecido pero que no pueden vivir en tu lugar.
“No importa lo que nos haya pasado, lo que nos esté pasando o lo que nos pueda pasar: existe un espacio entre esas cosas y nuestras respuestas a ellas”
-Stephen Covey-
Si sientes la necesidad de reanimarte, tienes que sujetar las riendas de lo que te sucede y tomar decisiones. Si, por el contrario, ya has pasado por ello y los acontecimientos han vuelto a su cauce, te habrás dado cuenta del esfuerzo individual que te ha supuesto. Un esfuerzo individual apoyado probablemente por las manos de tus seres queridos y el tiempo que ha sido el tapiz por el que tus actos se han deslizado para tener consecuencias positivas.
Cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa
Con el tiempo y tu coraje, todos esos sentimientos que han dolido o duelen no se borran; son una especie de tatuaje con el que tendrás que convivir, pero también ubicar: cada cosa va encontrando su lugar en tu corazón y en tu memoria, de tal forma que se queda en ti de una manera trasformada: pese a la punzada de dolor que quizás queda cuando tocas esa zona, ya no te paraliza sino que supone el recuerdo de un aprendizaje.
Entiendes con ello que no había lugar a dudas y que ese sitio, en el que ahora está lo dañino, era su lugar. Y no, llegará el día de mañana y no habrás olvidado: los escalofríos, buenos o malos, no se olvidan. Sin embargo, tengo que decirte que tampoco te va a provocar más herida si consigues perdonar o, en algún caso, perdonarte: ya no más, esa será una nueva lección de vida y la heroína real eres tú, no el tiempo.
El tiempo te enseñará a mirar y valorar
Si hay algo en lo que el tiempo sí que ayuda es a que abramos los ojos, a que nos quitemos la venda y valoremos el presente. En ese presente hay vida más allá de lo que nos produce pesar, hay más relaciones que cuidar y valorar, más personas y proyectos que nos piden un poco de nosotros.
“Con el tiempo aprendes que la vida es aquí y ahora, y que no importa cuántos planes tengas, el mañana no existe y el ayer tampoco”
-Verónica Shoffstall-
No importan mucho los planes si no nos movemos para que se cumplan, no conseguiremos sentirnos mejor si no accionamos la llave de la fuerza interior: el tiempo puede ayudar, pero si le dejamos todo el trabajo a él, huirá.
El tiempo, al final, te enseñará a mirar desde el hoy y no desde el ayer ni desde el mañana: quien se fue porque quiso, ya no está; quien se fue aun sin querer, está; quien no se ha ido, quiere que estemos. Y, mientras no tengamos eso en la cabeza, el tiempo se escapará sin mirar por nosotros.