¿Tienes una personalidad intimidante?

¿Tienes una personalidad intimidante?
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 14 junio, 2019

Hay una diferencia entre tener un carácter fuerte y desarrollar una personalidad intimidante. Hay personas que han tenido que batirse con la vida en duras batallas. Esto les templa el carácter, pero a veces también les quita la dulzura. Lo peor es que en ocasiones las batallas que han librado hacen que adopten posiciones defensivas todo el tiempo, caminado con una coraza y considerando enemigo todo territorio que pisan.

Todos hemos conocido a esas personas de gran corazón  que, sin embargo, no lo parecen. A veces son gente muy exitosa en su profesión e incluso en su vida social, pero alrededor de ellos se forma una atmósfera de temor. Tienen reacciones fuertes y la gente termina sintiendo miedo de ellas.

La suavidad y la flexibilidad están íntimamente relacionadas con la vida, mientras la dureza y la rigidez están asociadas a la muerte”.

-Walter Riso-

Quienes tienen una personalidad intimidante muchas veces  no se dan cuenta del efecto que producen. Saben que son buenas personas y no entienden por qué los demás se atemorizan por sus expresiones o gestos de los que emana demasiada dureza. Para saber si ese es tu caso, pregúntate si tienes uno o más de los siguientes rasgos.

El silencio rodea a una personalidad intimidante

Si después de hablar, notas que la gente a tu alrededor guarda silencio  después de hablar, es hora de preguntarte si tienes una personalidad intimidante. Quizás, sin darte cuenta, te expresas con demasiada rudeza. Puede que seas cortante o demasiado categórico al expresar lo que piensas. También es posible que los demás te admiren tanto que teman decepcionarte.

hombre doble exposición con árbol

Funciona de esta manera: no emites opiniones, sino que lanzas conclusiones. Es como si en el fondo estuvieras diciendo la última palabra  acerca de un tema, en tus palabras va implícito que ni se admite réplica ni la vas a considerar. Esto equivale a cerrar la conversación. Hablas para que te escuchen y el tono que usas es el de la autoridad. De este modo, no todo el mundo se sentirá animado a seguir la charla.

También es frecuente cuando tienes una personalidad intimidante que llegues a una reunión alegre y participativa, y tu presencia haga que los ánimos  bajen un poco. Puede haber un silencio o simplemente una especie de desconcierto. Te das cuenta de que la gente no actúa de forma espontánea cuando estás presente.

Sientes que lo importante es ser “sincero”

Quienes tienen una personalidad intimidante suelen ser “sincericidas”. Casi siempre se ufanan de ser honestos y de no tener pelos en la lengua para expresar lo que piensan o sienten. Sin embargo, podrían estar confundiendo la sinceridad con la desconsideración o la grosería.

En este tipo de personalidad es común que haya un cierto rechazo a los modos o maneras excesivamente amables. Sienten que la verdad, entre más cruda, más verdad es. Asumen que decir las cosas con tacto equivale a maquillarlas o falsearlas. No ven la diferencia entre amabilidad y zalamería.

chico con gafas

Lo cierto es que decir las “verdades” de una forma excesivamente ruda solo consigue un efecto de malestar. A veces resulta tan brutal la forma en que se dicen, que el interlocutor olvida el contenido que se le está comunicando y se queda solo con la impresión de la forma en que se dijo. Finalmente, las cosas dichas de mala manera terminan no escuchándose.

Regañas a los demás cuando dan muestras de debilidad

Si eres alguien con una personalidad intimidante, te costará mucho trabajo entender las fragilidades o debilidades de los demás. Si te cuentan un problema, los animarás enérgicamente para que pongan empeño en salir de la dificultad cuanto antes. Sientes que el otro necesita una voz de autoridad que le exija superar la situación y no un hombro dónde llorar.

El punto es que las personas sí pasamos por algunos momentos en los que necesitamos consuelo afectivo de los otros. No que sientan lástima, sino que simplemente nos escuchen y nos acompañen sin juzgarnos. Que tampoco nos digan qué hacer. Muchas veces no queremos que nos digan cuál es el camino a seguir, sino que nos conforten mientras logramos tomar fuerzas nuevamente.

Una persona intimidante no suele ser empático con los demás o con sus necesidades. De echo, la intimidación no sirve para hacer amigos sino para conseguir lo que se desea. Según Michael Wilson, de la Universidad de Minnesota en Minneapolis, hasta los animales usan la intimidación para conseguir sus fines vitales.

mujer con rostro proyectado

Una personalidad intimidante hace que otros se distancien. Finalmente tanta dureza externa termina aislándote de los afectos. Las actitudes excesivamente defensivas frecuentemente se vuelven contra uno mismo. Tal vez la tuya no sea una personalidad del tipo “Mary Poppins” o “Madre Teresa”, pero eso no quiere decir que debas ser excesivamente duro con los demás. Seguramente tienes mucho que aportar y valdría la pena que reconsideraras la forma en que te aproximas y te comunicas con el otro.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.