Todo sirve para algo
¿Has escuchado alguna vez la frase “hice esto o aquello y no me sirvió para nada, perdí el tiempo”? Seguramente que la hayas dicho u oído en alguna ocasión. Pero es un pensamiento que parte de un planteamiento totalmente erróneo: todo en esta vida sirve para algo, incluso las situaciones negativas o las metas no conseguidas. Todo nos enseña algo.
El ser humano tiende a la inmediatez. Es decir, a querer ver los resultados al momento, de forma instantánea. Por ello, si hacemos cualquier actividad (un curso, ir al psicólogo, al gimnasio, hacer dietas, apuntarnos a alguna web de búsqueda de parejas…) y no obtenemos los resultados a muy corto plazo, tendemos a pensar automáticamente que no sirve para nada.
En el mundo de la Psicología es muy habitual escuchar quejas del tipo “no me sirve para nada ir al psicólogo”, “incluso estoy peor que antes”, “no me valió la pena”… Está claro que, como en todas las profesiones, habrá buenos y malos , pero infinidad de personas piensan que su paso por un profesional no les ayudó en nada, cuando en realidad seguro que les ha cambiado en algún sentido. Ten en cuenta que todo lo que te pasa hace mella en ti, por mínimo que sea, puede hacer que cambies la perspectiva de ver las cosas, que conectes ideas que antes estaban a años luz…
El proceso del cambio
Además todo cambio lleva un proceso. Se pasa por diferentes emociones y sensaciones: alegría, estrés, desánimo, tristeza… Esto forma parte del proceso del cambio, porque es una evidencia de que se están removiendo cosas en tu interior.
La clave para conseguir metas es seguir dando pasos hacia ellas de manera constante, sobre todo cuando aparecen obstáculos. A menudo en esos momentos de negatividad solemos tirar la toalla, para volver a nuestra zona cómoda, a nuestra tranquilidad y evitando así lo que nos incomoda. Nos sentimos mejor a corto plazo, pero, a largo plazo, se dificulta el cambio.
Aunque no alcances la meta, aprendes
No siempre podemos llegar a la meta deseada, pero, tengamos por seguro, que el camino hacia la meta nos deja vivencias de valioso aprendizaje. Al final somos lo que somos por todas esas pequeñas y grandes cosas que nos han ido pasando, tanto si son positivas como negativas, a lo largo de la vida.
¿Cuántas personas inician una dieta o comienzan a ir al gimnasio y a los pocos meses tiran la toalla pensando que no consiguieron nada y todo esfuerzo fue en vano? El problema está en no ver lo que se ha ido consiguiendo, aunque sea poco. Algo es mas que nada.
Por ejemplo, si nuestra meta es perder 1o kilos en dos meses, pero en ese tiempo no conseguimos el objetivo, sino que hemos perdido 6, las personas pueden reaccionar de dos maneras. O frustrándose y convenciéndose de que han fracaso o bien valorando los 6 kilos que se han quitado de encima. Aún no consiguiendo el objetivo final, todo lo que hacemos sirve para algo.
La persona que inicia una buena dieta, aunque no haya podido bajar kilos, seguro ha aprendido cosas valiosas sobre nutrición, a saberse alimentar de una manera sana, etc.. Por lo tanto, aún sin conseguir su objetivo, ese intento le aportó algo bueno, un aprendizaje positivo para la salud.
El valor de ver lo bueno
En este sentido, es conveniente aprender a encontrar el lado bueno de cada situación. No todo son las metas, ya que durante ese camino también hay éxito y aprendizaje. Si logramos absorberlo, podremos tener una mayor fortaleza emocional de cara a poder afrontar algo parecido la próxima vez.
Hace poco escuché “me apunté a una web de búsqueda de pareja y no me sirvió para nada”. La persona se centraba en el “no haber encontrado novio” y no se había dado cuenta de que hubiera encontrado pareja o no, aprendió algo valioso: los intentos también enseñan.
Esa persona salió de su zona de confort, se atrevió a ilusionarse, logró reunir la fuerza suficiente como para darse a conocer ante desconocidos… También le dio experiencia en el trato con la gente, y pudo ayudarle a tener más claro lo que quiere y lo que no.
La persona que tiene una mente abierta y está dispuesta a aprender, jamás pensará que no encontrar pareja fue una pérdida de tiempo, porque la búsqueda puede llegar a ser como una terapia de autoconocimiento y habilidades sociales.
A veces incluso el camino es más importante que la meta, porque durante ese proceso te sigues formando como persona y buscando tu autorrealización personal. La vida misma es la meta.