Trabajar los celos infantiles: ¿qué puede pasar si no se hace?
Había una vez un niño que se sentía el centro del universo. Toda la atención de sus padres estaba destinada a él… y solo a él. Sin embargo, un buen día, el pequeño recibió lo que para él no era una buena noticia: tenía un hermano menor. No le hizo la menor gracia. Por fortuna, sus papás pronto supieron que tenían que trabajar los celos infantiles con su hijo mayor lo antes posible o el problema iría a más.
Por desgracia, pasado un tiempo, los padres se vieron desbordados por el problema y los celos del niño se cronificaron e incluso aumentaron. Por eso, la relación del pequeño con su hermano fue a peor y, poco a poco, toda la familia se vio desbordada por la situación.
¿Te suena el problema? En este caso, lo hemos enfocado como si fuera una especie de cuento. Sin embargo, esta es una situación que se da más a menudo de lo que pensamos y que es capaz de generar unas buenas dosis de sufrimiento. Y no solo por la llegada de un hermano menor. Los motivos que provocan los celos infantiles pueden ser muy variados.
Entonces, ¿cómo debemos actuar? Los celos infantiles pueden estar o no justificados, pero están ahí y son reales. Por eso, lo primero, para evitar que aparezcan, lo que podríamos hacer es un buen trabajo de prevención. Después, observar las causas, para analizar los síntomas y, finalmente, si hemos llegado este punto, que el especialista paute la intervención adecuada. Sin embargo, antes de entrar en cómo trabajar los celos infantiles, vamos a intentar entender mejor qué son y cómo se producen.
¿Qué son los celos?
Los celos se definen como un estado subjetivo que causa una sensación de frustración. Se debe a la creencia de que un individuo no es correspondido emocionalmente por aquellas personas que le quieren, como el caso de padres, hermanos, parejas, familiares… Incluso se dan en animales de compañía. En algunas ocasiones se interpreta que la falta de correspondencia no es tal, solo falta la intensidad y la frecuencia que se desea o se necesita.
Los celos pueden no estar justificados: el niño puede seguir recibiendo la misma atención que antes, incluso más que su hermano. Sin embargo, en la mente de la persona que los sufre, sí que existe un sufrimiento que es real. Esto podría deberse a un trastorno clínico que necesitase atención especializada.
En el caso de los niños, el individuo podría estar sufriendo sentimientos de envidia y resentimiento. Sea como fuere, no deja de ser una distorsión cognitiva que, en definitiva, podría tener consecuencias futuras.
Celos a los hermanos
Es una causa muy común en niños. Por lo general, se producen por factores ambientales y evolutivos y pueden ser relevantes. Los factores podrían ser de tipo genético, lo que predispone el pequeño y puede provocar consecuencias en su vida adulta en el futuro.
Celos evolutivos
Dependen del momento evolutivo del niño. En edad temprana, entre los 2 y los 5 años, encontramos el momento más crítico si llega un hermano menor, ya que, si este nace durante la fase de apego, la situación se vuelve especialmente sensible.
Características paternas
También el estilo educativo de los padres o cuidadores, así como el clima familiar que el niño tiene en casa, se convierten en factores importantes a considerar en la evolución y desarrollo de los pequeños y su reacción ante los celos.
Factores ambientales
Otro punto clave. Depende del ambiente del niño, y no solo de su entorno familiar. Las propias experiencias, su capacidad de socializar, su tolerancia, las posibles carencias afectivas… Todo influye en este caso.
Síntomas
Existen diversos indicadores que nos pueden mostrar que estamos ante un niño celoso o aquejado por los celos, sean estos fundados o infundados. Veamos los más habituales:
- Cambios de humor que no se justifican.
- Signos de infelicidad como lloro no motivado.
- Aparición de nuevas conductas como el pipí en la cama o la inapetencia.
- Cambios en la expresión gestual y verbal.
- Actitud negativa, terca y con dificultades para obedecer.
- Negación sistemática de los propios errores y tendencia a culpabilizar a los demás.
“El que es celoso, no es nunca celoso por lo que ve; con lo que se imagina basta”.
-Jacinto Benavente-
Estrategias para trabajar los celos infantiles
A la hora de trabajar los celos infantiles, hemos de considerar diversas estrategias que podrán resultar útiles. Así, veamos los puntos más importantes a la hora de trabajar los celos infantiles:
- Analizar el origen de los celos: hay que conocer bien al niño y sus circunstancias. Sabiendo el origen de los celos, podremos actuar en consecuencia.
- Implicación de todos los actores: identificados los celos, se marcará la pauta a seguir y debe ser cumplida por las personas que interactúan con el niño, como familiares, educadores, etc.
- Evitar trato preferencial: si hay varios niños en la familia, evitaremos el trato preferencial por cualquiera de ellos.
- Refuerzo positivo: usaremos el refuerzo positivo remarcando los aciertos y no haciendo demasiado hincapié en los negativos.
- Retirada de atención ante conductas celosas: es decir, delante de rabietas, desobediencia premeditada, etc.
- Refuerzo de actividades en familia y juegos en grupo.
- Reacción calmada: es importante reaccionar con tranquilidad ante los episodios de celos. Evitaremos estridencias y recriminaciones en la medida de lo posible.
- Recuerdo de los privilegios: cuando el niño lo vea todo negativo, recordaremos lo útil de la situación. Por ejemplo, si son celos hacia el hermano menor, hablaremos de las ventajas, como el tiempo de juego juntos, etc.
Trabajar los celos infantiles es importante ya que, como hemos dicho, no dejan de ser una fuente de sufrimiento y un foco de erosión para las relaciones interpersonales.
Si la situación se nos va de las manos, haremos bien en acudir a un profesional para que haga una evaluación y, en base a ella, programe la mejor intervención.
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- Dalloz. D. (2003).
- Los celos
- . Madrid: Ediciones Internacionales Universitarias. Polaino-Lorente. A. (1991).
- Hijos celosos
- . Barcelona: Ediciones CEAC.