Trastorno de la personalidad por evitación: el aislamiento social como refugio

Este trastorno de la personalidad por evitación caracteriza a un 3% de la población. Son personas que eligen aislarse, que evitan socializar y que en algunos casos, pueden derivar en brotes neuróticos. 
Trastorno de la personalidad por evitación: el aislamiento social como refugio
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 17 septiembre, 2024

El trastorno de la personalidad por evitación afecta a un 3% de la población. Caracteriza a personas sensibles y cautelosas que habitan incrustadas en la caracola de su soledad por temor a ser heridas, juzgadas o rechazadas. Es tal su necesidad de huida y su incapacidad para gestionar sus miedos y angustia vital que acaban construyendo los muros de su propia fortaleza donde recluirse.

Este trastorno fue definido a principios del siglo XX por los psiquiatras y eugenistas Bleuler y Kretschmer. Expertos eneste tipo de condición psiquiátrica, suelen comentar que el ejemplo más claro que da forma al trastorno de la personalidad por evitación es la figura de Emily Dickinson.

Como explica el doctor Laurence Miller en su libro “From Difficult to Disturbed”, la célebre poetisa fue alejándose progresivamente del mundo hasta recluirse en su habitación. Muchos de sus versos como “la mañana no me quiere, de modo que buenas noches día”, reflejan dicha retirada a la penumbra de su micromundo.

Así, una persona con este trastorno de la personalidad, puede ir desarrollando poco a poco esta tendencia evasiva hasta derivar en un brote neurótico que requiere en muchos casos de un ingreso. Los psiquiatras definen estas a personas como “shrinkers” (encogedores) y por curioso que parezca, parece que esta tendencia a día de hoy está apareciendo con mayor frecuencia.

“Temo a la persona de pocas palabras, temo a la persona silenciosa y al sermoneador, temo a quien no puedo entender, temo a quien cavila mientras el resto no hace más que parlotear…”

-Emily Dickinson-

Características de las personas con trastorno de la personalidad por evitación

Durante un tiempo se pensó que una educación basada en la crítica, la humillación y el desprecio conducía inevitablemente al trastorno de la personalidad por evitación. Sin embargo, a día de hoy en lo que se refiere a cualquier tipo de trastorno clínico se sabe que “2 y 2 nunca son 4”.

Entendemos, que cada persona reacciona de un modo diferente ante las mismas circunstancias y que dentro del universo de los trastornos de personalidad existen muchos condicionantes, más trastornos asociados y complejísimos pensamientos disfuncionales.

Por otro lado, el actual DSM-V define la personalidad evasiva como una forma de ansiedad social donde la autoestima es tan baja que la persona va perdiendo por completo su funcionalidad social hasta preferir el aislamiento.

No obstante, lo más complejo de todo ello es que la situación de estos pacientes es completamente egodistónica, es decir, todos sus valores, sueños, identidad y necesidades están en un caos constante y desagradable. El desgate mental en este sentido es muy grande.

Ahora bien, estudios como el llevado a cabo en la Universidad de Newcastle, en Australia nos señalan que a pesar de ser poco conocido, en caso de no tratarse puede volverse crónico. Ahora bien, los tratamientos existentes son altamente eficaces.

chico sobre rocas en una playa representando el trastorno de la personalidad por evitación

Características principales:

  • Las personas contrastorno de la personalidad por evitación tiene la sensación de que hagan lo que hagan, siempre van a ser rechazos, criticados y apartados de cualquier situación.
  • Elevada autocrítica, se ven a sí mismos como seres completamente incompetentes en cualquier contexto. Es común que se digan a sí mismos aquello de que “no están hechos para este mundo”.
  • Suelen evidenciar una elevada disforia, es decir, combinan la tristeza con la ansiedad.
  • Utilizan un elevado “arsenal” de pensamientos disfuncionales: “Es mejor no hacer nada, que intentar algo y fallar”. “Las personas de este mundo siempre son críticas, aman humillar a los demás y son indiferentes a las necesidades ajenas…” 
  • Además de la evitación social, también practican la evitación cognitiva, la conductual y la emocional. A saber, mejor no pensar, no hacer y no gestionar mis emociones porque de este modo no tengo que hacer frente a eso que me da tanto miedo y que yo mismo estoy propiciando.

A su vez, cabe señalar que la base de esta condición es la propia ansiedad. Así, poco a poco, y para protegerse de tanta emoción negativa, estas personas optan por el aislamiento.

Tratamiento del trastorno de la personalidad por evitación

La relación terapéutica con la persona con un trastorno ansioso por evitación es en muchos casos larga e infructuosa y lo es por varias razones.

La primera es que el paciente con este perfil suele creer que el profesional no va a poder entender su mundo interior. Piensa que va a ser rechazo por sus pensamientos, ideas y necesidades.

En el momento en que el psicoterapeuta se gane su confianza y construya una alianza fuerte pueden verse grandes progresos. Sin embargo, si esta confianza no aparece, es muy difícil que se den avances que refuercen la fe del paciente.

Objetivos en la estrategia terapéutica

Los puntos a trabajar con la persona con un trastorno de la personalidad por evitación serían los siguientes:

  • Reformular los esquemas disfuncionales.
  • Trabajar en sus pensamientos automáticos y en sus distorsiones cognitivas.
  • Explorar el origen de su conducta de evitación.
  • Evocar experiencias que causan malestar.
  • Fortalecer hábitos sociales que puedan ayudarlo en su día a día.
  • Hacer un diagrama del progreso y mejora de sus conductas de evitación.
  • Mejorar sus habilidades sociales mediante terapias de grupo.
  • Mejorar su auto-imagen.

 

Para concluir, como vemos son múltiples las estrategias que el profesional debería llevar a cabo con estos pacientes. Estamos ante un tipo de trastorno donde la terapia cognitivo-conductual, así como la terapia racional-emotiva, la terapia psicodinámica o la desensibilización sistemática son especialmente útiles.


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