Trastorno de pánico: síntomas, causas y tratamientos
Según el DSM-5, entre un 2-3 % de la población general en Europa y Estados Unidos padece trastorno de pánico. Por cada hombre afectado hay dos mujeres afectadas y la media de edad se encuentra en el intervalo comprendido entre los 20 y los 24 años. Pero, ¿en qué consiste este trastorno exactamente? ¿Qué lo causa y cómo se trata?
Vamos a arrojar un poco de luz a este trastorno de ansiedad que puede llegar a ser tan incapacitante, donde la persona ha sufrido (y sufre) ataques de pánico repentinos, además de miedo a volver a experimentarlos.
Los trastornos de tipo ansioso, junto a los depresivos y a los relacionados con el consumo de sustancias, son los que presentan una mayor tasa de prevalencia a nivel mundial, por lo que visibilizarlos puede ayudarnos a tomar conciencia de su importancia y repercusión.
Trastorno de pánico: definición y síntomas
El trastorno de pánico es un tipo de trastorno de ansiedad que se caracteriza, según el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), por la aparición recurrente de ataques de pánico súbitos e imprevistos. En los momentos previos a que se produzcan los ataques, la persona puede estar tranquila o en una situación de ansiedad. Por otro lado, en el trastorno de pánico, la persona teme volver a vivir dichos ataques, lo que interfiere de forma importante en su vida.
Pero, ¿qué son los ataques de pánico? También denominados crisis de angustia, consisten en la aparición de episodios súbitos y temporales de sensaciones de angustia, malestar y miedo de elevada intensidad. Su duración es variable (15 minutos aproximadamente) y su pico de máxima intensidad se produce a los pocos minutos.
Los síntomas que pueden aparecer en los ataques de pánico son muy diversos: sudoración, hiperventilación, taquicardia, temblores, mareos, vómitos, náuseas… Además de otros síntomas de tipo psicológico, tales como: miedo a volverse loco o a perder el control, miedo a morir y miedo a estar sufriendo un infarto, entre otros. Pueden aparecer, además, síntomas disociativos como la desrealización (sentir que lo que ocurre no es real) o la despersonalización (extrañeza de la propia existencia).
“El peso de la ansiedad es mayor que el del mal que la provoca”.
-Anónimo-
Causas del trastorno de pánico
¿Cuáles son las causas del trastorno de pánico? Éstas no siempre son conocidas; además, normalmente son varias. Por ejemplo, la primera crisis de pánico puede aparecer por factores situacionales; por otro lado, el temor a que se repita puede deberse a la generación de interpretaciones negativas y aversivas de las sensaciones corporales (no vinculadas a la ansiedad).
Así, si interpretamos ciertas sensaciones corporales como ansiógenas, éstas pueden intensificarse, generándose en uno mismo más miedo y ansiedad, lo que puede desembocar en un ataque de pánico.
La genética también puede tener relación con la etiología del trastorno de pánico; así, vemos cómo las personas con familiares que también padecen algún trastorno de ansiedad tienen más probabilidad de desarrollar uno de ellos. Finalmente, las experiencias previas y el aprendizaje de ciertos modelos de comportamiento también pueden influir en la génesis de un trastorno de pánico.
“El miedo es la incertidumbre en busca de seguridad”.
-F. Krishnamurti-
Tratamientos del trastorno de pánico: psicoterapia
Dentro de las terapias psicológicas efectivas para el trastorno de pánico, encontramos las siguientes, citadas en la Guía de tratamientos psicológicos eficaces de Marino Pérez (2010) y en el Manual de Terapia de Conducta de M. A. Vallejo (2016):
Programas multicomponentes cognitivo-conductuales
Encontramos dos programas altamente eficaces en el trastorno de pánico:
- El tratamiento del control del pánico de Barlow (2007).
- La terapia cognitiva de Clark y Salkovskis (1996).
La terapia de Barlow incluye la exposición en vivo a las sensaciones interoceptivas como elemento central de la intervención. Incluye también los siguientes componentes: psicoeducación, exposición interoceptiva, reestructuración cognitiva y entrenamiento en respiración/relajación.
Por su parte, la terapia cognitiva de Clark y Salkovskis está dirigida a identificar, poner a prueba y modificar las sensaciones erróneras por otras más realistas. Incluye los siguientes componentes: psicoeducación, reestructuración cognitiva, experimentos conductuales basados en la inducción de las sensaciones temidas y recomendaciones para abandonar conductas de seguridad.
Entrenamiento en respiración
Encontramos aquí el entrenamiento en respiración lenta para ataques de pánico de Chalkley (1983). Dicho entrenamiento implica esencialmente el aprendizaje de una respiración lenta y diafragmática. Sin embargo, actualmente se cuestiona su eficacia como intervención aislada (lo ideal es incluir dicho entrenamiento en programas más amplios).
Relajación aplicada
Para el trastorno de pánico, se utiliza sobre todo la relajación aplicada de Öst (1988). Ésta implica enseñarle al paciente la relajación muscular progresiva, para que después la utilice para afrontar, de forma gradual: primero las sensaciones corporales que pueden desencadenar el pánico, y después las actividades y situaciones que antes evitaba.
Terapia de exposición en vivo
Una de las más eficaces es la terapia de exposición de Williams y Falbo (1996). Dicha terapia implica que el paciente se exponga en la vida real, y de un modo sistemático, a las situaciones que teme y evita.
Inervación vagal
La inervación vagal para el pánico de Sartory y Olajide (1988) busca el control de la tasa cardíaca del paciente mediante el aprendizaje de unas técnicas de masaje sobre la carótida. Concretamente, se hace presión en un ojo durante la expulsión del aire.
Terapia intensiva focalizada en las sensaciones
Los autores de esta terapia para el trastorno de pánico son: Morissette, Spiegel y Heinrichs (2005). Se trata de una intervención de 8 días consecutivos, que tiene el objetivo de eliminar totalmente el miedo a las sensaciones físicas.
Para ello, se utiliza la exposición masiva y sin graduación, afrontando desde el primer momento las sensaciones más temidas. También se potencia la exposición, induciendo sensaciones corporales a través de ejercicios físicos.
Terapia de aceptación y compromiso
Dentro de la terapia de aceptación y compromiso (TAC) encontramos la terapia cognitivo-conductual de aceptación incrementada para el pánico, de Levitt y Karekla (2005).
Consiste en un procedimiento cognitivo-conductual estándar que incluye: psicoeducación, exposición situacional e interoceptiva y reestructuración cognitiva, y que además añade otros componentes de la TAC, tales como el mindfulness y la discusión acerca de incrementar las actividades valiosas frente a la ansiedad.
Farmacoterapia
Siguiendo con Marino Pérez (2010) y M.Vallejo (2016), encontramos que la farmacoterapia utilizada y validada para el trastorno de pánico incluye el uso de antidepresivos y ansiolíticos. En este sentido, se suelen prescribir ISRS como antidepresivos, y benzodiacepinas o tranquilizantes como ansiolíticos.
Dichos fármacos pueden ayudar a reducir la ansiedad en la persona, pero lo ideal siempre será un tratamiento que combine psicoterapia y farmacoterapia, ya que los cambios profundos en el individuo siempre se conseguirán con un adecuado soporte psicológico (es decir, con terapia). Es decir, la farmacoterapia puede tranquilizar al individuo y sentar las bases para empezar a trabajar, pero será la psicoterapia la que permitirá que éste pueda modificar sus creencias y dejar de evitar determinadas situaciones y sensaciones.
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- American Psychiatric Association -APA- (2014). DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Madrid. Panamericana.
- Caballo (2002). Manual para el tratamiento cognitivo-conductual de los trastornos psicológicos. Vol. 1 y 2. Madrid. Siglo XXI (Capítulos 1-8, 16-18).
- Pérez, M., Fernández, J.R., Fernández, C. y Amigo, I. (2010). Guía de tratamientos psicológicos eficaces I y II:. Madrid: Pirámide.