Trastornos somatomorfos: síntomas y tratamiento

Trastornos somatomorfos: síntomas y tratamiento
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Sara Clemente

Última actualización: 14 febrero, 2024

Los trastornos somatomorfos ponen de manifiesto lo difícil que resulta separar los efectos que tienen el cuerpo y la mente en la salud de una persona. La fuerte interconexión que mantienen estas dos dimensiones complica considerablemente el diagnóstico y el tratamiento de este tipo de trastornos.

Antes de continuar, es conveniente distinguirlos de los trastornos psicosomáticos. Aunque en ambos el desencadenante es psicológico y existen síntomas físicos, en los trastornos psicosomáticos hay un daño en el sistema fisiológico correspondiente, mientras que en los somatomorfos no existe una patología orgánica demostrable. Por lo tanto, hablamos de trastornos somatomorfos cuando existen síntomas físicos pero no síntomas orgánicos o mecanismos fisiológicos demostrables. Además, existen pruebas de conflictos psicológicos ligados a esta sintomatología.

Las personas con ese tipo de trastornos hacen de sus síntomas el epicentro de su vida. Incluso, los malestares que sienten llegan a absorberlos por completo. Sin embargo, en muchas ocasiones su preocupación es desproporcionada en relación con los síntomas que presentan. 

Magnificación desmedida

Como hemos visto, los pacientes que sufren trastornos somatomorfos presentan síntomas físicos cuyo origen es psicológico. A estos padecimientos, les acompañan altos niveles de angustia, preocupación y dificultades para su funcionamiento diario. Su cuadro clínico podría resumirse en los siguientes puntos clave:

  • Preocupación excesiva sobre sus síntomas y/o perturbación de su vida normal.
  • Pensamientos recurrentes, constantes y obsesivos sobre la posible gravedad de sus síntomas.
  • Extrema angustia por su salud y por las consecuencias catastróficas que pueden tener los síntomas que padecen.
  • Inversión de una cantidad desproporcionada de tiempo y energía en sus problemas de salud.
Mujer de espaldas con dolores de la fibromialgia

Generan dependencia

La cronicidad de los síntomas físicos y la creencia en las consecuencias catastróficas que pueden tener sus pesadumbres, les hace desarrollar dependencia hacia los demás. Estos pacientes generan en su entorno la necesidad de ser cuidados y constantemente atendidos. De manera que por un lado, eluden sus responsabilidades y por otro, exigen dedicación, ayuda y apoyo de forma agobiante a las personas de su alrededor.

Además, se suelen enfadar si creen que no se les está dedicando el suficiente tiempo ni la atención que merecen o se minusvaloran sus necesidades. Es posible que amenacen y en algunos casos más complejos, intenten suicidarse. Como vemos, los trastornos somatomorfos son realmente graves si no se detectan a tiempo.

Son de difícil detección

¿Cómo detectar un trastorno para el que existen síntomas físicos pero no una lesión orgánica? Es decir, ¿qué diagnóstico tienen un conjunto de molestias que aquejan al paciente, pero cuya causa no se encuentra en un trastorno físico concluyente? Las respuestas a estas preguntas se encuentran en el componente psicológico de estos trastornos. Por ello, para diagnosticarlo “no debe existir una base somática que justifique los síntomas” (DSM-IV).

No obstante, sería inadecuado que los médicos diagnostiquen este cuadro clínico como un trastorno mental cuando no encuentran una causa física de los síntomas que tiene el paciente. Antes han de asegurarse de que las pruebas que han realizado han sido las más adecuadas y que los resultados de las mismas son correctos.

También es probable que algunas personas reaccionen de manera excesiva ante sus síntomas porque su umbral de dolor es menor que lo establecido dentro de la normalidad. Pero no por ello se ha de dar por supuesto que padecen una enfermedad mental.

Este tipo de trastorno se tiene que diagnosticar una vez que se han descartado posibles trastornos físicos u orgánicos como causa. Y únicamente si la respuesta a los síntomas que presenta es anormalmente intensa.

Hombre con dolor estomacal

Tipos de trastornos somatomorfos

Para categorizar un trastorno como somatomorfo hay que  guiarse por la respuesta que emite la persona ante sus síntomas o problemas de salud. Es decir, su preocupación, angustia y el grado de interferencia que tienen sus malestares en sus quehaceres y obligaciones diarias. Por tanto, dependiendo de estas reacciones se distinguen los siguientes trastornos específicos (DSM-IV y CIE-10):

  • De somatización: suele detectarse tras años de padecimiento. Los síntomas pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, pero los más frecuentes son las molestias gastrointestinales (dolor, meteorismo, vómitos, náuseas, etc.) y dérmicas (quemazón, hormigueo, entumecimiento, enrojecimiento, etc.). En ocasiones, también hay signos de cuadros depresivos o ansiosos.
  • Somatomorfo indiferenciado: se caracteriza por la aparición de quejas físicas múltiples, variables y persistentes, pero poco explicadas. Es decir, sus síntomas son insuficientes para establecer el diagnóstico de trastorno de somatización.
  • Hipocondríaco: probablemente sea el más conocido dentro de los tipos de trastornos somatomorfos. Sus principales síntomas son la preocupación y el miedo a desarrollar o tener una o varias enfermedades graves progresivas. A menudo, el paciente categoriza sensaciones normales o frecuentes como fenómenos excepcionales y molestos.
  • Disfunción vegetativa somatomorfa: sus síntomas se manifiestan en los órganos inervados por el sistema nervioso vegetativo. Estos son el cardiovascular, gastrointestinal o respiratorio, entre otros. Una combinación de signos objetivos de hiperactividad (palpitaciones, sudoración, rubor y temblor) y otros individuales, subjetivos e inespecíficos.
  • De dolor somatomorfo persistente: se caracteriza por un dolor intenso, que se presenta mayoritariamente en circunstancias de conflictos o problemas.
  • Otros: alteraciones de la sensibilidad no debidas a trastornos somáticos y relacionados con problemas o acontecimientos estresantes. Por ejemplo, el globo histérico o el rechinar de dientes, entre otros.

Tratamiento cognitivo-conductual

Aunque existen estudios sobre el tratamiento farmacológico del dolor, no existe actualmente la suficiente base científica como para realizar recomendaciones terapéuticas fiables.  No obstante, es conveniente que el paciente acuda a psicoterapia y, en concreto, de enfoque cognitivo-conductual. Esta puede ayudar a disminuir la preocupación y ansiedad sobre sus síntomas.

Un enfoque integrativo que combina la terapia cognitivo-conductual con la terapia interpersonal también resulta efectivo. Este contempla las dos principales características de los pacientes con tendencias somatizadoras: el modo desajustado de percibir y evaluar cómo se encuentran a nivel de salud y la forma de comunicación inadecuada para expresar su malestar a los demás.

Este tipo de enfermedades tienen una alta prevalencia en nuestra sociedad. Aunque no hay que obsesionarse, en algunos casos los síntomas físicos pueden ser producto de un padecimiento mental. Esto, como decíamos al comienzo del artículo, es fruto de la interrelación que existe entre cuerpo y mente. Ahora bien, ¿dónde está el límite entre síntomas físicos y mentales?


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