Tripofobia: síntomas, causas y tratamiento
Picazón, escalofríos, piel de gallina y hasta náuseas. Esto es lo experimentan quienes se exponen a figuras que presentan muchos hoyos, rectángulos pequeños o incluso círculos convexos. La tripofobia es un miedo extremo o repulsión por cualquier patrón de formas geométricas muy juntas entre sí.
A veces, el simple hecho de observar las pequeñas burbujas aglomeradas de jabón que se forman en el agua cuando te duchas te puede generar esta sensación. Se trata de un tipo de realidad psicológica muy recurrente en la población. Así, y aunque no se conocen con claridad las causas asociadas, te gustará saber que hay diferentes mecanismos para abordarla. Te lo explicamos.
«El miedo es tan profundo como la mente lo permita».
¿Qué es la tripofobia?
La tripofobia es una condición en la que experimentas repulsión y miedo irracional al ver o pensar en patrones de agujeros. Estos pueden ser protuberancias o grupos de pequeñas formas geométricas. Ahora bien, es cierto que podríamos etiquetar esta afección como fobia específica, pero la verdad es que hay cierta controversia alrededor de esta experiencia tan recurrente.
Investigaciones divulgadas en Psychological Reports la describen como un miedo inconsciente. De algún modo, esas imágenes visuales evocan organismos venenosos. Sería, por tanto, una especie de reacción instintiva a un peligro. El temor es real, pero no existe —de momento— un consenso claro para catalogarlo como una fobia. Veamos sus características.
Síntomas de la tripofobia
La sintomatología tripofóbica puede variar de una persona a otra. Esto es importante destacarlo porque es frecuente que esta condición sea comórbida con determinadas condiciones clínicas. Hay quien solo experimenta cierta desazón y otros, sin embargo, desarrollan un cuadro clínico más acusado. Lo analizamos.
- Repulsión o asco: si sufres miedo a los agujeros, lo que experimentarás es una intensa sensación de asco, desazón e incomodidad al ver imágenes o patrones de esta forma. Esto te puede llevar a evitar objetos o situaciones que contengan tales formas.
- Ansiedad o miedo: en los casos más acusados de tripofobia, aparece el nerviosismo, la sudoración, los temblores u otros síntomas psicofísicos vinculados de manera directa a la ansiedad.
- Náuseas o malestar estomacal: algunas personas comentan que suelen sentir náuseas o malestar estomacal cuando ven patrones tripofóbicos. A veces, esta vivencia puede ser tan severa como para provocar vómitos.
- Picazón o incomodidad en la piel: es muy frecuente experimentar sensaciones muy desagradables en la piel. Es una inquietud generalizada que te impulsa a tener que rascarte o frotarte los brazos o el rostro en respuesta a estos patrones.
- Escalofríos o piel de gallina: otra característica física común es la sensación de escalofríos o piel de gallina. Algunas personas notan como su piel se eriza cuando ven estos estímulos.
¿Cuáles son las causas?
Más allá de si estamos o no ante una fobia específica, hay un hecho innegable. Son muchas las personas que experimentan disgusto u horror al ver pequeños agujeros agrupados. Es un miedo real y la ciencia procura comprender los mecanismos que la orquestan. Te describimos a continuación lo que sabemos hasta el momento.
Causas evolutivas
¿Qué es lo que sueles sentir cuando ves un estímulo de estas características? Por lo general, lo que percibe el cerebro al ver un patrón tripofóbico es sensación de peligro. Y no es casualidad. La revista Cognition & Emotion señala que la tripofobia puede ser una respuesta evolutiva a estímulos que, en el pasado, nos pudieron generar enfermedades.
Sería, por tanto, un miedo atávico que tuvo su sentido en algún momento de nuestra evolución. Tal vez, ciertas plantas, insectos u otros organismos con estos patrones fueron un riesgo para nosotros. Piensa, por ejemplo, que el asco es una emoción que tiene como finalidad evitar que consumamos o nos acerquemos a algo nocivo. A día de hoy, este mecanismo aún está presente.
Reacción a un patrón visual muy concreto
Una investigación divulgada en Quarterly Journal of Experimental Psychology pudo demostrar que las respuestas tripofóbicas aparecen ante imágenes con un perfil espectral muy particular. No con otras. Es como si dichas formas activaran una respuesta de alarma y miedo en nosotros al rememorar en el cerebro amenazas pasadas como las ya descritas.
De hecho, esta sensación desagradable puede aparecer de forma temprana en niños pequeños. Por lo general, estos son los estímulos que los suelen desencadenar. Es posible que te sientas identificado:
- granadas,
- esponjas,
- burbujas de plástico,
- burbujas de jabón
- semillas de frutas,
- los panales de abejas,
- estampados de ropa,
- vainas de semillas de loto,
- los agujeros de la carne en descomposición, etc.
¿Cuándo podemos considerar el miedo a los agujeros como una fobia?
Sentir simple repulsión y miedo a los agujeros no se puede considerar una fobia. Se estipula con que pueda ser un temor normal y frecuente en el ser humano, ya que provendría, como te hemos dicho, de ciertos peligros como contraer enfermedades. Ahora bien, ¿significa esto que no estamos ante ningún problema psicológico?
Si este miedo irracional llegase a interferir en tu vida diaria y bienestar, ya estaríamos hablando de un trastorno. Como bien describen en The Lancet, las fobias específicas conforman un trastorno de ansiedad que presenta comorbilidad con otras condiciones clínicas.
En este sentido, si percibes que te estás obsesionando con estos patrones y que los ves en casi cualquier lado, pide ayuda. Si evitas algunos lugares, te angustia realizar ciertas actividades y tu esfera psicosocial se ve muy limitada, habla con un profesional. Un correcto diagnóstico será siempre el mejor punto de partida. A continuación, te explicamos cómo se trata.
¿Existe algún tratamiento clínico?
El tratamiento de elección para la tripofobia suele ser la exposición en vivo al estímulo temido, en este caso a las figuras o imágenes geométricas. Asimismo, es útil completar este recurso con técnicas de relajación. Te describimos en detalle cuáles son los enfoques terapéuticos más beneficiosos:
- Terapia cognitivo-conductual (TCC): este modelo terapéutico es el más utilizado para tratar las fobias y la ansiedad. Además, como apuntan en Frontiers in Psychiatry, es el que cuenta con más investigación detrás. En este caso, el terapeuta te ayuda a identificar los pensamientos irracionales asociados a este miedo para modificarlos y racionalizarlos.
- Terapia de exposición: La terapia de exposición implica, como ya te hemos descrito, una exposición gradual a los estímulos que desencadenan la tripofobia. Se hace en un entorno controlado y seguro.
- Técnicas de relajación: por lo general, la relajación se usa como complemento de la propia exposición. Esto te permitirá regular las respuestas psicofísicas poco a poco y evitar, incluso, la aparición de ataques de pánico.
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Miedo a los agujeros, una realidad muy frecuente
Si experimentas esta misma aversión sabrás que no es agradable. A veces, en redes sociales o en la televisión, pueden aparecer de pronto estos mismos patrones. Ver un conjunto de pequeños agujeros juntos te repele y te hace girar la vista. Sin embargo, es evidente que, más allá de ese pequeño mal rato que generan los estímulos tripofóbicos, no interfieren tu vida.
Es por esto mismo que los expertos tienen dudas a la hora de describirla como una fobia específica. Es un miedo evolutivo, un vestigio de nuestro pasado a un mundo que, en un momento, fue amenazante. En la actualidad solo nos queda su huella, ese resorte en forma de repulsión. No obstante, si interfiere tu funcionalidad, pide siempre la ayuda de un psicólogo. Mereces estar bien.
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