Tus emociones suenan en armonía cuando te conoces mejor

Tus emociones suenan en armonía cuando te conoces mejor
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Laura Reguera

Última actualización: 11 julio, 2017

¿Quién consigue hoy en día armonía en su vida? En la sociedad actual es tal el número de tareas que tenemos que llevar a cabo en nuestra día a día que resulta muy difícil encontrar un equilibrio emocional. La ansiedad, el estrés y la ira se adueñan de nuestro presente sin ni siquiera darnos cuenta.

De esta manera, vamos entrando en un círculo vicioso. Cada vez nos alteramos más y se nos hace más difícil mantener la calma y la serenidad. ¿Qué podemos hacer para tratar de no perturbarnos tanto? ¡Sigue leyendo si quieres conseguir mayor armonía en tu vida!

“Recorre siempre el camino más corto. El camino más corto es el que está en armonía con la naturaleza. Por lo tanto, habla y actúa en todo de la manera más sana, ya que un propósito parecido libera de los afanes y de la lucha, de cualquier clase de preocupación y ostentación”

-Marco Aurelio-

Para aumentar tu armonía: ¡conócete!

Como cualquier otra habilidad que queramos adquirir o mejorar para aumentar nuestra armonía va a ser necesario poner en marcha una serie de ejercicios. Así, conseguiremos un mayor equilibrio emocional y, en consecuencia, nuestro bienestar general mejorará. Pero esto no es nada fácil. En ocasiones, estamos tan enfadados o nerviosos que nos bloqueamos y nos resulta imposible manejar esas emociones.

Entonces, ¿qué podemos hacer? Si localizamos un patrón de momentos en los que nos sentimos malhumorados o demasiado preocupados podemos ponerle un nombre. De esta forma tomaremos consciencia de ello y lo veremos como un elemento externo a nosotros. Además, podremos decidir si queremos seguir así o por el contrario, hacer algo para mejorar nuestro estado de ánimo.

Mano con una flor encima

Por ejemplo, puede que a menudo, empecemos a pensar en todo lo que deberíamos haber hecho y no nos ha dado tiempo. En ese momento aparecerán en escena la ansiedad y el enfado. No dejamos de darle vueltas a que somos un desastre y nos machacamos más y más. Pero es justo este momento el que tenemos que aprender a identificar y etiquetar para no quedar atrapados.

Tal vez esta situación nos recuerde a algún amigo que, cada vez que nos cuenta momentos en lo que le pasa esto, le decimos que se exige demasiado y que tiene que aprender a delegar en los demás. De esta manera, cuando empecemos a decirnos a nosotros mismos este tipo de cosas, vendrá a nuestra mente la palabra “autoexigente”, la cual nos avisará de que estamos entrando en una dinámica que nos perjudica. Así, tendremos la posibilidad de pensar qué hacer para conseguir regular cómo nos sentimos y aumentar en definitiva, nuestra armonía emocional.

“Cuando te sientas como obligado a inquietarte por las cosas que suceden alrededor, retorna rápidamente a ti mismo y no te apartes del ritmo más de lo que sea necesario. Porque serás más dueño de la armonía cuanto más a menudo retornes a ella”

-Marco Aurelio-

La armonía viene de la mano de una actitud contemplativa

Aunque aprendamos a tomar mayor conciencia sobre cómo reaccionamos ante ciertas situaciones y tratemos de gestionar nuestras emociones negativas, en ocasiones puede que nos resulte muy complicado. Aprender a distanciarnos emocionalmente de los conflictos no es tan fácil como parece.

“Lo principal es entender que el problema muchas veces nace de nuestra forma de ver el mundo externo como una fuente potencial generadora de sufrimiento, angustia, tensión, estrés… Cuando esto suceda, podemos pensar que también puede serlo de armonía”

-Raúl de la Rosa-

Una habilidad que puede ayudarnos en la solución de problemas es ver las cosas en perspectiva. Y más aún si esa situación no tiene remedio a corto plazo. Para conseguirlo, podemos pensar en aquello que nos está generando malestar y hacernos la siguiente pregunta: ¿qué le diría yo a un amigo si me contara esto? De esta forma, nos daríamos cuenta de cómo reaccionaríamos si fuese algo que no nos estuviera pasando a nosotros.

Además, podemos hacer un ejercicio de visualización. En él, nos imaginaremos como árboles, recorriendo mentalmente nuestro cuerpo y relacionándolo con sus distintas partes. Una vez que identifiquemos nuestros pies con las raíces, las piernas y nuestro torso con el tronco, los brazos con las ramas y los dedos de las manos y la cabeza con las hojas, introduciremos el viento.

Árbol con forma de mujer

Ese aire que nos azota y sacude con mayor o menor fuerza serán nuestros problemas. Lo que vamos a hacer es ver cómo ese árbol que somos nosotros se mece con el viento, pero sin quebrarse por él, de la misma forma que nuestros conflictos cotidianos influyen en nuestra vida, pero sin hundirnos. Así, si practicamos esto a menudo, fomentaremos nuestra flexibilidad y distanciamiento emocional.

Por último, en ocasiones quizás tengamos que llegar a un acuerdo en nuestra empresa, nuestra familia o nuestra comunidad de vecinos. Esto será mucho más sencillo cuando consigamos el equilibrio emocional en nuestra vida, ya que podremos poner en marcha las estrategias utilizadas para las situaciones de conflicto interpersonales, tratando de mediar en problemas que requieran una negociación. De esta forma, retroalimentaremos nuestra armonía y conseguiremos un bienestar mayor.

Imágenes cortesía de Julia Caesar, Roman Kraft y Milada Vigerova.


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