Tus problemas pueden ser un muro o una puerta: ¿qué eliges?
Tus problemas pueden ser un muro o una puerta y el que sea una cosa o la otra dependerá de algo más que de tu actitud o enfoque personal. Admitámoslo, hay veces en que la adversidad nos llega sin avisar y por mucho que lo busquemos, no encontramos ni el ánimo ni la motivación para encararla. Es decir, no siempre podemos estar al 200 % ante cada desafío que nos llega. Y eso es normal.
Aunque lo cierto es que como bien decía Albert Einstein, antes de solucionar un problema lo más importante es entenderlo. Para algo así se necesita tiempo y claridad mental. Por tanto, algo que debemos entender en primer lugar es que no estamos hechos de algoritmos, cables o subrutinas. No somos máquinas, somos personas y sentirnos asustados o impactados por los imprevistos es algo comprensible y habitual.
No obstante, nada es tan importante como comprender cada una de nuestras reacciones y tener además en el bolsillo adecuadas estrategias. Nadie llega a este mundo con un manual bajo el brazo con una solución para cada brecha del destino. Vivir es improvisar, probar, errar y volver a intentarlo. Por ello, nos pueden ser de utilidad una serie de estrategias para hacer de los problemas puentes para el avance y el crecimiento.
Tus problemas pueden ser un muro o una puerta: 3 estrategias que te serán de utilidad
Si dijéramos ahora mismo que una forma idónea de resolver los problemas es dejando la preocupación a un lado, es posible que más de uno se extrañara. Entonces… ¿la clave de todo estaría en «no preocuparnos» ante los infortunios que nos llegan? ¿Y cómo se hace esto? Bien, lo cierto es que el auténtico secreto reside más bien en desarrollar una reflexión adaptativa y no una rumiación desadaptativa.
Dicho de otro modo: ante los problemas debemos ser capaces de poner en práctica un tipo de preocupación saludable que nos permita ocuparnos de las cosas y no alimentar la preocupación excesiva (y poco útil). Si señalamos esto último es por un hecho muy importante. Trabajos de investigación como los realizados en la Universidad de Yale por la doctora Susan Nolen nos indican algo que debemos tener en cuenta.
Tus problemas pueden ser un muro o una puerta, es cierto. Sin embargo, el hecho de alimentar la preocupación excesiva erige las propias bases de esa pared, una pared además que te dejará atrapado en el sufrimiento. Porque cuando no controlas los estados de rumiación corres el riesgo de acabar desarrollando un trastorno depresivo.
Vale la pena tener presente una serie de estrategias para que esto no ocurra.
Mente en calma para ver con mayor claridad la realidad que me envuelve
No siempre estamos preparados para afrontar un problema. Nadie puede responder ante una situación complicada de manera rápida e instantánea. Por tanto, sentirnos abrumados e incluso asustados al inicio es normal y permisible. Forma parte de la adaptación a la realidad. No debemos juzgarnos por sentirnos colapsados en un primer momento.
Debemos darnos tiempo y habituarnos a lo que nos demanda ese problema, esa incertidumbre, ese giro en el camino. Lo esencial es lograr un estado mental relajado. Un ejemplo al respecto, el doctor Mark Beeman de la Universidad Northwester es uno de los máximos expertos en lo que se conoce como “experiencias eureka”, es decir, esos procesos que de pronto nos permiten encontrar la solución a un problema.
Algo que nos señala en su libro The Eureka Factor: Aha Moments, Creative Insight, and the Brain es que solo a través de una mente relajada se llevan a cabo las conexiones cerebrales más profundas. Esto se traduce en estrategias de respuesta más innovadoras y creativas.
Aprender a reencuadrar los problemas: ¿cuál es el auténtico detonante de lo que me ocurre?
Thomas Wedell-Wedellborg es otro experto en materia de pensamiento, innovación y resolución de problemas. Algo que nos señala es que, por término medio, a las personas se nos da bien resolver desafíos e imprevistos ajenos. Es decir, si un amigo pasa por un mal momento solemos ser muy eficaces para conferir ayuda. Sin embargo, cuando somos nosotros quienes tenemos por delante un reto complicado, nos cuesta mucho separar el grano de la paja y clarificar cuál es el problema real.
Un ejemplo. Puede que últimamente tengas ansiedad y problemas con tu pareja. Es posible que te notes más cansado de la cuenta y te digas aquello de que “todo es estrés y nada más”. Sin embargo, si te detuvieras a analizar la situación con calma identificarías el detonante: tu malestar en el trabajo.
Es decir, tus problemas pueden ser un muro una puerta, es verdad. Pero si no eres capaz de identificar cuál es el problema real, solo verás muros ante ti.
Tus problemas pueden ser un muro o una puerta: puedes saltarlos o atravesarlos
Todo problema tiene dos salidas: o lo afrontas o lo aceptas. Nos encantaría poder decir aquello de que de todo cruce de caminos se sale o más aún, que toda adversidad tiene su airoso y positivo final. Sin embargo, como bien sabemos, esta regla de tres no siempre se cumple. Hay situaciones que no tiene solución y ante las que solo cabe la aceptación.
Hay vivencias de las que no podemos aprender nada porque lo único que esperamos de ellas es que pasen. Aún así, todos estos eventos son situaciones que nos habilitan en el viaje de la vida. Lo importante es tener presente que siempre estamos obligados a responder ante cada situación nueva o inesperada.
Y si bien es cierto que tus problemas pueden ser un muro o una puerta, recuerda que por muy altos que sean los muros, se pueden escalar y sobrepasarlos.
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- Nolen-Hoeksema, S., Wisco, B. E., & Lyubomirsky, S. (2008). Rethinking Rumination. Perspectives on Psychological Science, 3(5), 400–424. https://doi.org/10.1111/j.1745-6924.2008.00088.x
- Kounios, J. & Beeman, M. (2014). The cognitive neuroscience of insight. Annual Review of Psychology, 65, 71-93. PMID: 24405359