"Una mala persona no llega nunca a ser buen profesional"
“Una mala persona no llega nunca a ser buen profesional”, afirmó el padre de las inteligencias múltiples, Howard Gardner, en una entrevista concedida al diario español La Vanguardia.
En esta entrevista nos brindó reflexiones muy interesantes y, con ello, nos ofreció la posibilidad de madurar una idea que es el reflejo de una verdad demoledora. Solo las buenas personas pueden llegar a ser excelentes profesionales. Las malas personas, por su parte, no pueden llegar a serlo nunca, aunque es cierto que pueden llegar a alcanzar una gran pericia técnica.
Esto nos lleva a pensar en la posibilidad de categorizar a las personas en buenas o malas. Realmente esta distinción nos parece ficticia, pues los seres humanos no respondemos a una dicotomía, sino que somos una amalgama de cualidades que, por supuesto, podemos entender como buenas o malas.
Cuando ponemos en la balanza la conjunción de esas cualidades, puede que pese más la parte oscura que la brillante; es con eso con lo que precisamente le damos sentido a la frase que encabeza el artículo.
La bondad y el equilibrio, base de un buen profesional
Debe haber un equilibrio entre el compromiso, la ética y la excelencia para llegar a ser un buen profesional. Digamos que para “ser realmente bueno” hay que ponerle alma, emociones, sentimientos y cordura a nuestro trabajo.
En este sentido, este fragmento de la entrevista a Howard Gardner no tiene desperdicio, pues se refleja la gran sensatez que ajusta sus palabras:
-Entrevistador: ¿Por qué hay excelentes profesionales que son malas personas?
-Howard: Descubrimos que no los hay. En realidad, las malas personas no pueden ser profesionales excelentes. No llegan a serlo nunca. Tal vez tengan pericia técnica, pero no son excelentes.
-E: A mí se me ocurren algunas excepciones…
-H: Lo que hemos comprobado es que los mejores profesionales son siempre ECE: excelentes, comprometidos y éticos .
-E: ¿No puedes ser excelente como profesional pero un mal bicho como persona?
-H: No, porque no alcanzas la excelencia si no vas más allá de satisfacer tu ego, tu ambición o tu avaricia. Si no te comprometes, por tanto, con objetivos que van más allá de tus necesidades para servir las de todos. Y eso exige ética.
-E: Para hacerte rico, a menudo estorba.
-H: Pero sin principios éticos puedes llegar a ser rico, sí, o técnicamente bueno, pero no excelente.
-E: Resulta tranquilizador saberlo.
-H: Hoy no tanto, porque también hemos descubierto que los jóvenes aceptan la necesidad de ética, pero no al iniciar la carrera, porque creen que sin dar codazos no triunfarán. Ven la ética como el lujo de quienes ya han logrado el éxito.
La importancia de ser, ante todo, un alma humana
“Conozca todas las teorías. Domine todas las técnicas, pero al tocar un alma humana sea apenas otra alma humana”. Estas son palabras del emblemático psicoanalista Carl Gustav Jung, palabras que esconden una certera realidad.
Es importante que antes que profesionales seamos personas, realmente eso es lo que aporta el equilibrio en el desarrollo de nuestras cualidades profesionales. No podemos desligarnos de nosotros mismos; o sea, en cierto modo no podemos disociar nuestra vida interior de nuestra vida profesional.
Hablamos de esencia, de esas cualidades que nos ayudan a no perdernos entre las personas, a conocernos y desconocernos, a transformarnos a través de las lecciones, a tener un corazón hermoso, a mejorarnos cada día y a contemplarnos como un arcoiris de colores.
Porque, además, si algo tenemos que tener presente es que las personas a veces somos blanco, a veces negro y a veces de mil colores. Equilibrando la balanza hacia lo positivo es como lograremos ser más que un buen profesional, también lograremos la excelencia en los distintos ámbitos de nuestra vida.