Una visión del tiempo desde la ciencia
Desde tiempos remotos, el ser humano ha intentado medir el tiempo. Desde los primeros calendarios lunares hasta la invención de los relojes. Hemos necesitado siempre mecanismos más o menos complejos para posicionarnos en el mundo en relación a cómo transcurre el tiempo.
Podemos medir el tiempo, pero la percepción que tenemos de él es difícil de cuantificar. La ciencia nos está descubriendo muchos datos acerca de la visión del tiempo subjetiva. La experimentada por los seres vivos, incluido en ser humano.
Un equipo de investigación ha localizado un reloj neural en la corteza lateral entorrinal del cerebro. Este reloj neural parece ser el responsable de la percepción que tenemos del paso del tiempo, y lo hace en base a las vivencias que experimentamos. Quizás por eso a veces tenemos la sensación de que el tiempo vuela y otras parece que no pasa.
Las primeras investigaciones sobre la visión del tiempo
En los años 30, el psicólogo Hudson Hoagland intuyó ya la existencia de una especie de reloj neural en el cerebro humano. Ocurrió estando su esposa enferma con fiebre. Esta se quejaba de que cuando su marido salía de la habitación tardaba mucho en regresar. El Dr. Hoagland advirtió que cuanto más alta era la fiebre de su esposa, más lenta resultaba su percepción del tiempo.
Estudios posteriores mostraron que podía acelerarse la percepción del tiempo cuando descendía la temperatura del cuerpo humano. Desde esos primeros estudios muchos otros investigadores han trabajado sobre la percepción subjetiva del tiempo. Se aportó información muy valiosa que promovería otras nuevas investigaciones. La ciencia empieza a esclarecer la visión del tiempo percibido, que difiere bastante a la del tiempo real.
El reloj neural
La idea de un reloj neural localizado en alguna parte del cerebro lleva produciendo investigaciones desde hace varios años. Recientemente, la Universidad de Ciencia y tecnología de Noruega parece haber localizado ese reloj neural en ratones de laboratorio que han utilizado para su estudio. Los investigadores de esta Universidad, May-Britt Moser y Edvard Moser, han descubierto una red de neuronas que crean un mapa espacial del entorno. Este mapa cuenta con varias escalas y está basado en unidades hexagonales.
El Dr. Albert Tsao, de la Universidad de Stanford, tomó como base los resultados de esta investigación para determinar la función de la corteza entorrinal. Descubrió que la actividad de esta zona del cerebro cambia constantemente y sin ningún patrón definido. Los cambios se producen con el paso del tiempo. Se analizó la estructura que formaban cientos de neuronas al conectarse, dando lugar a este mecanismo de experimentación del tiempo.
“El tiempo es un proceso en desequilibrio. Siempre es único y está en constante cambio”.
-Edvard Moser-
La nueva visión del tiempo desde la ciencia
Todo parece indicar que esta red de neuronas localizadas en la corteza entorrinal crea unos “sellos temporales”. Estos sellos temporales marcan los eventos que establecen secuencias de sucesos. De esta manera, serían las distintas experiencias las responsables de moldear de alguna manera el tipo de señal temporal y la forma en que se percibe el tiempo.
Es decir, esta red de neuronas no codifica explícitamente el tiempo. Lo que hace es crear un tiempo subjetivo nacido del flujo continuo de los sucesos experimentados.
“Nuestro estudio ha revelado cómo el cerebro construye el tiempo como un evento que se experimenta”.
-Albert Tsao-
La forma en que experimentamos el tiempo
Estudios anteriores a este ya empezaban a relacionar la dopamina con este reloj neural. Se detectó que en circunstancias donde el cerebro advierte algo apetecible, la dopamina producida en la sustancia negra se libera sobre las neuronas que parecen conformar el reloj neural. Es en ese momento cuando empiezan a integrar señales temporales. Dedujeron que esta es la manera en que el cerebro se adelanta segundos, incluso minutos a un acontecimiento. A mayor nivel de dopamina el reloj neural se acelera, a menor nivel se ralentiza.
Los resultados obtenidos de estas investigaciones empiezan a darnos un conocimiento más profundo sobre la percepción del tiempo. Podría ser una explicación a que sucesos que se experimentan en pocos segundos, puedan relatarse después como ocurridos en un intervalo de tiempo más largo.
Como ocurre en accidentes de tráfico, por ejemplo. También explicaría por qué el tiempo pasa mucho más deprisa cuando estamos realizando algo que nos produce emociones positivas. O el porqué durante las actividades que nos aburren el tiempo se estanca. Parece que las emociones tienen mucho ver con esta visión del tiempo. Algo que ya intuíamos y que la ciencia está empezando a demostrar.