El valor de las potencialidades del ser humano en las situaciones límite
¿Hay algo más conmovedor que ver las potencialidades del ser humano en acción en situaciones límite? Seguro que lo hay. Hay tantas cosas conmovedoras en nuestra vida… Pero hay algo profundamente emocionante y enternecedor en el actuar altruista del ser humano en situaciones límite. Situaciones en las que habita el miedo, el peligro y la tan temida incertidumbre.
Karl Jaspers (1883–1969), psiquiatra y filósofo alemán, ya profundizó y escribió sobre las situaciones límite (Grenzsituationen) en su tiempo. Las definía como aquellas situaciones presentadas al ser humano en las cuales se produce una curiosa paradoja. Son situaciones que parecen laberintos sin salida, pero que, a la vez, contienen en sí mismas la posibilidad de ser superadas. Son situaciones contradictorias con las que la vida nos sorprende. Momentos cruciales en los que, a pesar del horror de la incertidumbre, podemos ver perfilado con mayor nitidez el sentido de nuestra vida. Todo aquello que da sentido y significado a nuestra existencia.
En las situaciones límite habitan las potencialidades del ser humano
Normalmente, es en las situaciones límite cuando el ser humano se encuentra frente a sí mismo sin máscaras y sin defensas. Ahora prima la supervivencia. El encontrar salida a este laberinto que se nos acaba de presentar.
Pareciera que en esas situaciones el ser humano también es capaz de sacar lo mejor de sí mismo. Es capaz de cooperar y colaborar con los demás, con los compañeros con los que está viviendo esta experiencia límite. En muchas ocasiones las potencialidades del ser humano florecen con una energía enorme ante este tipo de situaciones.
Personas que salvan a otras a pesar de que su integridad esté en auténtico peligro. Que ante una catástrofe natural se unen para salvaguardar su bienestar y el de los demás. Personas que acuden a zonas de conflicto para ayudar en lo que sea necesario. Seres humanos que se movilizan para proteger al ser más indefenso: sin otro interés, sin otra voluntad.
Encontramos sentido a la vida cuando estamos en contacto con lo mejor de nosotros mismos
Muchos son los ejemplos que demuestran que es posible sacar lo mejor de uno mismo ante situaciones extremas. Que se puede construir sobre tinieblas y escombros. Ser útil para los demás es una necesidad muy valiosa que habita en nosotros. Ser capaces de ayudar a la otra persona en que aquello que mejor nos desempeñamos es una caricia al alma que reconforta.
En este tipo de situaciones, en las que reina la incertidumbre y el precipicio gana en altura, todo se perfila con mayor nitidez. Las posibles soluciones y alternativas al conflicto (interno o externo) se ven con mayor precisión de la que existiría si no hubiera una urgencia para actuar.
Víctor Frankl habló, a su vez, de encontrar sentido a la existencia propia a través de situaciones adversas. Carl Rogers habló también acerca de las potencialidades del ser humano. Ambos confían plenamente en nuestro potencial. En su valioso poder para hacer de nuestra existencia una más plena, auténtica y en sintonía con nuestro entorno.
Tras las sacudidas y la incertidumbre, el florecimiento del ser humano
Es asombroso y alentador comprobar cómo las personas, aun dañadas, pueden florecer tras vivir experiencias límite. Cómo aprenden qué es lo que quieren en sus vidas y qué es aquello de lo que quieren prescindir. Cómo, por fin, descubren sus habilidades, las más genuinas y hasta entonces escondidas.
Es como si tras la gran sacudida de la vida encontraran el potencial más puro e idiosincrático que alberga en ellos. Y tras encontrarlo, decidieran vivir en pos de este. Sin perderlo por el camino. Mostrando y compartiendo con el resto de humanos lo más genuino y bello que hay en ellos.
Seguramente puedas pensar en una persona que renació. Alguien que se construyó a sí misma tras una experiencia similar a las comentadas anteriormente. Esa persona que tras aquella experiencia ha pintado con otros colores su vida. Y aparece en ella una especie de serenidad indescriptible. Una serenidad que nutre y da sentido a su presente. Lo bueno es que esa persona está o estará en nosotros también.